El obispo Rolando Álvarez, la cara visible del ensañamiento de la dictadura nicaragüense contra la resistencia de la Iglesia a la represión, fue devuelto este miércoles a la siniestra prisión La Modelo, en Managua, luego de ser excarcelado la mañana de este miércoles, con la condición de que aceptar el exilio, según el acuerdo presuntamente alcanzado entre el gobierno de Managua y el mediador del Vaticano.
El obispo de la diócesis de Matagalpa —muy crítico con el régimen de terror impuesto por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo—, rechazara abandonar el país y un presunto destierro en Roma.
Este es el segundo intento fallido de la pareja presidencial de librarse del obispo disidente al que condenaron a 26 años de prisión por “traición a la patria”. Álvarez ya se había negado al destierro el 9 de marzo pasado, cuando decidió no subirse al avión que transportó a 222 excarcelados políticos a Estados Unidos.
Como venganza del régimen, el religioso fue condenado y recluido en una celda de aislamiento en la penitenciaría de La Modelo. Desde entonces, el Vaticano (escandalizado por la dura condena a largos años de cárcel) ha intentado mediar en su liberación, con escaso éxito hasta ahora, debido a la persecución abierta del exguerrillero sandinista contra la Iglesia católica, a la que acusa de ser una “mafia”.
¿Medió Lula?
El propio presidente de Brasil, Lula da Silva, el mejor aliado internacional de las dictaduras izquierdistas en América Latina, admitió ante el papa Francisco que su amigo Ortega cometió un “error”, y prometió interceder por el caso del obispo Álvarez (aunque se desconoce si tuvo algo que ver en el acuerdo de excarcelación condicional).
"Hablaré con Ortega para que le puedan dar la libertad porque es necesario aprender a pedir perdón y reconocer este error", dijo hace dos semanas Lula, que se entrevistó con el papa Francisco durante 45 minutos en el Vaticano.
“No he cometido delito alguno”
Sin previo aviso, este martes el obispo fue sacado de La Modelo a un sitio con paradero desconocido, al mismo tiempo que se negociaba su salida de Nicaragua. No obstante, las fuentes allegadas a la negociación consultadas por EL PAÍS coincidieron en que Álvarez mantuvo su postura inicial: que no se irá de Nicaragua porque no ha cometido delito alguno.
El jerarca católico clamó por su liberación incondicional, al igual que la del resto de sacerdotes encarcelados y condenados por el régimen. Además, pidió descongelar las cuentas bancarias de las diócesis y parroquias del país, y el cese de la persecución religiosa. Pero todas sus propuestas fueron rechazadas por la dictadura.
Sólo si se lo ordena el papa
Al momento que fue retornado a La Modelo, se conoció que el Vaticano envió a un representante de su Secretaría de Relaciones Exteriores para mediar con el régimen, pero también para intentar “persuadir” a Álvarez de viajar Roma. El obispo mantiene que él abandonaría Nicaragua solo si el papa se lo ordena expresamente.
Sin embargo, hasta ahora no se ha confirmado si el pontífice argentino emitió alguna orden en ese particular.
La semana pasada, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), con sede en Costa Rica, ordenó a Nicaragua liberar al religioso y que "adopte las medidas necesarias para proteger eficazmente su vida, salud e integridad personal".
Nicaragua vive una crisis política y social desde abril de 2018 que se acentuó tras las controvertidas elecciones noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión o en el exilio.
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