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Desarticulan red de falsificadores de licencias gracias a candados de seguridad

Crónica recogió el testimonio de defraudados y logró reconstruir la historia de éxito en una región de Jalisco, a partir del reforzamiento de este documento, susceptible al mal uso en entidades donde se desdeña su blindaje

Municipio de Tamazula de Gordiano, en Jalisco Municipio de Tamazula de Gordiano, en Jalisco (Archivo)

La emisión de licencias de conducir con estándares internacionales y candados de seguridad ha permitido la detección y persecución de redes dedicadas a falsificarlas.

Así ha ocurrido en distintos estados del país, uno de ellos Jalisco, donde el documento es expedido desde hace varios años bajo diversas medidas de protección y elementos tecnológicos imposibles de falsear.

Lo anterior ha derivado en el desmantelamiento de bandas con sofisticados modos de operación, como el uso de códigos QR adulterados, páginas web hechizas e incluso usurpación de funciones e identidad.

Una de estas redes delictivas se había extendido en la franja sureste de la entidad, defraudando a ciudadanos de municipios como Ciudad Guzmán, Tamazula de Gordiano, Tecatitlán, Atoyac y Zapotitlán, entre otros.

Crónica recogió el testimonio de afectados, y logró reconstruir la historia de éxito en esta región del país, a partir del reforzamiento de la licencia, considerada un documento de identidad en la Ley General de Población, pero susceptible al uso criminal en entidades donde se desdeña su calidad y blindaje.

“Por nuestra labor, manejamos flotillas de camionetas y camiones. Recuerdo que en aquel entonces necesitábamos licencias para algunos choferes, pero teníamos que trasladarlos a Guadalajara o a Ciudad Guzmán para tramitarlas, era prácticamente perder el día. De repente, uno de ellos me dijo: ya conseguí a una persona que nos manda las licencias sin necesidad de ir a las oficinas”, cuenta Fernando Vaca, ingeniero civil a la cabeza de una empresa de construcción, originario de Tamazula.

“¿Cómo sabes que son buenas?, le pregunté al trabajador, y me mostró un video en el cual se demostraba que el código QR de las licencias se enlazaba a una página del gobierno del estado, en la cual aparecían los datos del conductor, eso me dio confianza”.

El costo de estas licencias era de mil 500 pesos. Los “enganchadores” simulaban ser servidores públicos de las áreas encargadas de emitir el documento.

Pedían información a los interesados, como datos personales, fotografía con fondo blanco, firma escaneada, CURP, categoría solicitada (como operador de carga, automovilista o motociclista), dirección en Jalisco, tipo de sangre, contacto de emergencia y copia de la credencial del INE.

La compañía cayó en el engaño y pagó por varias licencias. Lo mismo ocurrió con otras empresas y particulares de la misma zona geográfica.

“Sólo es caiga uno, para que se siga la cadenita. Luego hasta en los grupos de WhatsApp y en otras redes sociales andaban circulando las promociones. En el pueblo, había infinidad de gente con esas licencias, que parecían muy normales. Todos preferían adquirirlas así, para evitar filas y trámites tardados”, cuenta Ernesto Mondragón, ingeniero en sistemas del municipio de Atoyac.

“Después de que les enviabas todos los datos por mensaje, se tardaban de tres a cuatro días para citarte en un punto y entregarte el documento. ´No tengan desconfianza, por eso les damos la página de enlace donde pueden checar que todo es legal´, era su gancho, y sí, te metías al Internet con el código QR y aparecías ahí”.

El grupo delictivo empleaba una dirección web muy similar a la del gobierno jalisciense, aunque con distinto dominio: en lugar de la terminación .gob.mx, era .com…

Ernesto fue uno de los denunciantes, tras comparar a detalle la licencia comprada de manera clandestina y otra emitida a nombre de un familiar, en la oficina de Guadalajara.

“Me di cuenta que había diferencias, ya con un análisis más detallado. En ese tiempo comenzaron a emitirse licencias nuevas en el estado, de mejor calidad y con datos más precisos, y eso sirvió para acabar con los fraudes”.

Fue así como inició una investigación oficial, la cual culminó con la desarticulación de la red.

El éxito sólo fue posible por la implementación -y posterior cotejo- de un nuevo sistema de impresión de licencias. Entre las medidas de seguridad aplicadas estaba el uso de guilloches (grabados finos, los cuales siguen patrones repetitivos y complejos difíciles de replicar), microtextos (cuya falsificación requiere de impresoras de muy alta calidad), colores iridiscentes, números de folio con rayo láser, laminado holográfico e impresión con tintas ultravioleta.

Además, un motor biométrico especializado en evitar el robo de identidad, basado en la validación de huellas dactilares, iris y rostro; así como un expediente digitalizado acorde con todos los documentos personales del solicitante, y un proceso de trámite presencial, en el cual es necesario, antes de la impresión, el aval de autoridades emisoras (funcionarios públicos participantes en el procedimiento) e incluso contralorías.

“El manejo de datos biométricos y demás candados de seguridad anula la posibilidad de que un falsificador haga licencias fácilmente; quizás pueda tener acceso a algunos bancos de información, o a ciertos materiales que puede comprar hasta en la papelería, pero esas medidas le cortan el paso a las organizaciones delincuenciales”, dice el experto en seguridad Alejandro Vitela.

Y así ocurrió en esta historia. Los protocolos de seguridad en licencias sirvieron para frenar estafas y aprender lecciones.

Presidentes municipales firmaron convenios con el gobierno estatal para operar cada dos o tres meses módulos oficiales de emisión de licencias en territorios locales.

“Ahora nos sentimos más seguros, porque cada determinando tiempo se pueden tramitar licencias en nuestras comunidades, y ya no estamos expuestos a estos grupos de estafadores”, dice Fernando Vaca.

“La lección quedó aprendida. Los gobiernos deberían poner mucha atención en las licencias, que pueden ser utilizadas por malhechores. Además, proporcionar datos personales a esta gente puede resultar muy peligroso. Ellos se dedican al secuestro, a la extorsión y a otros delitos, no me quiero ni imaginar si alguna vez la policía encuentra documentos con nuestros nombres en algún operativo, estaría en riesgo nuestra tranquilidad y libertad”…

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