El papa Francisco da un paso atrás en su posición sobre abrir la Iglesia a los “excluidos”, como la comunidad homosexual, y pide cerrar la puerta de los seminarios a quien se sospeche su inclinación por los hombres, ya que, según aseguró este lunes la prensa italiana, hay ya “demasiado mariconeo”.
Nunca en su década de papado, el argentino Jorge Bergoglio, a quien se consideró en sus primeros años como “progresista” había usado un término tan despectivo como “frociaggine”, un vocablo peyorativo en italiano que se traduce en español como “mariconeo”.
Ocurrió el pasado 20 de mayo en la antigua sala del sínodo del Vaticano, donde Francisco se reunió con los obispos italianos durante su asamblea de primavera.
Según confirmó el periódico La Repubblica, el Papa fue categórico: no deben admitirse personas homosexuales en los seminarios. Durante la conversación, que según las fuentes que cita el medio italiano fue muy coloquial, el Pontífice argentino comentó en tono jocoso que ya hay demasiado “mariconeo en ciertos seminarios, alineándose así, por primera vez, con el sector más ultra de la Iglesia, que al mismo tiempo critica la presencia de homosexuales, pero guarda silencio o no actúa ante la epidemia de casos de pederastia.
Por su parte, el diario milanés Corriere della Sera explica que según los presentes consultados "más que vergüenza, la frase fue recibida con algunas risas incrédulas" y que "era evidente que el papa no era consciente de lo ofensiva que resulta esa palabra en italiano".
Las palabras del Papa chocan frontalmente con su exposición pública sobre los derechos de los homosexuales, las bendiciones a las que se ha abierto a que reciban o aquellas palabras que pronunció cuando fue nombrado pontífice: “¿Quién soy yo para juzgarles?”. Llegan, además, cuando es notorio el silencio de Francisco ante la guerra declarada por su compatriota, el presidente argentino Javier Milei contra toda su pensamiento de justicia social.
La misma línea que Benedicto XVI
a petición de Francisco en la reunión del 20 de mayo sigue la línea de las indicaciones del dicasterio del Clero que, en una instrucción de 2005 (bajo el papado de Benedicto XVI) confirmada en 2016 (bajo Francisco), estableció que “la Iglesia, aunque respete profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el Seminario y en las Órdenes sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la llamada cultura gay”.
Se estaba hablando del tema de si admitir en los seminarios a candidatos abiertamente homosexuales y en qué medida y Francisco, aunque reiteró como siempre la necesidad de acoger a todos, se mostró muy rígido al respecto, reiterando su no a admitirlos como ya ha reiterado la Iglesia en varias ocasiones.
En noviembre, en la asamblea de Asís, los obispos italianos aprobaron un texto para regular la admisión a los seminarios, la 'Ratioformationis sacerdotalis' , que aún no ha sido publicado porque se espera la luz verde de la Santa Sede. y en la que se incluye una enmienda que mantenía la distinción entre orientación homosexual simple y las llamadas "tendencias profundamente arraigadas", es decir que un homosexual puede ser admitido siempre que dé garantías, como un heterosexual, de saber cómo mantener la disciplina del celibato.
Sin embargo, el papa habría, según estas reconstrucciones, rechazado esta posibilidad y los homosexuales no deberían ser admitidos en los seminarios sin matices.
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