Tres meses de implacable guerra han dejado la Franja de Gaza prácticamente inhabitable y a sus habitantes, aterrorizado por las bombas israelíes, sin posibilidad de escapar.
La destrucción generalizada son solo la punta del iceberg en la trágica realidad de 2.4 millones de palestinos: mientras los muertos se apilan por miles —22,835 muertos, según el último balance—, los vivos, casi todos desplazados y hacinados en campamentos en el sur, padecen frío, epidemias y hambruna.
La colosal ofensiva por aire, tierra y mar del Ejército de Israel contra el grupo islamista Hamás ha dejado en ruinas gran parte del enclave (más del 60% de sus construcciones son ahora escombros) y dos millones de gazatíes se han visto obligados a desplazarse hacia el sur (como ordenó al comienzo de la invasión Israel), a pesar de que los combates también castigan a esa zona.
La ciudad de Rafah, junto a la frontera con Egipto, alberga un millón de desplazados en condiciones miserables, por la negativa de Israel a un corredor humanitario permanente. Familias enteras —con niños, ancianos, enfermos y discapacitados— se han instalado en pleno invierno en carpas improvisadas, sorteando las inundaciones provocadas por las lluvias, el hacinamiento, el corte de electricidad, pero sobre todo, el hambre y la sed.
"Hambruna a la vuelta de la esquina"
Los gazatíes "afrontan los niveles más altos de inseguridad alimentaria jamás registrados. La hambruna está a la vuelta de la esquina", denunció alarmado Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios para la ONU.
"Para los niños en particular, las últimas 12 semanas han sido traumáticas: No hay comida. No hay agua. No hay clases. Sólo los aterradores sonidos de la guerra, día tras día", añadió.
"Gaza simplemente se ha vuelto inhabitable. Su gente es objeto de amenazas diarias a su propia existencia, mientras el mundo observa", deplora Griffiths en su informe, una muestra más de la impotencia de la ONU para aliviar la gravísima situación que atraviesa la población gazatí, por el veto de EU en el Consejo de Seguridad a cualquier resolución que vaya en contra de los intereses de Israel, aunque sea una mínima pausa humanitaria.
65 mil toneladas de explosivos
La guerra estalló el 7 de octubre tras el salvaje ataque del grupo islamista Hamás contra Israel, que dejó 1,200 muertos, entre ellos 36 niños, y 250 secuestrados, de los que 25 han muertos, 110 han sido libertados y otros 107 siguen en poder de los terroristas, entre ellos el mexicano Orión Hernández.
Desde entonces, el Ejército de Israel ha detonado 65,000 toneladas de explosivos sobre la Franja, que han causado cerca de 23,000 muertos, entre ellos 10,000 niños y 7,000 mujeres, y más de 58,000 heridos, según el Gobierno de Gaza, controlado por Hamás.
Estas cifras podrían ser mucho más elevadas, considerando que unas 8,000 personas se encuentran desaparecidas bajo los escombros.
"La guerra no sirvió"
El ataque a Israel "no fue una buena decisión, porque nuestra situación no aguantaba ninguna guerra. Si fuera una situación mejor, si fuéramos un país como Egipto, diríamos que sí", dice un gazatí bajo condición de anonimato, contradiciendo el apoyo aplastante de los palestinos que anuncian las encuestas.
"La guerra no nos sirvió, desde que nacimos solo hemos vivido en guerras ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo viviremos? No podemos más", añade, al asegurar que no descarta emigrar a Egipto.
Sin embargo, los gazatíes tienen prohibido salir del enclave, incluso si poseen una visa para acceder a otro país. Las salidas se autorizan a cuentagotas, tras una solicitud oficial de evacuación a través del Ministerio de Exteriores del tercer país, utilizando canales diplomáticos y embajadas, en coordinación con autoridades israelíes.
Red hospitalaria colapsada
La tragedia ocurre en medio del colapso de los servicios de salud en el enclave: 30 hospitales y 53 centros de salud de la Franja quedaron fuera de servicio, 121 ambulancias fueron destruidas y 326 miembros del personal médico fueron asesinados.
Las pocas clínicas que continúan funcionado lo hacen bajo mínimos: la tasa de ocupación de camas asciende al 350%, carecen del 60% de los insumos médicos básicos y muchos de los pacientes son atendidos en el suelo, sin anestesia, en medio de salas de espera abarrotadas por miles de desplazados.
"Las condiciones de trabajo son desastrosas debido a las interrupciones del suministro de agua y alimentos, y a la falta de seguridad" en los hospitales, aseguró Medhat Abás, portavoz del Ministerio de Sanidad de Gaza.
Unas 400,000 personas contrajeron enfermedades infecciosas y de los 6,000 heridos que necesitan ser atendidos en el extranjero, solo 650 han podido salir del enclave, mientras muchos bebés prematuros y enfermos de cáncer están en riesgo de muerte.
"La comunidad humanitaria se ha quedado con la misión imposible de apoyar a más de 2 millones de personas, incluso cuando su propio personal está siendo asesinado y desplazado, mientras continúan los cortes a las telecomunicaciones, las carreteras sufren daños y se dispara contra los convoyes", lamentó Griffiths.
"Las generaciones venideras nunca olvidarán estos 90 días de infierno y de ataques a los preceptos más básicos de la humanidad", advirtió al abogar por un cese el fuego inmediato.
Desmantelado el poder de Hamás en el norte
El Ejército israelí dio este domingo por “desmantelada” la “estructura militar” de Hamás en el norte de Gaza, donde han eliminado a unos 8,000 milicianos palestinos.
“Ahora estamos concentrados en desmantelar las unidades de Hamás en el centro y el sur de la Franja”, anunció el portavoz jefe de las Fuerzas Armadas, contralmirante Daniel Hagari.
Sin embargo, el hecho de que Israel, pese a su poderío militar infinitamente mayor que el de Hamás, haya necesitado tres meses para desmantelar la estructura militar de Hamás en el norte de la Franja, sin que lo haya logrado en el centro y sur, no haya logrado aún dar con el paradero del cerebro del ataque terrorista del 7 de octubre, Yahya Sinwar, y no haya hecho todo lo posible para lograr la liberación de los rehenes, es percibido por la sociedad israelí como un un fiasco y señala como culpable al primer ministro Benjamín Netanyahu.
Una encuesta de “Times of Israel” revela que sólo un 15% de los israelíes quiere elecciones anticipadas para echar a Netanyahu del poder. Pero el mandatario del gobierno más ultraderechista de la historia de Israel tiene otros planes.
“La guerra no debe detenerse”
Este domingo, cuando se cumplen tres meses de implacable ofensiva contra Gaza y a pesar de las crecientes críticas internacionales por la crisis humanitaria sin precedentes, Netanyahu se ha mostrado impasible: "La guerra no debe detenerse".
"Hace tres meses Hamás cometió una terrible masacre contra nosotros", recordó Netanyahu. "Mi gobierno ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel que fueran a la guerra para eliminar a Hamás, liberar a nuestros rehenes y garantizar que Gaza nunca más vuelva a ser una amenaza", añadió y concluyó con un mensaje contundente: "La guerra no debe detenerse hasta que alcancemos todos los objetivos; lo digo tanto a nuestros enemigos como a nuestros aliados", en clara alusión al gobierno de EU, que por un lado pide sin éxito que baje drásticamente el número de civiles muertos y por otro sigue enviando armas a Israel.
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