El papa Francisco y el presidente de Argentina, Javier Milei, sellaron este domingo con un cálido abrazo en la basílica de San Pedro del Vaticano un largo historial de insultos del político ultraderechista, empeñado en desguazar el Estado, contra el pontífice argentino, que predica lo contrario, el deber moral del Estado en proteger a la sociedad, especialmente a los más desfavorecidos.
El esperado encuentro tuvo como marco la canonización, este domingo, de la primera santa argentina, un día antes de la visita oficial, prevista para el lunes y donde se espera que confirmen la primera visita de Francisco a su país desde que fuera elegido en 2013, tras la histórica abdicación de Benedicto XVI.
La escena no estaba prevista. O, al menos, la foto de ambos se esperaba para el lunes, cuando se producirá la reunión oficial. Pero una vez terminada la eucaristía en la basílica de San Pedro del Vaticano, el Papa fue trasladado en silla de ruedas por sus problemas de rodilla hasta el lugar en el que el político había seguido la misa, a su derecha, en primera fila ante un reclinatorio.
Fue en ese momento cuando Milei se levantó para estrecharle la mano e, incluso, darle un abrazo. Ambos han mantenido una breve y desenfada charla mientras reían.
El de este domingo es el primer encuentro entre ambos líderes y había generado una gran expectación. Milei había atacado en varias ocasiones a Francisco, alineándose con la corriente ultraderechista global, que siempre vio en Jorge Bergoglio un enemigo de sus intereses, neoliberales en lo económico y tradicional en lo espiritual.
Líderes de la ultraderecha internacional, como Donald Trump, el italiano Matteo Salvini, o el cardenal tradicionalista estadounidense Raymond Burke, han hecho público su desdén o abierta hostilidad hacia el “papa socialista”, pero ninguno había llegado tan lejos como Milei, quien llegó a decir de su compatriota que era el “imbécil ese que vive en el Vaticano” o directamente “el representante del maligno en la Tierra”.
El tono y los insultos, sin embargo, cesaron a su llegada a la Casa Rosada el pasado diciembre y este sábado expresaba en Radio Mitre su voluntad de tener “un diálogo muy fructífero” con el Papa, a quien ahora ve como “el argentino más importante de la historia”.
Bergoglio, quien evitó en todo momento caer en las provocaciones de Milei, le telefoneó para felicitarle por su triunfo el pasado noviembre, pero sin renunciar a su compromiso con los más desfavorecidos y con el deber de los dirigentes en protegerlo.
La ‘lepra’ del alma
Francisco presidió en la basílica de San Pedro la canonización de la laica consagrada María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, y en su homilía recordó el pasaje en el que Jesús sanó a un leproso, representación de los marginados modernos. “No pensemos que son solo cosas del pasado. ¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, lepras que sanar”, sostuvo.
En este sentido, llamó a “tocar” a esas personas que sufren y a no “reducir el mundo en los recintos de nuestro bienestar”.
“En estos casos tengamos cuidado, porque el diagnóstico es claro: se trata de lepra del alma; una enfermedad que nos hace insensibles al amor, a la compasión, que nos destruye por medio de las gangrenas del egoísmo, del prejuicio, de la indiferencia y de la intolerancia”, avisó.
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