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Kamala Harris acepta el reto de impedir que un delincuente regrese a la Casa Blanca

La vicepresidenta de EU se convierte en la segunda mujer que intentará derrotar a Trump, con un valiente discurso en defensa de los inmigrantes y los palestinos>

Kamala Harris hizo historia la noche de este jueves tras aceptar la candidatura demócrata y convertirse en la primera mujer no blanca en luchar por la presidencia de Estados Unidos; y hacerlo, además, para intentar derrotar a Donald Trump, “un delincuente convicto, un abusador sexual y defraudador de hacienda”.

"En nombre de todos aquellos cuya historia sólo podría escribirse en la mayor nación de la Tierra, acepto su nominación para ser la presidenta de los Estados Unidos", proclamó Harris, en alusión a los que, como ella, se criaron en hogares de clase media y fueron educados para proteger a los más vulnerables, y no nacieron entre algodones y fueron educados para usar su poder y dinero para someter a mujeres o ver cómo puede defraudar al fisco para seguir enriqueciéndose a costa de los demás, como dijo de su rival republicano y magnate neoyorquino.

El espíritu de Obama —mezcla de esperanza, compasión y optimismo— regresó de nuevo a Chicago (donde el primer presidente negro de la historia de EU comenzó su carrera política) y se reencarnó en la exfiscal californiana, quien espera que su memorable discurso de cierre de la Convención Nacional Demócrata impulse la leve ventaja que ha logrado sacar a Trump en las encuestas (claro favorito hace poco más de un mes) y culmine tras las elecciones del 5 de noviembre convertida no sólo en la primera mujer presidenta electa de EU; sino en una mujer mestiza y orgullosa de ser hija de inmigrantes, a los que considera que se merecen una oportunidad en vez de ser tratados como “criminales”, como así los llama Trump.

Durante su discurso, la vicepresidenta y ya candidata oficial demócrata volvió a defender que EU puede y debe regularizar a los más de once millones de migrantes indocumentados que viven en el país, a la vez que puede “proteger” la frontera con México contra la llegada masiva de indocumentados.

“Creo que podemos hacerle justicia a nuestra herencia como nación de migrantes y reformar nuestro sistema de migración roto”, dijo, por lo que prometió revivir y convertir en ley un polémico pacto migratorio, alcanzado de manera bipartidista, que incluía las mayores restricciones al sistema de asilo en años, a cambio de la regularización masiva de inmigrantes que llevan años trabajando en el país, incluidos los más de 600 mil “soñadores”.

Pero si la cuestión migratoria no arrancó tantos aplausos, debido a las críticas de los líderes proinmigrantes del partido por el endurecimiento de las condiciones para pedir asilo, Harris lanzó un sorpresivo alegato que ningún otro dirigente demócrata se atrevió a decir en los cuatro días de Convención Demócrata: su pesar por el sufrimiento del pueblo palestino bajo las bombas israelíes.

Pese a tratarse de una cuestión espinosa, su valentía hizo que pusiera de pie a todo el pabellón y recibiera una estruendosa salva de aplausos y gritos de apoyo.

“Déjenme ser clara: siempre defenderé el derecho de Israel a defenderse, y siempre garantizaré que Israel tenga la capacidad de hacerlo”, declaró, tras señalar que el pueblo de Israel no debe volver a enfrentarse al “horror” que Hamás infligió con su ataque del 7 de octubre. Pero, al mismo tiempo, señaló lo que ningún político estadounidense ha dicho abiertamente: que “lo ocurrido en Gaza durante los últimos diez meses es devastador”. 

“Se han perdido tantas vidas inocentes. Gente desesperada y hambrienta huyendo una y otra vez en busca de seguridad. La magnitud del sufrimiento es desgarradora”, dijo Harris.

"El presidente Biden y yo trabajamos para poner fin a esta guerra, de modo que Israel esté seguro, los rehenes sean liberados, el sufrimiento en Gaza termine y el pueblo palestino pueda hacer realidad su derecho a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación", proclamó, alineándose así con las decenas de miles de estadounidenses que durante semanas ocuparon los campus de las universidades principales para exigir que el gobierno de Biden (y de Harris) paralice la entrega de armas estadounidenses a Israel, con las que masacra diariamente al pueblo gazatí.

Pese a este distanciamiento del presidente Biden en la cuestión de Oriente Medio, la todavía vicepresidenta tuvo palabras de gratitud eterna a quien la eligió de compañera de fórmula en las elecciones de 2020 y hace apenas un mes le dejó el camino libre al renunciar a la reelección.

"Cuando pienso en el camino que hemos recorrido juntos, quedo llena de gratitud. Joe, tu historial es extraordinario, como la historia demostrará. Tu carácter es inspirador. Estaré eternamente agradecida", declaró.

“Estados Unidos, el camino que me ha traído aquí desde hace unas semanas, ha sido, sin duda, inesperado. Pero no soy ajena a los viajes improbables”, aseguró Harris, que recordó el pasado migrante de su madre, Shyamala Harris, que “viajó de India a California con un sueño inamovible de ser una científica que curaría el cáncer de mama”.

Harris se presentó a los estadounidenses como una mujer de clase media que aprendió a “no tener miedo” y a la que su madre siempre decía, cuando su hija se quejaba de una injusticia y le decía que no se quedara parada e “hiciera algo”, mantra que recordó Michelle Obama en un discurso esta semana en la convención demócrata.

Y Harris “hizo algo”. Su empeño en convertirse en fiscal, relató, fue la historia de una compañera de clase que era abusada por su padrastro y que ella acogió en su casa.

Tras recordar su carrera de fiscal en California, donde persiguió desde narcotraficantes a feminicidas y defraudadores, Harris señaló que los estadounidenses no sólo están ante las elecciones más importantes de sus vidas, sino a las elecciones más importantes de la historia de EU, porque, si gana, Trump, el país tendría como líder a un extremista vengativo, que lo primero que haría, además de autoindultarse de todos los cargos judiciales en su contra, será sacar de la cárcel a los que él mismo incitó a que asaltaran el Capitolio el 6 de enero de 2021, como ha prometido que hará.

Harris levantó a los presentes en el estadio de los Chicago Bulls al grito de “no vamos a volver atrás”, en referencia a los cuatro años del Trump en la Casa Blanca, entre 2017 y 2021, en los que dividió como nunca a la sociedad estadounidense con su discurso de odio a los progresistas y los hispanos, y ahora quiere reeditar con una nueva victoria electoral.

“Imaginen a un Donald Trump sin límites y cómo usaría los inmensos poderes de la Presidencia de Estados Unidos, no para mejorar sus vidas, no para reforzar nuestra nación, pero para servir a su único cliente: él mismo”, aseguró.

Y finalmente, la candidata presidencial demócrata cerró sus 35 minutos de aceptación del cargo con un mensaje en el que invitó a los estadounidenses a imaginar un país menos dividido bajo su liderazgo. “Tenemos más en común que lo que nos separa”, declaró.

A la espera de que las encuestas den su veredicto sobre el discurso más decisivo de la carrera política de Harris, la candidata demócrata se verá las caras con Trump en el debate presidencial del 10 de septiembre; un terreno donde el magnate populista republicano se mueve como pez en el agua.

En uno de los debates celebrados en 2016, Trump no dudó en decir que Hillary Clinton “debería de estar en la cárcel”, bulo que impulsó su carrera hasta la victoria por la falta de contraataque de la demócrata, que no vio venir el golpe bajo. De igual manerna Trump acusó repetidas veces a Biden de ser “el peor presidente de la historia”, durante el debate del pasado 27 de junio, mientras el octogenario mandatario apenas lograba balbucear; un fiasco que acabó con su campaña por la reelección.

Sin embargo, este ataque sin piedad de Trump a Biden puede ser el mayor error del republicano, porque eliminó al rival más fácil de batir en noviembre y permitió que entrara en escena Harris, como un huracán.

En poco más de dos semanas sabremos si la candidata demócrata tiene mejor suerte Clinton y Biden en sus respectivos cara a cara con Trump y logra tumbarlo en la lona. Si lo consigue, la victoria de la primera mujer en unas elecciones presidenciales de EU estaría al alcance de la mano.

Kamala Harris, vicepresidenta de los Estados Unidos, se ríe durante un discurso.
Kamala Harris, durante su discurso de aceptación de la candidatura demócrata en Chicago Kamala Harris, durante su discurso de aceptación de la candidatura demócrata en Chicago (EFE/WILL OLIVER)

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