Los argentinos entraron en el período de reflexión para definir la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, y con ello a su próximo mandatario. Será el ministro de Economía argentino y candidato oficialista, Sergio Massa, o el diputado libertario “anticasta” Javier Milei.
Un total de 35.8 millones de electores están habilitados para acudir a las urnas este domingo, en las que se declara un vencedor por mayoría simple.
En la primera vuelta, celebrada el pasado 22 de octubre, Massa, del frente gobernante peronista Unión por la Patria, obtuvo el 36,78 % de los votos y Milei, líder de la formación de ultraderecha La Libertad Avanza, logró el 29.99 %.
Massa y Milei confrontaron el pasado domingo sus ideas sobre economía, relaciones de Argentina con el mundo, educación y salud, producción y trabajo, seguridad, derechos humanos y convivencia democrática.
Massa salió avante aporreando al “León” Milei, en un debate que el candidato libertario preferiría olvidar.
Cuesta creer que el titular del Palacio de Hacienda, con una inflación interanual del 142.7 %, una pobreza del 40.1 % y una brecha cambiaria superior al 200 %, compita en la recta final de las elecciones a presidente.
Massa ya luchó por la Presidencia en 2015. Tachado a menudo de "arribista" y criticado por su flexibilidad política, es un viejo conocido de la primera línea política argentina. Ha pasado por diversos niveles, desde intendente de Tigre hasta 'superministro' de Economía, cargo para el que fue designado el 28 de julio de 2022.
Su palmarés como líder de partido contrasta con su mediocre desempeño en el último año como responsable de las finanzas.
Su provocador carisma y su rompedora manera de hablar de los políticos "chorros" (ladrones) han sido un imán para captar la atención de innumerables jóvenes y decepsionados de la política y los políticos.
Fue elegido diputado sorprendiendo en las elecciones primarias de agosto, cuando resultó el candidato más votado (29.86 %).
Ha ganando visibilidad con intervenciones en TV haciendo gala de una desinhibida oratoria gorda de insultos contra el poder establecido, la famosa "casta", a la que, no obstante, terminó aliada al recibir el apoyo del expresidente Mauricio Macri y la excandidata de JxC, Patricia Bullrich.
Milei llama la “casta” a "aquellos que están en la política pero son inmorales". Para este licenciado con dos títulos de posgrado y sin experiencia en materia política, la casta son aquellos que implementan políticas que le hacen "daño a la gente" y que para "proteger" sus propios privilegios argumentan que no se puede hacer otra cosa.
Con Massa y Milei compiten dos visiones polarizadas por tomar las riendas de lo económico: el radical liberalismo extremo frente a un enfoque pragmático y heterodoxo para estabilizar gradualmente el país, cada uno con sus posibles "efectos no deseados".
El débil escenario macroeconómico y social del país exige acciones contundentes, pero los candidatos presentan soluciones radicalmente opuestas, generando un dilema para los votantes.
Radical y anti sistema, Milei propone soluciones muy audaces: dolarizar la economía y desregular el comercio, privatizar empresas estatales, eliminar subsidios y reducir impuestos y gastos en obras públicas, prometiendo un crecimiento, estabilidad fiscal y una disminución de la inflación.
Para Leonardo Piazza, director de LP Consulting, el territorio desconocido del modelo libertario de Milei conlleva "una alta probabilidad de descontrol económico a corto plazo y el riesgo de hiperinflación" si las medidas, como la unificación cambiaria, no se implementan de manera ordenada.
Por otro lado, Massa, defiende la necesidad de un "Estado presente" para regular y garantizar lo que el mercado no puede hacer solo. Apuesta por un mayor perfil exportador a partir de 2024 para reforzar las reservas del Banco Central, recuperar el equilibrio fiscal y mantener al Estado como promotor del desarrollo y la inclusión social.
"Massa confía en que la recuperación llegará mediante un superávit comercial que permitirá acumular reservas, tolerando cierta inflación para reducir el déficit fiscal. Sin embargo, no lo veo unificando o liberando el tipo de cambio", señala Piazza. (con información de EFE)
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