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El papa muestra, por fin, preocupación por Nicaragua, sin nombrar al obispo arrestado

Arrecian críticas por la aparente pasividad de Francisco ante la persecución de prelados en Nicaragua críticos con la dictadura de Daniel Ortega

El Papa Francisco con una cinta adhesiva en la boca con la bandera de Nicaragua
Manifestación de exilio nicaraguense en San José de Costa Rica, contra la detención del obispo y el silencio del papa Manifestación de exilio nicaraguense en San José de Costa Rica, contra la detención del obispo y el silencio del papa (Nicaragüenses residentes en Costa Rica rechazan detención del obispo de Matagalpa /EFE)

El papa Francisco rompió, por fin, su silencio en torno a la represión del régimen nicaragüense, aunque sin mencionar el arresto el viernes del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, ni expresar su condena por la represión contra prelados desde hace meses por parte de la dictadura de Daniel Ortega.

"Hermanos y hermanas, sigo de cerca con preocupación y dolor la situación en Nicaragua que involucra a personas e instituciones", declaró el papa argentino al final del rezo del ángelus en la Plaza de San Pedro.

En su breve mención a Nicaragua, luego de haber recibido críticas por su significativo silencio, el pontífice pidió que haya "un diálogo abierto y sincero" para "encontrar las bases de una convivencia respetuosa y pacífica".

El pontífice también pidió al Señor que "por la intercesión que la Purísima (como se conoce a la Virgen en Nicaragua) inspire en los corazones de todas las partes tal concreta voluntad".

Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, fue arrestado este viernes dentro del palacio episcopal provincial, junto con cinco sacerdotes, dos seminaristas, y un camarógrafo, después de que haber estado 15 días confinados.

La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro del presidente Daniel Ortega, confirmó que realizaron un operativo en la madrugada en la sede episcopal de Matagalpa en la que sacaron contra su voluntad a Álvarez y a sus colaboradores, y luego los trasladaron a Managua.

La captura de Álvarez, precedido por el arresto de tres sacerdotes, es el capítulo más reciente de las tensas relaciones que mantiene la Iglesia católica nicaragüense y los sandinistas encabezados por el presidente Daniel Ortega.

El mismo dirigente ha calificado de "terroristas" a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional que buscaba una salida pacífica a la crisis que vive Nicaragua desde abril de 2018.

El lunes 1 de agosto, el régimen de Ortega ordenó el cierre de siete emisoras católicas de la diócesis de Matagalpa, y fuerzas de la Policía asaltaron la capilla Niño Jesús de Praga, de la ciudad de Sébaco, con la intención de incautar el equipo de la radio católica que ahí funcionaba.

El obispo Álvarez es una de las voces más críticas de la jerarquía católica de Nicaragua. Sus sermones frecuentemente fustigan la violación a los derechos humanos, la persecución religiosa y los abusos de poder.

El sábado, el exilio nicaragüense en Costa Rica realizó una manifestación en San José, en protesta por el arresto del obispo y contra el silencio elocuente del papa.

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