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Cenotes y pueblos marginados, los afectados por el cambio de ruta del Tren Maya

“¿Acaso nuestra voz no vale lo mismo que la de los grandes hoteleros?”, pregunta doña Rosario Uicab, desde su puesto de salbutes y cochinita ubicado del lado continental, donde ahora el gobierno instalará la infraestructura ferroviaria>

Tren Maya, un proyecto que impulsa el desarrollo del sureste mexicano
Tren Maya, un proyecto que impulsa el desarrollo del sureste mexicano Tren Maya, un proyecto que impulsa el desarrollo del sureste mexicano (La Crónica de Hoy)

Además de la evidente deficiencia en planeación a 23 meses de entregarse la obra, el reciente cambio de ruta en el tramo 5 del Tren Maya multiplica el impacto a diversos recursos naturales y a poblaciones ya de por sí marginadas, asentadas del otro lado de la playa.

El mencionado tramo va de Cancún a Tulum y abarca alrededor de 120 kilómetros: uno de los de mayor infraestructura hotelera del país, y de los más rentables.

De acuerdo con un recorrido realizado por Crónica, el ala contraria a la costa, donde ahora pretenden construir la infraestructura ferroviaria, es una franja generosa en humedales y cuerpos de agua, en especial cenotes. También ha sido usada por pobladores locales para montar pequeños negocios, los cuales brindan servicio a turistas con un perfil distinto al de los fastuosos complejos hoteleros, y organizar tours comunitarios.

“No sería justo que después de tanto tiempo nos vayan a quitar, ¿acaso nuestra voz no vale lo mismo que la de los grandes hoteleros?, ¿valemos menos? El gobierno siempre ha dicho que primero son los pobres”, dice doña Rosario Uicab, quien se organizó con su familia para abrir un local de comida típica, en el pueblo de Playa del Carmen, ubicado en el área opuesta al mar.

Apenas el jueves pasado -un día después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió en la mañanera ayuda a los hoteleros para definir un nuevo derrotero del tren, con la promesa de no afectar sus terrenos- el titular de Fonatur: Rogelio Jiménez Pons, encargado de la megraobra, anunció un acuerdo con los dueños de las grandes cadenas de hoteles para modificar el trazo.

El original iba sobre la carretera 307, la única en esa zona de la Península y donde el gobierno federal posee los derechos de vía: divide la parte de la playa, desbordada en hoteles, clubes y condominios de lujo, de la parte continental, con sus ejidos, cenotes, cavernas, casitas y negocios de los lugareños.

La 307 es de por sí una carretera caótica por donde pasan en promedio 3 mil autos por hora; siempre en constante mantenimiento, factor detonador de tráfico. Es además prolífera en accidentes viales, por el trajín. Y en los últimos meses sus embrollos se han acrecentado por patrullajes (a finales del año pasado unos mil 500 elementos de la Guardia Nacional fueron enviados a la zona, en una nueva estrategia de seguridad), así como retenes militares y policiales instalados a lo largo del trayecto, en un afán por frenar acciones delictivas.

Los trabajos previos del tren habían comenzado ya, con la remoción de cables y vegetación, y la liberación de accesos. El banderazo de inicio se había dado el 5 de marzo de 2021. Ante la necesidad de mayor espacio no sólo para laborar e instalar maquinaria sino para proyectar la doble vía -de ida y vuelta- y la zona de seguridad, a principios de noviembre pasado la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) envió una “notificación urgente” a hoteleros, desarrolladores y supuestos dueños de terrenos en esa área para iniciar a la brevedad “el proceso de negociación de compra-venta para la extensión del derecho de vía”.

Algunos hoteleros la interpretaron como una amenaza de expropiación. En las reuniones subsecuentes, dijeron, les fueron solicitados entre 17 y 20 metros de sus propiedades costeras a un precio ínfimo, de sólo el 10 por ciento del valor comercial: les ofrecían 475 pesos por metro cuadrado, cuando -aseguraron- el precio a pie de carretera asciende a 4 mil pesos el metro cuadrado.

Casi todas sus entradas serían afectadas, y en ciertos casos también se trastocaban plantas de tratamiento de aguas residuales, generadores eléctricos, instalaciones de trabajadores y otros servicios.

En general, hubo una negativa a la negociación. Los hoteleros argumentaron perjuicios al turismo en general, daños en la recaudación y desbalance ambiental. Hablaron de la imposibilidad de ceder parte de esos predios por “financiamientos y garantías hipotecarias pendientes”. También se quejaron por afectaciones a las actividades de proveedores, agencias de viajes y colaboradores: el número de trabajadores de hoteles y restaurantes ahí sobrepasa los 100 mil.

“Habría retrasos de 3 a 4 horas para que la gente llegara a sus puestos de trabajo, retrasos en vuelos. Buscamos el mínimo de afectación al sector y se optó por la parte continental, donde en un gran porcentaje no hay construcción. Muchos hoteles tienen terrenos en esa parte, algunos sí tienen construcción y lo que se buscó es pasar por detrás o por el borde de esos terrenos. Solicitamos que se fuera por donde van las torres de luz”, detalló Antonio Chávez, presidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya (más de 30 mil cuartos).

"Los proyectos del lado costero tienen un impacto económico y social de gran importancia en la región, generan empleos y captación de divisas. El impacto es menor si en lugar de afectar los predios que mayor empleo generan, se afectan los del lado continental, que tienen menor potencial de desarrollo", aseguró David Ortiz Mena, presidente de la Asociación de Hoteles de Tulum (14 mil cuartos).

Tras las mesas de diálogo, el gobierno federal aceptó el cambio, con una endeble premisa: en muchos casos, los propietarios de terrenos continentales y de los grandes hoteles, eran los mismos, lo cual todavía está por verse.

Según Jiménez Pons, en otro dato incierto, la Federación se ahorrará entre 3 mil y 5 mil millones de pesos con la modificación, pues ya no realizará alteraciones en ductos de gas ni fibra óptica; tampoco en postes de luz, luminarias y banquetas.

Sin embargo, el cambio va en contrasentido a uno de los lineamientos fundamentales del proyecto original y del discurso mediático: “Construir cerca de carreteras y de zonas ya impactadas”.

A falta de conocer la línea exacta por dónde circulará el tren, han comenzado a brotar los reproches de ambientalistas y protectores del ecosistema. Crónica ha recogido esas voces.

La realidad no engaña: abundan en este llamado tramo 5, del lado continental -en especial desde Puerto Morelos a Tulum- los anuncios de cenotes: Kukulcán, Chac Mool, Ponderosa, Chikin Ha, El Edén, Tajma Ha, El Pit, Dos Ojos, Bat Cave, Aktun Ha, Gran Cenote, Calavera, Carwash, Dos Palmas, Pet Cemetery, Angelita, Dreamgate, y más. En torno a ellos, los pueblerinos han organizado caminatas y tours. Es la forma de vivir de los más pobres, con sus puestos de cochinita pibil, relleno negro, papadzules, panuchos y salbutes. A ellos, no se les ha escuchado…

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