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EU quiere revolucionar el mercado mundial de gas con terminal clave en México: NYT

El nuevo puerto en Baja California para conquistar Asia refuerza la integración fronteriza, frente a las amenazas de cierre de Trump

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La terminal de gas en construcción al norte de Ensenada

La terminal de gas en construcción al norte de Ensenada

NYT

Una semana después de confirmarse que México recuperó el trono como el país que más exporta a Estados Unidos del mundo, arrebatando el puesto de honor a China, que lo mantuvo durante dos décadas, otro hito viene a confirmar la importancia de la frontera abierta y de que no se concreten las amenazas de cierre: la transformación de la terminal de importación de gas de un puerto al norte de Ensenada en una megaterminal de exportación del gas estadounidense para conquistar el mercado asiático y ahorrar tiempo y dinero en cruzar el canal de Panamá, que presenta, además, serios retrasos por la sequía histórica.

Según publicó este martes The New York Times, en 2025 entrará en funcionamiento esta nueva terminal de almacenamiento de gas y regasificación de gas natural del puerto situado a 40 kilómetros al norte de Ensenada (Baja California).

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La nueva terminal está gestionada por la empresa Energía Costa Azul, de capital mexicano, que originalmente se diseñó para enviar gas hacia la otra dirección: durante más de una década ha descargado gas de buques cisterna asiáticos y lo ha conducido a California y Arizona para quemarlo y producir electricidad.

Auge del fracking en EU

El auge del fracking (o fracturación hidráulica) ha convertido a Estados Unidos en el mayor productor y exportador de gas del mundo. Al mismo tiempo, el resto del planeta ha empezado a utilizar cada vez más gas —en centrales eléctricas, fábricas y hogares—, en parte para alejarse de combustibles más contaminantes como el carbón y el petróleo. La demanda está creciendo, especialmente en China, India y los países del sudeste asiático de rápida industrialización.

El fracking lo cambió todo. Ahora, Costa Azul, encajonada entre las montañas de Baja California y el vasto océano Pacífico, experimenta una transformación de 2,000 millones de dólares para convertirse en una instalación de exportación de gas producido en Estados Unidos.

Según el diario neoyorquino, es la primera de una red de instalaciones de exportación de gas previstas a lo largo de la costa occidental de México.

La nueva ruta entre la Cuenca Pérmica (en el oeste de Texas y este de Nuevo México) transportará a pleno rendimiento unas 30 millones de toneladas métricas al año y reducirá a la mitad los tiempos en los trayectos a países de Asia, al canalizar el gas procedente de Texas a la costa del Pacífico de México, con lo que se evitaría un canal de Panamá afectado por la saturación de tráfico y la sequía.

Pausa ecologista de Biden

El auge del gas estadounidense, aunado al apetito mundial cada vez mayor, ha suscitado la preocupación de que el uso de gas pueda retrasar la transición del mundo a fuentes de energía más limpias, como la solar o la eólica, que no producen los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.

El mes pasado, el gobierno de Joe Biden puso en pausa el proceso de aprobación de nuevos proyectos de terminales de exportación en Estados Unidos mientras estudia los efectos del gas en el calentamiento global, y si es tan dañino como la combustión de carbón y petróleo.

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Pero la amenaza más inmediata a este nuevo proyecto de colaboración entre México y EU se llama Donald Trump y su retórica antimexicana cada vez más agresiva.

El aspirante a la Casa Blanca (favorito indiscutible a alzarse con la candidatura presidencial republicana y también a ganar al demócrata Biden en caso de revancha en las elecciones de noviembre) ha prometido en campaña cerrar totalmente la frontera al tráfico humano y a las mercancías, en caso de que considere que el gobierno mexicano no hace lo suficiente para frenar a su gusto el cruce de inmigrantes y el combate al crimen organizado.

Mientras tanto, las obras de readaptación de la terminal de Costa Azul prosiguen, ajenas a las preocupaciones ecologistas de Biden y las amenazas de chantaje de Trump.

¿Por qué en México y no en EU?

La decisión de apostar por una terminal de gas en la costa del Pacífico mexicano y no en la costa de California se debe a que, además de estar más cerca que California de los yacimientos de gas texanos, cuenta con la ventaja de que las normas medioambientales son menos estrictas de México. También los costes de construcción son más baratos.

El de Costa Azul es el único proyecto en marcha, pero hay al menos otros cinco en planeación, entre ellos una terminal aún más grande en Sonora.

Si las terminales previstas en México se llegan a construir y funcionan con los volúmenes propuestos, México se convertiría en el cuarto exportador de gas en el mundo.

El gas ha sido promocionado por la industria de los combustibles fósiles como más limpio para quemar que el petróleo o el carbón. Pero estudios recientes han cuestionado su inocuidad para el clima, particularmente en situaciones en las que es transportado a distancias más largas alrededor del mundo, consumiendo más energía en transporte marítimo. Además, el proceso de licuar gas para que sea adecuado para el transporte tiene un alto consumo energético.

El gobierno mexicano no respondió a una petición de comentarios a solicitud del New York Times, y no ha hecho comentarios públicos sobre la directiva del presidente Biden, pero el debate sobre sus méritos en relación con el clima ha sido escaso en la precampaña de cara a las elecciones presidenciales mexicanas en junio.

Incluso la candidata favorita, Claudia Sheinbaum, guarda silencio, pese a ser una ambientalista conocida.