El Tribunal Superior de Pretoria sentenció a Nkosinathi Emmanuel Phakathi, el violador en serie más conocido de Sudáfrica, a 42 cadenas perpetuas y 791 años y seis meses de prisión. Esta histórica condena es una de las más duras dictadas en el país, después de que Phakathi, de 39 años, fuera declarado culpable de 90 violaciones, así como de secuestros, agresiones y otros crímenes cometidos entre 2012 y 2021.
Phakathi, originario de Ekurhuleni, una ciudad cercana a Johannesburgo, fue detenido en marzo de 2021, luego de casi una década de terror en la que atacaba a mujeres y niñas cuando se dirigían o regresaban del colegio o el trabajo, y en ocasiones, incluso en sus propios hogares.
Entre sus víctimas había escolares, siendo la más joven una niña de apenas nueve años y la mayor, una mujer de 44 años.
El tribunal determinó que Phakathi utilizaba diferentes estrategias para atacar a sus víctimas. En varias ocasiones, se hacía pasar por un electricista, utilizando esta excusa para acceder a las viviendas de las víctimas. Una vez dentro, sometía a las mujeres y niñas a brutales agresiones sexuales, algunas de las cuales fueron presenciadas por familiares, incluidos menores de edad.
En otros casos, Phakathi forzaba a niños o adolescentes a presenciar las violaciones, y en algunos incidentes, llegó a obligar a jóvenes a agredir sexualmente a sus amigas. Entre los cargos que enfrentaba se encontraban también secuestros, agresiones físicas y robos.
Durante el juicio, se retiraron 55 de los 203 cargos que se le imputaban inicialmente, pero el violador en serie se declaró culpable de los 148 restantes, lo que permitió agilizar el proceso judicial.
Además de las 90 violaciones, Phakathi fue encontrado culpable de cuatro delitos de violación forzada, tres de obligar a menores a presenciar actos sexuales, 43 secuestros, dos agresiones y cuatro robos.
Las pruebas de ADN fueron clave para vincularlo con varios de los casos, además del análisis detallado de su "modus operandi", que incluía el uso de intimidación y violencia extrema.
Durante el juicio, Phakathi solicitó indulgencia al tribunal, alegando que no era la misma persona que había cometido esos delitos y pidiendo que se consideraran los tres años y seis meses que había pasado en prisión preventiva.
Sin embargo, la fiscal Salome Scheepers argumentó que los delitos de Phakathi fueron de una gravedad extrema, causando no solo daño físico, sino también una profunda humillación y daño psicológico a las víctimas y sus familias.
Scheepers también enfatizó que Phakathi no mostró ningún signo de arrepentimiento y que su confesión de culpabilidad se debió a las pruebas abrumadoras que el Estado tenía en su contra.
La jueza Lesego Makolomakwe, encargada del caso, coincidió con la fiscal, afirmando que Phakathi no presentaba ninguna posibilidad de rehabilitación y que sus actos ameritaban una sentencia ejemplar.
Además de su condena a múltiples cadenas perpetuas, Phakathi fue incluido en el Registro Nacional de Delincuentes Sexuales y en el Registro Nacional de Protección de Menores, con el objetivo de garantizar que no tenga la oportunidad de volver a atacar a más personas en el futuro.
Phakathi perdió una pierna durante su arresto tras recibir disparos de la policía. Continuará cumpliendo su condena sin posibilidad de libertad condicional, poniendo fin a una de las historias más oscuras de criminalidad sexual en Sudáfrica.
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