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¿Por qué de repente cesaron los huracanes atlánticos en la temporada más activa?

Los meteorólogos no contaban con un fenómeno imprevisto en África. La última vez que pasamos del 21 de agosto al 2 de septiembre sin tormentas con nombre en el Atlántico fue en 1997. Pero advierten: llegarán tarde o temprano

pausa atípica

Imagen del Centro Nacional de Huracanes (NHC) de este 29 de agosto sin ningunas tormenta tropical en formación en el Atlántico

Imagen del Centro Nacional de Huracanes (NHC) de este 29 de agosto sin ningunas tormenta tropical en formación en el Atlántico

NHC/NOAA

La actividad de los huracanes en el Atlántico suele acercarse a su punto máximo en esta época del año —finales de agosto y principios de septiembre—, y las previsiones de la agencia meteorológica de Estados Unidos (NOAA, en inglés) pintaban para esta temporada 2024 un panorama cargado de noticias potencialmente catastróficas estos días sobre sucesivos huracanes y tormentas tropicales azotando ya sean las islas del Caribe, los estados bañados por el golfo de México o la costa este de EU.

La temporada de huracanes en el Atlántico en este 2024 (que comenzó el 1 de junio y acaba el 30 de noviembre), arrancó particularmente activa, como se anticipó. Generalmente, no hay tres huracanes en el Atlántico hasta principios de septiembre, pero este año sí los hubo y uno fue particularmente temprano.

El huracán Beryl, que azotó el Caribe entre finales de junio y principios de julio, fue el primero de categoría 5 (el más potente en la escala Saffir-Simpson) registrado tan temprano. Luego llegó Debby a principios de agosto y a mediados de este mes se formó Ernesto como el tercer huracán de la temporada, cifra que se alcanza normalmente en septiembre.

Sin embargo, la buena noticia esta vez es que no hay noticia. Los satélites que vigilan la atmósfera llevan casi dos semanas sin detectar la formación de nuevos ciclones tropicales, ni se vislumbra que vaya a ocurrir en los próximos días.

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“Ahí afuera está tranquilo”

El lunes, el meteorólogo de la Universidad Estatal de Colorado, Phil Klotzbach, declaró a USA Today: “Ahí afuera está tranquilo. Ciertamente, no esperaba esto cuando publicamos nuestro pronóstico”.

“No hemos tenido una tormenta con nombre desde que Ernesto se disipó el 20 de agosto, y el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) actualmente pronostica que no se formarán tormentas adicionales durante los próximos siete días”.

Klotzbach dijo que “si miramos las tormentas con nombre (tormentas tropicales, tormentas subtropicales y huracanes), la última vez que pasamos del 21 de agosto al 2 de septiembre sin actividad de tormentas con nombre en el Atlántico fue en 1997”. Hace 28 años.

¿Qué está pasando?

Existe una combinación de factores que demuestra cómo incluso los pronósticos a largo plazo más seguros están sujetos a influencias impredecibles a corto plazo. Y esto es lo que está pasando en esta temporada atlántica 2024.

Para explicar por qué cada verano hay huracanes que golpean el Atlántico del continente americano norte, y por qué fallaron los pronósticos para este año hay que dirigir la mirada a un mismo punto: África.

Las perturbaciones atmosféricas que luego se convierten en ciclones atlánticos y algunos acaban convirtiéndose en huracanes cuando entran en las aguas cálidas del Caribe, emanan de las lluvias monzónicas sobre África occidental durante los meses de verano del hemisferio norte.

Por razones que los meteorólogos aún no comprenden, el monzón de esta temporada está ocurriendo significativamente más al norte de lo habitual en África occidental. Incluso hay previsiones de un “evento de lluvia único” en el desierto del Sahara en los próximos días.

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Esa masa húmeda monzónica se adentra en el Atlántico cada año a la altura del archipiélago de Cabo Verde, donde las aguas muy cálidas son el combustible que forma los ciclones tropicales que avanzan hacia el Caribe. Por el contrario, esta temporada se formó inusualmente más al norte, donde las aguas del continente africano son algo más frías, y en contraste, el aire del cercano desierto del Sahara es seco y polvoriento, lo que debilita la formación del combustible en forma de vapor de agua que alimenta a los ciclones tropicales.

Esta condición insólita “no durará”

Pese a todo, estas condiciones no durarán, advirtieron meteorólogos consultados por The Washington Post, aunque es difícil decir cuándo se recuperará la actividad de los ciclones tropicales. Pero enfatizaron: esta “pausa”, aunque fuera de lo común, no es motivo para descartar la amenaza de tormentas peligrosas en los próximos meses.

“Aún es momento de prepararse, porque se avecinan tormentas”, advirtió Matthew Rosencrans, principal pronosticador de huracanes de la NOAA, aunque esta vez sin poner fecha sobre cuándo volverán a formarse los ciclones que se esfumaron del Atlántico y el Caribe.