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¿Quién es Viganò, el arzobispo excomulgado que llamó siervo de Satanás a Francisco?

El rostro visible del sector ultraconservador de la Iglesia fue condenado por “cismático” y poner negar la autoridad de Francisco

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El arzobispo excomulgado Carlo María Viganò

El arzobispo excomulgado Carlo María Viganò

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El italiano Carlo Maria Viganò es, junto al cardenal estadounidense Raymond Burke, los dos rostros más conocidos del sector ultraconservador de la Iglesia católica, la que nunca vio con buenos ojos la llegada al trono de San Pedro de Francisco, de un papa “del fin del mundo”, de la periferia, donde el que fuera cardenal de Buenos Aires se mezclaba con los pobres en los barrios marginales y despreciaba la púrpura de los “príncipes de la Iglesia”.

Pero ninguno de los llamados “cuervos negros”, como se conocen a los conspiradores con sotana contra la autoridad del papa, ha sido tan feroz en sus críticas como el arzobispo Viganò, quien llama públicamente a Francisco el “usurpador” y fue excomulgado el viernes, tras se hallado culpable de “cismático”, que en el Derecho Canónico es el delito en el que incurre quien, siendo parte de la Iglesia católica, reniega de la autoridad del papa.

La Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, confirmó la sentencia de excomunión (expulsión de la Iglesia) en un breve comunicado, alegando sus "conocidas afirmaciones públicas" en las que el monseñor se niega a someterse al pontífice.

Viganò también ha sido condenado por renegar de "la legitimidad y autoridad magisterial" del Concilio Vaticano II, la "cumbre" que entre 1962 y 1965 modernizó y actualizó la Iglesia.

Los miembros de la Iglesia que reniegan del Concilio Vaticano II siguen la eucaristía que impuso el papa Pío V en el Concilio de Trento en 1570 de la que surge la “misa tridentina (de Trento)”, misa en latín de espalda a los fieles.

El papa Benedicto XVI, del sector tradicionalista moderado de la Iglesia (al igual que su antecesor Juan Pablo II) llamó a la “misa tridentina” una “forma extraordinaria” del rito romano, pero Francisco, del ala progresista, declaró en 2021 que sólo hay una expresión del rito romano, que el promulgado por los pontífices Pablo VI y Juan Pablo II en conformidad con lo aprobado por el papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano II.

Pero, ¿quién es Viganò y qué hizo para recibir una pena eclesial tan rara como drástica?

Viganò, de 83 años, fue nombrado arzobispo en 1992 por Juan Pablo II y luego, entre otros cargos, ejerció como nuncio (embajador) en Nigeria hasta 1998 y entre 2011 y 2016 en Estados Unidos, donde se congrega un importante núcleo de críticos con el papa argentino.

En los últimos años, no ha escondido su confrontación con Bergoglio y en 2018 le acusó abiertamente de conocer los abusos sexuales del cardenal estadounidense Theodore McCarrick, a quien el pontífice más tarde expulsaría del sacerdocio por sus conductas.

Francisco, el "amigo de los gays"

Viganò llegó a pedir la dimisión del Papa, acusándolo de herejía y criticando sus posturas sobre la inmigración, el cambio climático y las parejas del mismo sexo.

En estos años ha tildado a Francisco de "herético", "tirano" y "siervo de Satanás", puesto en duda su elección en el cónclave de 2013 y atacado duramente algunas de sus decisiones, sobre todo las más aperturistas, como el documento 'Fiducia Supplicans' (2023) que permite una bendición informal de parejas homosexuales.

"Mientras que para el creyente católico la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica, para Bergoglio la Iglesia es conciliar, ecuménica, sinodal, inclusiva, inmigracionista, ecosostenible y amigable con los gays", escribió en una larga declaración publicada el 28 de junio.

Es patrón de la fundación ultraconservadora 'Exsurge Domine', que tiene por misión "ayudar a los religiosos perseguidos por su fidelidad a la tradición" (el nombre alude a la bula del 1520 contra las herejías de Martín Lutero firmada por León X).

El 28 de junio, cuando se le comunicó la apertura del juicio canónico, lo consideró "un honor" en sus perfiles de la red social X.

Entonces calificó entonces al Concilio Vaticano II (1962-1965) de "cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico" y tildó la "Iglesia Bergogliana", la del papa Bergoglio, de "metástasis".

Juzgado por la antigua Santa Inquisición

La Doctrina de la Fe, con orígenes en la extinta Inquisición y que vela por la corrección doctrinal y disciplinar, comunicó al monseñor la apertura de un proceso por incurrir presuntamente en "cisma".

La noticia la dio él mismo en las redes sociales -no el Vaticano- adelantando que no tenía ninguna intención de personarse al requerimiento de las autoridades de la Santa Sede.

El plazo para presentar sus alegaciones terminaba el 28 de junio. Una semana después, el 4 de julio, la Doctrina de la Fe se reunió para deliberar su caso y determinó su culpabilidad.

La Santa Sede comunicó un día después al exnuncio el veredicto, pero este todavía no se ha pronunciado (ni tampoco sus eventuales simpatizantes). Su última aparición en X, de este mismo viernes, se resume en una imagen del Crucificado y un mensaje de agradecimiento a quienes le apoyan y pidiendo donaciones a su fundación.

Excomunión 'latae sententiae'

El pronunciamiento de la Doctrina de la Fe es una excomunión 'Latae sententiae", es decir, una sanción en la que se incurre inmediata y automáticamente solo por haber cometido un hecho.

De ahora en adelante, según el artículo 1.331 el Derecho Canónico, Viganò no podrá "de ningún modo" oficiar misas ni otras ceremonias de culto público, ni impartir o recibir sacramentos, ejercer cargos eclesiásticos u ordenar actos ejecutivos, entre otros castigos.

Sin embargo, la excomunión, aunque es una pena muy grave dentro de la legislación apostólica, no tiene por qué ser definitiva, tiene una intención "medicinal" y puede ser revocada en caso de que el condenado se arrepienta y regrese a la obediencia.

Su controvertido caso, por ejemplo, ha sido comparado con otro de los pocos precedentes a ese nivel, el del arzobispo francés Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad de San Pío X, crítico con el Vaticano II y excomulgado en 1988 por Juan Pablo II por actos cismáticos.

Todo para evitar las divisiones que marcan la milenaria historia de la Iglesia, algunas tan importantes como el "Cisma de Occidente", que entre 1378 y 1417 dividió el papado en dos, Roma y Avignon, o el que separó en el 1054 para siempre a católicos y ortodoxos de oriente.