Ya es una realidad: Elon Musk está al mando de Twitter. Tras meses y meses de tira y afloja y dimes y diretes, el excéntrico y polemista billonario sudafricano completó este jueves la compra de la red social Twitter y lanzó una inmediata purga para deshacerse de algunos de los principales altos cargos de la compañía.
Musk, que también es propietario y fundador de la automovilística Tesla y de la aeroespacial Space X, afirmó que ha decidido completar la operación "por el futuro de la civilización", porque "es importante para el futuro de la civilización tener una plaza digital común donde pueda debatirse de manera sana un amplio espectro de creencias".
Esto, pese a que Musk había anunciado antes de verano que ya no quería comprar la compañía, como había acordado antes, y por ello enfrentaba una descomunal demanda multimillonaria por parte de Twitter por presunto incumplimiento del contrato.
Ante esta situación, y por consejo de su equipo legal, el hombre más rico del mundo decidió dar marcha hatrás hacia su plan original y seguir adelante con la compra de la empresa, por el precio acordado de 44 mil millones de dólares.
Eso sí, lo hizo cuando apenas quedaban poco más de 24 horas para que expirara el plazo que le había dado una jueza para abrir el procedimiento legal en su contra si no se formalizaba la compra.
A última hora de la tarde, la cadena estadounidense CNBC adelantó que Musk ya tenía el completo control de Twitter, y pocos minutos después múltiples medios del país comenzaron a anunciar la primera oleada de despidos ordenada por el nuevo jefe de la compañía.
Según estas informaciones, Musk habría echado a cuatro altos cargos de la empresa, empezando por el actual director ejecutivo (CEO), Parag Agrawal; su director de operaciones financieras (CFO), Ned Segal; la principal asesora legal, Vijaya Gadde, y el consejero general Sean Edgett.
Pero quizás el nombre más importante de esta lista es el de Vijaya Gadde, quien, como asesora legal, fue la responsable principal de la decisión de suspender la cuenta de Twitter del expresidente estadounidense Donald Trump, días después de que promoviera el ataque sedicioso contra el Capitolio del país.
Musk ha defendido, incluso desde antes de explicitar su interés en comprar la compañía, que Twitter debería ser un espacio abierto para todo tipo de ideologías y de declaraciones, una línea editorial distinta a la que la compañía había tomado bajo el control de Agrawal.
Entre tanto, Musk adelantó que la publicidad tendrá un lugar relevante en la red en adelante. Los anuncios, "si son bien entendidos, pueden entretener, complacer e informar" al usuario, explicándole por ejemplo que existe un tratamiento médico nuevo, aseguró.
"Fundamentalmente -concluye en su menaje a los anunciantes- Twitter aspira a convertirse en la plataforma de publicidad más respetada del mundo que fortalecerá tus marcas y hará crecer tu empresa. Construyamos juntos algo extraordinario".
Tras conocerse estos mensajes de Musk, las acciones de Twitter llegaron a revalorizarse un 1.16 por ciento, pero al cierre del mercado bursátil, marcaron una subida del 0.66 por ciento en el día, hasta los 53.70 dólares por título.
Por otra parte, Musk reconoció en su mensaje que las redes sociales corren el riesgo de aumentar la polarización de la opinión pública entre la extrema derecha y la extrema izquierda, algo en lo que también han caído los medios tradicionales, y él quiere contribuir a superar este riesgo "para ayudar a la Humanidad" que amo, y "no para hacer dinero", señala el hombre más rico del mundo.
El magnate dice que según su visión Twitter "no puede convertirse en un infierno gratis para todos, donde puede decirse cualquier cosa sin consecuencias", sino que debe "respetar las leyes".
La plataforma debe convertirse -prosigue- "en un lugar cálido y acogedor para todos, donde cada uno puede elegir su experiencia deseada según sus preferencias", y la compara con la experiencia de ver cine o jugar a videojuegos según la edad de cada persona.
Con información de EFE y medios.
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