
En el marco de esta sesión extraordinaria, nos reúne la conmemoración del septuagésimo quinto aniversario de la ANUIES, una organización que ha sido testigo y protagonista del devenir educativo nacional, promoviendo las políticas y estrategias que han modelado el sistema de educación superior en México.
El acto fundacional de marzo de 1950, gestionado ―entre otras personalidades― por el entonces rector de la Universidad Nacional, el Dr. Luis Garrido Díaz, consolidó una voluntad colectiva: fortalecer a la educación superior y proyectarla como plataforma para el desarrollo nacional, mediante la cooperación entre instituciones diversas, pero unidas por una misión común con el saber, la equidad y el progreso social.
Aquel momento se inscribía en un periodo de profundas transformaciones nacionales y globales, producto de la posguerra. Surgió así una apuesta visionaria: articular los esfuerzos de las universidades públicas, tecnológicas, pedagógicas, politécnicas y demás Instituciones de Educación Superior, para responder de manera conjunta a los grandes problemas educativos, científicos, sociales y culturales del país.
Desde entonces, la ANUIES ha sido mucho más que una asociación: ha sido un proyecto de nación, un espacio de diálogo, de diseño de políticas públicas, de coordinación académica y de reforma institucional. Ha sabido actuar como una red viva de trabajo entre diferentes casas de estudio que, con identidad propia, ha respaldado la educación terciaria.
En el presente, el contexto exige una renovada capacidad de respuesta y una visión más audaz. México es un país profundamente desigual, donde la educación superior incide directamente en la movilidad social, y donde persisten brechas regionales, digitales y de género que aún limitan las oportunidades de las juventudes mexicanas.
Frente a este panorama, nuestras instituciones están llamadas no solo a formar profesionistas altamente capacitados, sino a contribuir activamente en la edificación de una sociedad más justa, más incluyente y sustentable.
El sistema de educación superior, por su parte, ha tenido una expansión notable: hoy lo integran más de cinco millones de estudiantes, y más del 60% de ellos cursa sus estudios en instituciones públicas.
Sin embargo, también enfrentamos retos estructurales: mejorar la calidad educativa, reducir el abandono escolar, asegurar la pertinencia de los programas de estudio, incrementar la inversión en ciencia y tecnología, y ampliar los vínculos con la sociedad, el sector productivo y las comunidades.
Asimismo, en un país donde solo tres de cada diez jóvenes que ingresan a primaria logran concluir una licenciatura, no basta con ampliar la matrícula. Es indispensable transformar el sistema para poder acompañar las trayectorias educativas desde la infancia, reforzar la educación media superior, innovar los modelos de formación, impulsar la investigación, y reconocer el valor cultural, científico y humanista en nuestras universidades.
En ese sentido, la contribución de la educación superior en la promoción del bienestar social, la difusión de la cultura, el crecimiento económico, la preservación de la vida democrática y la generación de conocimiento resulta irremplazable.
Como Universidad Nacional Autónoma de México nos honra haber caminado junto a esta Asociación en todas sus etapas. Hemos contribuido en la construcción de puentes, en el intercambio de saberes, en la sincronización de agendas y en la afirmación plena de los principios fundamentales de la educación pública.
El futuro de la educación superior exigirá una nueva etapa de corresponsabilidad, sostenida en la demanda de un financiamiento suficiente y que se mantenga a lo largo del tiempo; en la promoción de la justicia intergeneracional; en la autonomía como pilar insustituible de la vida académica; en la apertura al diálogo con todos los sectores; y en la presencia de un Estado comprometido con el conocimiento como un bien público irrenunciable.
De ahí que la educación superior no puede ni debe ser ajena a las luchas sociales, a los procesos democráticos ni a las aspiraciones de una ciudadanía crítica, informada y sensible con su entorno. En ello radica su fuerza histórica y su vigencia.
Bajo esta perspectiva, México necesita una educación superior con raíces profundas y horizontes amplios. Una educación capaz de atender las coyunturas del presente, pero también de anticipar y modelar el porvenir.
Que esta celebración nos inspire a seguir construyendo un sistema educativo con menos desigualdades y más pertinente. Porque no hay futuro justo sin una educación superior de calidad, con recursos suficientes, carácter intercultural y perspectiva de género; y no puede haber democracia plena sin universidades libres, autónomas, comprometidas con su tiempo y con la sociedad.
*Intervención del Rector de la UNAM en la Ceremonia Solemne por los 75 años de la ANUIES, en Hermosillo, Sonora, ayer 25 de marzo