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Buscadoras de Coahuila son pioneras en búsqueda de desaparecidos. Reclutamiento forzado del crimen no es nuevo, dicen. Hallaron el ejido Patrocinio hace 12 años; desde entonces han encontrado otros 8 sitios

“Exterminio es muerte y nosotras, las madres, lo hemos sufrido”…

Colectivos de Madres buscadoras viven todos los días con el anhelo de encontrar a sus familiares no localizados (Archivo/Cuartoscuro)

En diez años, han identificado nueve campos o zonas de “exterminio”. No es un término nuevo. Ellas, las madres buscadoras, usan esa palabra desde hace tiempo, “porque ahí se mató a mucha gente de forma salvaje; al gobierno le puede causar ruido, pero exterminio es muerte, y nosotras lo hemos sufrido en carne propia”, expresó a Crónica Silvia Ortiz, del grupo Víctimas por sus Derechos en Acción (VIDA).

VIDA se formó hace 12 años, en Coahuila, aquel entonces uno de los estados con más desapariciones en el país. Es uno de los colectivos pioneros en la búsqueda de personas, junto a Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUNDEC).

En el arranque de enero de 2015 salieron por primera vez a campo y, para mediados de mes, registraron su primer hallazgo, los huesos de una joven mujer.

En abril de ese mismo año descubrieron el ejido Patrocinio, en San Pedro de las Colonias -región lagunera-: hasta ahora, siguen detectando restos ahí. Por el número inicial de fosas, lo bautizaron como “campo de exterminio”.

Tras lo ocurrido en Teuchitlán, Jalisco, recurrimos a ellas, precursoras en la búsqueda de desaparecidos, para escuchar su voz y su sentir…

“En sus conferencias las autoridades parecen sorprendidas por estos sitios, por el reclutamiento forzado de personas, en especial jóvenes, por la forma atroz como matan a quienes se resisten o desobedecen, pero nada de eso es nuevo”, contó doña Silvia, quien lleva 20 años buscando a su hija Stephanie.

“¿Jóvenes reclutados a la fuerza? Tuvimos testimonios desde años”.

-¿Cuándo?

-Al menos desde 2011, 2012… Recuerdo dos casos en particular porque se abrieron carpetas en la entonces Procuraduría General de la República: el de una muchachita, una de sus amigas y el novio de esta, quienes estaban en una fiesta; los Zetas llegaron ahí buscando a una persona y se los llevaron a la fuerza. Una de las chicas sobrevivió y pudo salir libre porque le gustó a uno de los delincuentes.

-¿Y el segundo caso?

-El de un chico y su hermana menor que fueron levantados en el rancho donde mataron a sus padres. El joven fue obligado a sumarse al crimen, a cambio de no causar daño a su hermanita. Hasta salió un video donde pide perdón por lo que hizo, pero dice que era la única forma de salvar a la niña. Al final, el muchacho murió abatido. Han pasado cuatro gobiernos, con el actual, y ninguno ha hecho nada.

El campo Patrocinio, con sus 64 hectáreas de muerte, es historia inagotable. Albertina Ortega, una antropóloga del INAH, calculó 20 años de exploración y recuperación de restos en ese terreno; recién, autoridades de Coahuila, subieron el plazo a 25 años…

“Llegamos ahí el 27 de abril de 2015. Éramos más de 100 familias en el colectivo y estábamos tan desesperadas que comenzaron a caminar y a caminar. Nuestros mejores informantes eran los chiveros, los vaqueros y los leñadores. Se encontraron cinco fosas, de las cuales una era múltiple, porque había restos de diferentes personas. Llevamos diez años buscando ahí y aún no vemos luz ni final”.

-¿Siguen encontrado restos ahí?

-Muchos, han salido más fosas. No hemos parado: ya tenemos una agenda anual de trabajo: cuatro días a la semana, de lunes a jueves, una semana sí y otra no, para dar oportunidad a los peritos de dictaminar lo encontrado. La semana de descanso la aprovechamos para realizar búsquedas en Durango.

Además del campo Patrocinio, las madres buscan en otros 8 lugares en diferentes puntos del estado, a los cuales les han colocado la etiqueta de “sitios de exterminio”: El Volcán, San Antonio de Gursa, Santa Elena, San Antonio del Alto, Francisco Aguanaval, El Venado y Estación Claudio, todos espacios abiertos. El noveno es Bodega La Rosita, un sitio parecido al rancho Izaguirre de Teuchitlán.

“La bodega está entre Francisco Madero y San Pedro. Dimos ahí por una llamada anónima, y la empezamos a trabajar en 2017. ¿Qué nuevo va a ser esto de los ranchos y bodegas para operaciones del crimen? Las autoridades son o se hacen. Lo de Teuchitlán es apenas el principio de una pesadilla”.

-¿Por qué lo dice? -se preguntó a doña Silvia.

-A las compañeras madres de Jalisco les falta pasar por muchas cosas terribles, como la identificación. Llegará el día en que quizá tendrán sobre una larga mesa 2 mil o 3 mil fragmentos humanos, y estarán ahí expertos, químicos o peritos y les dirán: ´de todos estos, sólo 30 o 40 son viables para identificar´. Y de esos, sólo cuatro o cinco arrojarán un perfil.

-¿Qué pasa cuando un fragmento empieza el proceso de identificación?

-Se pierde, porque lo pulverizan, queda en polvito. Y cuando son fosas múltiples, como al parecer ocurrirá en Teuchitlán, no se le puede dar nada a nadie con la certeza de que es su ser querido. Todas quisiéramos recibir los restos de nuestro desaparecido, llevarlos al camposanto y llorarles, hasta por salud mental, pero en estos casos no es posible. Sufrimos mucho, buscamos y buscamos y al final no tenemos nada.

-¿Qué opina de la respuesta del gobierno federal, de su paquete de leyes, después del caso Jalisco?

-Pésima, la presidente debió asesorarse primero, lo que está planteando ya está en las leyes, da la impresión de que no sabe nada del tema.

-¿Qué le sugeriría?

-Que se siente a platicar con las víctimas, las madres buscadoras sí sabemos cosas, tenemos ideas, estrategias, propuestas para cambiar la realidad de los desaparecidos. Tristemente hemos sido desdeñadas, más aún en el sexenio pasado.

-Dice la presidenta que para escucharlas está la Secretaria de Gobernación Rosa Isela Rodríguez.

-No nos quiere escuchar, es terrible. ¿Qué somos para ella? Tal vez nada, como el polvo en el que quedan los huesos de los desaparecidos sin nombre…

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