
Los altos índices de sobrepeso y obesidad que han tenido un impacto considerable en millones de personas, prácticamente de todas las edades y de ambos sexos, se ha visto impulsado, entre otros muchos factores al consumo de alimentos ultraprocesados, y un concentrado en ciertos alimentos que da una sensación de recompensa similar a ciertas drogas.
El Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), resaltó lo anterior, con base en un estudio de la Universidad Oberta de Catalunya denominado “Enganchados al glutamato”, en el cual se señala que éste se esconde bajo 50 nombres diferentes, entre los que destacan: E-621, MSG, extracto de levadura, proteína hidrolizada, ácido glutámico y caseinato de sodio o de calcio, y afirma que su consumo promedio es de entre 5 y 12 gramos diarios.
Como resultado del uso del glutamato monosódico (GMS), es que este aditivo activa mecanismos neuronales de recompensa similares a los de ciertas drogas y en consecuencia se genera un mayor consumo de alimentos ultraprocesados, con todas las complicaciones a la salud que esto conlleva.
Se trata de un concentrado que se extrae de plantas como el betabel o la caña de azúcar, y cuya función en la industria es hacer que la lengua resulte más receptiva a los condimentos, a pesar de que por sí solo tiene un sabor desagradable.
Sustancia activa que estimula repetir el consumo
En el estudio mencionado también se da cuenta que dicha sustancia activa un conjunto de neuronas de nuestro cerebro que constituyen lo que llamamos sistema nervioso del refuerzo, que provoca, entre otras cosas, que la conducta se vuelva a repetir.
En este sentido, se subrayó que los individuos que consumen alimentos con glutamato tienen más tendencia a comer productos que lo contienen, generando voracidad en el individuo.
Este glutamato monosódico (GMS), se utiliza en restaurantes y lugares de comida rápida, en muchos alimentos procesados y envasados, perros calientes, carnes de almuerzo, así como en aderezos para ensaladas, mayonesa, salsa de tomate y salsa barbecue, pizzas congeladas y fideos instantáneos; para preparar salsas, quesos y lácteos, así como productos cárnicos y horneados, lo que ha impulsado su expansión, asegura un artículo publicado en Harvard Health Publishing.
Al respecto, es importante mencionar que en las últimas cuatro décadas, la industria alimentaria ha aumentado la producción del GMS, de 200 mil toneladas a 3 millones de toneladas, y con base en un análisis de Data Bridge Market Research, el mercado mundial del glutamato monosódico crecerá a una tasa compuesta anual del 4.90% para 2029, derivado de la alta demanda de productos ultraprocesados.
Cabe mencionar que otro tipo de investigaciones han dado cuenta de que el consumo del glutamato está relacionado con dolor de cabeza, enrojecimiento, sudoración, falta de sensibilidad, dolor en el pecho, náuseas o debilidad, además de que puede provocar cierta toxicidad a nivel neuronal y hepático.
En contraparte, diversos organismos sanitarios como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) y la Food and Drug Administration de Estados Unidos de América (FDA) consideran que el glutamato es seguro, siempre y cuando se tengan en cuenta las cantidades diarias sugeridas de 30 miligramos por kilo de peso corporal.