Nacional

Además de prohibir la venta de productos, es necesario entender el ecosistema obesogénico para devolver la vida saludable, señalan organizaciones especializadas

Combatir obesidad y sedentarismo de alumnos, sólo atacando desde varios flancos

Más allá de solamente prohibir venta de productos, es necesario entender el ecosistema obesogénico para devolverle a los niños y jóvenes el derecho a la vida saludable — La estrategia “Vida saludable” que combatirá la obesidad y sedentarismo infantil en las escuelas públicas de todos los niveles educativos, es un trabajo multisectorial que va más allá de solamente prohibir la venta de los llamados alimentos chatarra.

Además de Educación Pública (SEP), es necesaria la participación de Salud, Economía, Gobernación, la Cámara de Diputados, cámaras empresariales, autoridades del Deporte, y los juzgadores de la Corte, por los antecedentes de cabildeo de la industria de ultraprocesados.

La construcción del ecosistema que daña diariamente la salud de los menores de edad desde las escuelas públicas, y también privadas, en México comenzó hace 30 años con la llegada de nuevos productos y alimentos estadounidenses al país, e incluso de grupos empresariales que comercializan sus marcas a través de las tienditas escolares.

Además, es fomentada la práctica de un estilo sedentario de vida con la ausencia de la impartición de Educación Física en las escuelas; hoy esta actividad necesita involucrar a los adultos en el sistema educativo nacional, lo mismo Padres de Familia que Maestros y autoridades educativas, a quienes también agobia la misma obesidad e inactividad.

La promoción y el Marketing de los alimentos ultraprocesados requiere ser regulada por el gobierno para evitar que las marcas comerciales patrocinen a deportistas profesionales y sus equipos, generando confusión en la presunta salud que genera, por ejemplo, la ingesta de bebidas azucaradas o bollería industrial, tan común en el futbol mexicano.

Del maíz al FastFood

Con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, hoy TMec, la dieta y hábitos de estilo de vida de los mexicanos fue cambiada; la relación comercial multiplicó el crecimiento de las tiendas de conveniencia y los restaurantes estadounidenses de comida rápida en territorio mexicano, hoy muy comunes.

La misma dinámica que impulsó la liberalización de la economía y la contracción de la participación del Estado en la vida social mexicana, también posicionó a México como el socio comercial fundamental para Estados Unidos, y 30 años después igualmente obeso y enfermo que aquella nación.

Con el TLCAN creció el consumo de alimentos altamente calóricos y de baja calidad nutricional; disminuyó el gasto familiar en alimentos recomendables como frutas, verduras, lácteos y carnes; la enfermedad de obesidad en México creció y fue normalizada porque la dieta se basa más en alimentos procesados importados; y a diabetes tipo II, desarrollada por hábitos alimenticios, es ahora la principal causa de muerte en México.

La apertura comercial redujo drásticamente los aranceles transfronterizos y permitió que “el maíz barato, la carne, el jarabe de maíz de alta fructosa y los alimentos procesados” provenientes de Estados Unidos inundaran México a través de tiendas como Oxxo.

“Esos cambios contribuyeron a que la cifra de mexicanos obesos, de 7.0 por ciento en 1980, se triplicara para alcanzar el 20.3 por ciento de la población en 2016, de acuerdo con el Instituto de Evaluación y Mediciones de Salud de la Universidad de Washington.

Ningún sexenio desde Ernesto Zedillo Ponce de León (PRI) hasta el que acaba de terminar de Andrés Manuel López Obrador (MORENA), logró disminuir la incidencia de la diabetes tipo II, hipertensión, males cardiacos y cánceres, en el país, que ahora también enferman y matan a niños y jóvenes en México.

Interés comercial sobre la salud infantil

Hoy se sabe, de acuerdo con la “Alianza por la Salud Alimentaria” y el “Poder del Consumidor”, que el interés comercial ha estado por encima de la salud infantil y juvenil en México.

Negociadores de México y Estados Unidos cabildean permanentemente a favor de la industria de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, y bloquean recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud para combatir la epidemia de obesidad infantil y adulta.

Por eso, la estrategia “Vida Saludable” de la presidenta Claudia Sheinbaum que combatirá la obesidad y sedentarismo infantil en las escuelas públicas de todos los niveles educativos, es un trabajo multisectorial que va más allá de prohibir la venta de comida chatarra en las tienditas de los planteles educativos, se requiere el entendimiento del problema que hipoteca el futuro de México y el trabajo de varias Secretarías de Estado.

Pierden aprendizajes, pero ganan kilos

Además de perder aprendizajes, los estudiantes de educación básica en México afectan su salud diariamente porque tienen acceso en sus escuelas a los alimentos ultra procesados, lo que les genera un aumento de 5 kilogramos por año, alertaron especialistas.

Esto significa que tan solo en seis años de primaria un alumno puede desarrollar 30 kilogramos de sobre peso por consumir azúcar y carbohidratos refinados en exceso, de acuerdo con un análisis hecho por el Poder del Consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

La Cámara de Diputados señaló por su parte que se requiere supervisión de la autoridad educativa en las escuelas, pues aquello contribuye a que uno de cada dos niños y niñas desarrolle diabetes tipo II a lo largo de su vida, un escenario que ningún sistema de salud puede enfrentar ni costear.

“En un plantel de educación básica se consumen en promedio al día 550 calorías por persona a través de tres productos ultraprocesados, lo que genera un aumento de 5 kg al año, y se pueden generar hasta mil 711 residuos contaminantes provenientes de estos productos”, señala REDIM.

En su Balance sobre la Garantía a los Derechos de niñas, niños y adolescentes en México durante 2022, indica que actualmente, 4 millones de ellos ya viven con sobrepeso y obesidad, constituidas como morbilidades en la pandemia.

Ley Educativa Incumplida

Hace dos años, el 30 septiembre de 2022 la Cámara de Diputados aprobó con 479 votos a favor y 3 abstenciones reformas y adiciones de diversas disposiciones a la Ley General de Educación para cambiar la actividad comercial de alimentos dentro de las escuelas.

“Para promover una vida saludable, y prohibir la venta y publicidad de alimentos y bebidas que no favorezcan la salud en correspondencia con la garantía de los derechos de la infancia y adolescencia”, señalaron los legisladores y exhortaron a la Secretaría de Educación Pública (SEP) a instrumentar la nueva Ley, pero a la fecha no es acatada.

Para la SEP ha sido prioritario modificar el currículo escolar, otorgar becas, modificar alguna infraestructura, y ha dejado de lado la salud de los estudiantes, sin que se tenga conocimiento de cómo está implementando la Ley de Educación, prohibiendo venta de alimentos insalubres y fomentando la activación física para alumnos.

Por eso la estrategia “Vida Saludable” corre el riesgo de quedarse en un anuncio espectacular de la conferencia presidencial matutina, o en un programa más de otros que fueron presentados pero que a la luz de los indicadores de obesidad, sedentarismo y diabetes infantil, fracasaron en su ejecución.

A la niñez y adolescencia se le debe garantizar el derecho a una alimentación sana y nutritiva, demanda REDIM en su Balance Anual.

“Sin embargo, el alto consumo de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas en las escuelas está generando riesgo para la salud de niños, niñas y adolescentes, además de impactar negativamente en el ambiente”, estipula el documento.

Debate judicial olvida a los niños de México

Otro actor que requiere sumarse a la estrategia es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) pues no obstante la evidencia que dejan las cifras, se encuentran pendientes ante los ministros resoluciones que eviten amparar la agenda comercial de la industria de ultraprocesados que abastece las tienditas escolares.

Esta misma industria cabildeó en la Corte para imponer la eliminación del etiquetado que advierte a la población sobre los excesos de azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías.

El Dr. Juan Rivera, del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, presentó desde 2014 datos preliminares sobre la “Evaluación de la aplicación de la tercera etapa de los lineamientos para el expendio de alimentos y bebidas en los planteles de educación básica”.

Mostró desde hace 10 años que las escuelas cuentan con una baja disponibilidad de frutas, verduras y agua potable, en contraste con la alta disponibilidad de galletas, pastelitos, confites, botanas y bebidas azucaradas.

Lo anterior confirmó desde hace una década que un porcentaje muy elevado de planteles de educación básica incumplen con los lineamientos de la Ley Educativa; y encontró un bajo porcentaje de material educativo para el cumplimiento de los lineamientos.

El Dr. Rivera puso énfasis en la importancia de tener mecanismos de rendición de cuentas donde se identifiquen responsables de vigilar el cumplimiento de la Ley para proteger lo más importante para los niños, que es la salud.

Combatir obesidad y sedentarismo infantil requiere un trabajo Multisectorial