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Trump “anima” a Putin a que haga “lo que quiera” con los aliados de la OTAN morosos

Biden calificó de desquiciadas y atroces las declaraciones del aspirante republicano; temor de los países europeos vecinos a Rusia si regresa al poder

Donald Trump dando un discurso ante una multitud
Trump durante un mitin en Conway, Carolina del Sur Trump durante un mitin en Conway, Carolina del Sur (US candidate to Republican presidential primaries Donald Trump holds Get-Out-The-Vote Rally/EFE)

Donald Trump ya se siente nuevo presidente de Estados Unidos y anticipa que una de sus prioridades internacionales será ponerse a las órdenes de su admirado dictador ruso, Vladimir Putin.

El casi seguro candidato presidencial republicano declaró la noche del sábado durante un mitin en Carolina del Sur que “animará” a Rusia a “hacer lo que diablos le dé la gana” contra cualquier país de la OTAN que, en su opinión, no gaste lo suficiente en la defensa colectiva.

El comentario de Trump desencadenó la alarma y la condena de su probable rival en las urnas en noviembre, el presidente, Joe Biden, así como entre los países aliados europeos que aún tienen muy presente las amenazas contra la Alianza Atlántica por parte de Rusia, y las exigencias para que sus miembros aumentaran sus contribuciones, que el entonces presidente multiplicó durante su mandato.

El vocero de Biden, Andrew Bates, recordó que el presidente demócrata “ha restablecido nuestras alianzas y nos ha hecho más fuertes en el mundo porque sabe que la primera responsabilidad de todo comandante en jefe es mantener seguro al pueblo estadounidense”.

Bates agregó que es “atroz y desquiciado fomentar la invasión de nuestros aliados más cercanos por parte de regímenes asesinos”.

En Bruselas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, le acusó sin nombrarle de “socavar la seguridad” de esas naciones.

A lo largo de su encuentro con votantes de Carolina del Sur, antes de las primarias en ese Estado que pueden terminar de sellar la designación de Trump como candidato oficial republicano en las elecciones de noviembre, el expresidente ―de siempre tan crítico con la Alianza como cálido con el presidente ruso, Vladímir Putin― se explayó en sus críticas contra la OTAN. “(La institución) estaba manga por hombro hasta que llegué yo”, afirmó. Y recordó que durante su mandato dejó muy claro a los países miembros que “todo el mundo tiene que pagar”.

El domingo, lejos de echarse atrás, veía su propia apuesta y la doblaba en las redes sociales: “No debería darse ningún dinero en forma de ayuda exterior a ningún país, excepto si se hace como préstamo, no como donación”, escribía en mayúsculas en su Truth Social. “No tenemos que dar más dinero”, sostenía, “sin esperanzas de recuperarlo, o sin ‘condiciones’ impuestas”.

Los comentarios de Trump meten de lleno a la Alianza en una campaña electoral estadounidense desbordante de animadversión. Y han reabierto la incertidumbre en Europa sobre el futuro de una institución clave en las relaciones transatlánticas desde la posguerra si el magnate inmobiliario regresa a la Casa Blanca, y lo fiable que pueda ser Estados Unidos como socio. 

El candidato republicano ha prometido “reevaluar de modo fundamental” el “propósito y misión” de la OTAN si vuelve a ser elegido presidente. Algo que inquieta, en especial, a los países europeos vecinos de Rusia: Finlandia, Polonia y los bálticos Letonia, Lituania y Estonia.

“Cualquier sugerencia de que los aliados de la OTAN no se defenderían entre sí socava toda la seguridad de la Alianza y pone en riesgo a los soldados estadounidenses y europeos”, declaró en un comunicado Stoltenberg. “Cualquier ataque a la OTAN recibirá una respuesta unida y contundente”, zanjó visiblemente molesto el diplomático noruego.

En Varsovia, el ministro de Defensa polaco, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, advertía en redes sociales que “ninguna campaña electoral amerita el jugar con la seguridad de la Alianza”. “El lema de la OTAN ‘todos para uno, uno para todos’ es un compromiso concreto”, recordaba.

Las palabras de Trump llegan precisamente en pleno debate en la Alianza sobre el porcentaje que dedican los aliados a defensa que, según el compromiso de Gales —en 2014— es del 2% del PIB. Los aliados acordaron en la cumbre de Vilnius (Lituania), el pasado julio, navegar más allá.

Stoltenberg repite, por ejemplo, que esa cifra debe ser el suelo y no el techo. Sin embargo, solo algunos de sus 31 aliados (Finlandia fue el último en unirse, en abril de 2023) dedican el 2%, aunque el gasto se ha incrementado tras la guerra de Rusia contra Ucrania.

El gasto en defensa en medio de las llamadas de advertencia de líderes europeos sobre una guerra larga en Ucrania y la amenaza rusa —en algunos, como Bélgica, han hablado incluso de volver al sistema de reservistas— se debatirá el jueves, durante la reunión de ministros de Defensa de la OTAN, en Bruselas, que, sin duda, estará marcada por la nueva salida de tono de Trump.

El expresidente también se ha pronunciado cuando la ayuda estadounidense a Ucrania, que ese país necesita con urgencia para tratar de repeler la invasión rusa, se encuentra atascada en el Congreso en Washington desde hace meses.

El Senado trata de aprobar una partida presupuestaria extraordinaria que incluye 61 mil millones de dólares para su aliado, y este mismo domingo daba un nuevo paso adelante en una votación de procedimiento. Aunque la Cámara alta acabe dando luz verde al proyecto de ley, se desconoce qué hará la Cámara de Representantes, donde es mucho mayor el rechazo de los legisladores republicanos a dedicar más fondos a esa guerra. Trump, que mantiene un control cada vez más firme de su partido en el Congreso, se ha declarado una y otra vez opuesto a continuar la asistencia a Kiev.

Algunos miembros de la OTAN han expresado su temor a que, si EU da la espalda al aliado al que ha prometido ayudar “con todo lo que haga falta, mientras haga falta”, Putin se sienta alentado a atacar otros países después de Ucrania.

La Administración Biden ha multiplicado su presión sobre el Congreso y sus contactos con los aliados en las últimas semanas para tratar de sacar adelante la asistencia al país invadido. El viernes, el presidente estadounidense se reunió en la Casa Blanca con el canciller alemán, Olaf Scholtz, con quien se mostró de acuerdo en mantener el respaldo a Kiev. 

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