Minutos después de las 3 de la mañana de este sábado, el Senado de la República aprobó la nueva Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (HCTI). La votación se llevó a cabo sentados en sillas de aluminio y recargados en tablones de plástico, en el patio de la antigua sede de la Cámara alta; el antiguo Palacio de Xicoténcatl. Tras la aprobación, el decreto fue enviado al Poder Ejecutivo para su publicación en el Diario Oficial de la Federación y su entrada en vigor.
En la improvisada y extravagante sesión legislativa, que inició al viernes 28 de abril a las 10 de la noche, existió una amplia mayoría de senadores que respaldan al actual gobierno del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y que se denominan a sí mismos la Cuarta Transformación (4T). Ellos son integrantes de los partidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM).
En contraste con la mayoría oficialista, prácticamente no estuvieron presentes los diputados de los partidos de oposición, que se hacen llamar Bloque de contención, quienes habían tomado las dos tribunas de los recintos oficiales, en protesta por lo que califican como atropellos de los que defienden al gobierno. Ellos son militantes de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC). Su ausencia no fue absoluta, pues, por ejemplo, se registraron votos de la senadora panista Josefina Vázquez Mota.
El conteo final de votos para aprobar la nueva Ley General de Ciencia fue de 48 a favor, 2 en contra y 6 abstenciones, con lo cual esta nueva legislación no obtuvo unanimidad, ni siquiera entre quienes votaron por instrucciones del actual Presidente, a quien solamente le resta un año y cinco meses de gestión, por lo cual presionó a diputados y senadores que le atienden para que hicieran 18 grandes reformas a Leyes y reglamentos, una de las cuales fue la Ley General de Ciencia.
Esta aprobación de la Ley se realizó en contra de una parte significativa de los investigadores que serán normados por el nuevo marco legal; prueba de ello fueron las cartas de rechazo al cuerpo de la Ley, publicadas por la Academia Mexicana de Ciencias, la Academia de Ingeniería y la Academia Nacional de Medicina, que son los órganos civiles más antiguos y reconocidos internacionalmente de la investigación en México. También hubo cuestionamientos del cuerpo directivo de Facultades es Institutos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que es la universidad pública más importante del país. Asimismo hubo rechazo público de la Red Nacional de Consejos Estatales y Organismos de Ciencia, Tecnología e Innovación (Rednacecyt), y de otras agrupaciones civiles que reúnen a científicos, médicos, profesores y autoridades de instituciones de educación superior, como la Red ProCienciaMX. En síntesis; los políticos impusieron a la academia un dictamen en el que ni los vieron ni los oyeron, y en cuyos debates usaron repetidamente la frase “les guste o no les guste”, que usan los integrantes de la 4T para anunciar que realizarán una imposición sin escuchar otras perspectivas del tejido social mexicano.
La presión del gobierno a los legisladores que lo defienden fue tanta y los trucos político-legales tan evidentes que, por ejemplo, para completar el Quorum y que la sesión del 28 de abril fuera legal, los integrantes del partido mayoritario hicieron una maniobra para otorgar una licencia a la senadora de Morena, Claudia Esther Balderas Espinoza, quien se encuentra en Bélgica, e inmediatamente tomaron protesta, a toda velocidad, a la senadora suplente, Tania Carola Viveros Cházaro. Así solventaron un obstáculo que habría hecho ilegal todo su trabajo.
La Ley General de Ciencia fue la última reforma que aprobaron los Senadore en el primer Periodo Ordinario de Sesiones, que fue clausurado después de que se cantar el Himno nacional.
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