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Caminando 4 y medio kilómetros hacia la verbena 4T

El Zócalo está saturado, así que el acceso se torna imposible para los siempre entusiastas contingentes que salen desde las Utopías de Iztapalapa

Multitud de personas marchando por una calle de la ciudad.
Grupos al Zócalo Grupos al Zócalo (Especial)

El mediodía en la Utopía de Iztapalapa es tranquilo. Claudia Sheinbaum ya tomó posesión, pero falta la verbena popular y su mensaje en el Zócalo capitalino. A las puertas de la Utopía hay poca gente y sólo un autobús. Ocho personas de la tercera edad son las primeras en presentarse a la convocatoria lanzada para acompañar a la Presidenta en su primer evento público.

Poco después de las 13 horas, ya son 15 personas, la mayoría de mezclilla y sudaderas, aun insuficientes para llenar el autobús. Los asistentes se conocen de las clases de baile de la propia Utopía y han respondido a la convocatoria de sus maestros. 

Las pláticas en el autobús versan sobre las clases, nada de política o del ascenso de la primera mujer a la Presidencia. No hay acarreos o pagos por asistir, tampoco lista, pero lo que trasluce en los comentarios es que los presentes están allí por lealtad a sus maestros de talleres en las Utopías.

De hecho, se hace explícito en algún momento: están allí porque el profe lo pidió y porque a él se lo pidió alguien más.

13:45 y el autobús aun no se llena, pero tampoco se vacía. Llega una familia completa que incluye 2 niños menores de 10 años. Los menores van al zócalo porque no hay con quién dejarlos, pero aún así los padres están dispuestos a participar en el contingente.

Otra familia aparece. A ellos, comentan, les falta una de las hijas, que quería venir, pero se quedó con la abuela. Hay amenaza de lluvia y era mejor no arriesgar a la pequeña y a la anciana.

Las familias permiten que el autobús luzca llenito (todo es cuestión de un ángulo correcto al tomar la foto que los profes y encargados deben llevarse). 

Por fin el autobús arranca, pero ya va con evidente atraso. El camino no es complicado en un principio, sin tránsito cuando va sobre las avenidas de Iztapalapa, pero hay varios pasos cerrados que presagian lo que vendrá después. Hacia Moctezuma las cosas se complican mucho. El autobús ya no puede avanzar a buen ritmo. Por Fray Servando todo está igual: bloqueos y bloqueos.

Finalmente, nos hay más camino y se indica que el contingente debe bajar. El Google maps, que alguno consulta, marca que son 4.5 kilómetros desde allí hasta el Zócalo. 

Un aviso es lanzado por los integrantes del contigente, una suerte de propuesta que para que todos salgan contentos: los alumnos avisan a los profes que van a llegar hasta el Zócalo, lo pisan y se van. "Es mucho tiempo si nos quedamos, además puede llover".

Comienza la caminata, lenta y en grupo. Al paso de los más lentos. El camino brinda distracciones ya que hay mucho que ver entre quienes tratan de llegar a la verbena en la plancha del Zócalo, desde los grupos de la izquierda profunda que avanzan en filas, hasta infinidad de familias que también caminan en dirección contraria.

Hacia 5 de febrero el avance se hace cada vez más complicado, hasta que ya no se puede caminar más, las personas que vienen de frente con otros contingentes impiden llegar a la plancha del Zócalo.

Mientras personas buscaban llegar a la plancha del Zócalo otras buscaban salir, por eso los encontronazos, cada grupo representaba una localidad, todos iban para que los vieran, pero muy pocos iban a ver a la primer presidenta de México, Claudia Sheinbaum.

"Está bien lleno ", señala alguien. No es el Zócalo, pero es cerca. Y de los 30 que llegaron a la cita en la Utopía solo regresan cinco porque los otros prefirieron regresar por sus propios medios, además evitaron caminar los casi 5 kilómetros de vuelta al autobús que los llevaría a la Utopía, ahora sí muchos asientos se quedaron vacíos y ya no hubo foto.

Para unos, los profes, la foto de su contingente que ha llegado a la "cita histórica". Para otros, la foto del recuerdo: han caminado 4 y medio kilómetros hasta el lugar donde Sheinbaum está a mitad de una ceremonia de limpia y purificación encabezada por guías espirituales indígenas.

Misión cumplida.

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