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Putin obra un milagro en Madrid: hace grande a la OTAN de nuevo

Las neutrales Finlandia y Suecia ingresan a la Alianza, lo que le da más fronteras con Rusia. Multiplica 800% las tropas en Europa oriental, aumentando misiles en Ucrania.>

Cumbre de la OTAN en Madrid
Los líderes de Turquía, Suecia y Finlandia junto al jefe de la OTAN, tras la firma del acuerdo en Madrid Los líderes de Turquía, Suecia y Finlandia junto al jefe de la OTAN, tras la firma del acuerdo en Madrid (Turquía, Finlandia y Suecia firman acuerdo para el acceso de nórdicos a OTAN/EFE)

“Quería menos presencia de la OTAN en Europa. Ahora tiene más, y en sus fronteras”. Con esta frase, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, se vengó del presidente ruso, Vladímir Putin, y su invasión de Ucrania, cuyo objetivo, ya fallido, era la reunificación “de facto” de la URSS y de todos los países de la Europa oriental, para que vuelvan a orbitar en torno a Moscú y en torno a su autoridad.

La Cumbre de la OTAN en Madrid, que reunirá este miércoles y jueves a decenas de líderes mundiales, está llamada a ser la más decisiva de su historia. No sólo porque es la primera vez que se celebra con su mayor enemigo en guerra —Rusia invadió Ucrania por querer, precisamente, ingresar en la Alianza—, sino que hará historia porque supondrá el fin de la neutralidad de dos países que hacían de tapón entre Rusia y el mundo occidental.

Esto se hizo realidad este martes, gracias al acuerdo por el que Turquía levantó su veto contra el ingreso de Finlandia y Suecia. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llegó a la capital española firme en su bloqueo a la entrada de los dos países nórdicos, por considerar que son refugio de “terroristas kurdos” y que envían armas a la guerrilla PKK.

Tras varias horas de reuniones para desbloquear el veto turco entre los ministros de Exteriores de los tres países, Erdogan y sus homólogos de Finlandia y Suecia, el presidente Sauli Niinisto y la primera ministra Magdalena Andersson, respectivamente, firmaron "un acuerdo" que abre las puertas a que la OTAN pase de tener 30 países miembros a 32.

"Los gobiernos de Turquía, Finlandia y Suecia han acordado mejorar su cooperación en la lucha contra el terrorismo. Como aliados de la OTAN, Finlandia y Suecia se comprometen a apoyar totalmente a Turquía contra las amenazas a su seguridad nacional", dijo Stoltenberg.

Agregó que ello incluye modificaciones adicionales a la legislación nacional finlandesa y sueca, "tomar medidas enérgicas contra las actividades del PKK", la guerrilla kurda activa en Turquía, y celebrar un acuerdo con Turquía sobre extradiciones “siempre en el marco del respeto a los derechos humanos”, puntualizó el líder de la OTAN y exprimer ministro noruego.

Actualmente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comparte una frontera terrestre con Rusia de mil 215 kilómetros con Rusia, por la pertenencia a la Alianza de Noruega, dos exrepúblicas soviéticas bálticas —Estonia y Letonia— y de Polonia, que no comparte su frontera oriental con Rusia (la tiene con Bielorrusia), pero sí comparte frontera con el enclave ruso de Kaliningrado, en el mar Báltico.

Una vez que Finlandia se adhiera, esa cifra se doblará a 2,600 kilómetros. Además, Rusia pierde “de facto” el control del mar Báltico, ya que la isla sueca que controla la entrada o salida de barcos, Gotland, pasará a ser territorio OTAN en cuanto se haga oficial el ingreso de la ya-no-neutral Suecia

Además de ver cómo se agranda y se acerca la OTAN a sus fronteras, Putin asiste impontente al aumento meteórico de tropas aliadas en la antigua Europa comunista, que multiplica un 800% su contigente al pasar de los 40 mil uniformados de la Fuerza de Reacción Rápida a más de 300 mil, una cifra que habría escandalizado a la opinión pública europea hace apenas medio años, de igual manera que habría sido impensable antes del 24 de marzo, día del comienzo de la invasión rusa de Ucrania, que los pueblos sueco y finlandés pidieran, casi rogaran a sus respectivos gobiernos, el ingreso en una alianza militar comandada por Estados Unidos.

Todo ello así posible por un gravísimo error estratégico de Putin, quien, si bien no creyó que los ucranianos iban a recibir a los tanques rusos con flores (como hicieron los habitantes de la anexionada Crimea), si pensó que no iba a encontrarse con una feroz resistencia, con la carga que supone en soldados rusos fallecidos y gasto extra en armamento para las próximas semanas y meses.

En su huída hacia adelante por no reconocer su error, Putin está mostrando una agresividad contra un pueblo europeo nunca vista desde los tiempos del nazismo, lo que garantiza, como subrayó un analista en “The Moscow Times”, que Rusia se haya ganado ya “como mínimo, cien años de odio” por parte de quienes asisten impotentes a la destrucción de un país, cuyo pecado fue querer unirse a la OTAN, precisamente por miedo a los rusos, y no un supuesto “genocidio” de la minoría rusa en el este del país (¿dónde están las imágenes de campos de exterminio o de fosas comunes con miles de muertos?).

Esta guerra, que Putin se niega a parar pese a que Ucrania desistió de entrar en la OTAN y prometió convertirse en un país neutral, no sólo ha sacado a la OTAN del desprestigio en el que había caído, especialmente desde la desastrosa retirada de Afganistán, sino que ha logrado unirla y fortalecerla como nunca.

De hecho, nunca habría habido un despliegue de misiles estratégicos estadounidenses en Ucrania, y no para apuntar, precisamente, al “malvado Occidente”, sino para tratar de que Rusia no gane la guerra ni someta a un país cuya mayoría reniega del control ruso.

La cumbre de la OTAN en Madrid hará también historia porque su estatuto borrará tres palabras que ahora mismo suena como un chiste de mal gusto: Rusia, país socio.

Desde que Rusia fue aceptada como nación asociada, en la cumbre de la OTAN de Lisboa en 2010, la relación entre el bloque ganador de la Guerra Fría —Estados Unidos y la OTAN— y el perdedor —la URSS y el Pacto de Varsovia, ambos disueltos— ha ido empeorando hasta el punto de inflexión que fue la anexión rusa de Crimea (2014) y hasta el punto de no retorno que fue la invasión de Ucrania y la actual guerra, que podría alargarse durante años, siempre bajo la amenaza nuclear rusa.

El jueves, cuando los líderes aliados firmen la nueva resolución, Rusia pasará a ser considerada, de nuevo, “una amenaza directa a nuestra seguridad y a nuestros valores".

“Manda, además, un mensaje muy importante para el presidente Putin de que la puerta de la Alianza Atlántica sigue abierta”, advirtió Stoltenberg.

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