Mariana había imaginado tener su propia computadora, “para la carrera”; Ernesto se había ilusionado con aquel viaje a Guadalajara, “para una competencia nacional de patinaje”; Miriam había planeado comprarse una muda de ropa, “para estrenar en la Universidad”… Pero sus cuentas en el Banco del Bienestar fueron saqueadas. Su dinero se esfumó.
Todos terminaron el bachillerato en el último año escolar y eran beneficiarios de la Beca Benito Juárez, para estudiantes de Educación Media Superior, la cual otorga mensualidades de 920 pesos.
Mariana, por ejemplo, tenía en su cuenta 15 mil 950 pesos. “No se preocupen por dinero, podré pagar la compu con el ahorro”, le había dicho a sus padres. Pero le dejaron 46 pesos. De acuerdo con el registro bancario, entre el 20 y el 21 de mayo le hicieron tres retiros: dos por 3 mil 430 pesos y uno por 9 mil 30 pesos. El sobre con su NIP y tarjeta está intacto. Ni siquiera la había despegado del papel.
“Me la he pasado llorando, porque no todos tenemos para comprar lo que necesitamos. ¿Cómo puede desaparecer el dinero de un banco, cómo pueden tener nuestros datos, usarlos así y dejarnos sin nada?”, reprochó entre sollozos la joven de 18 años.
La mayoría de los afectados son de escasos recursos…
FONDOS DESAPARECIDOS. Un caso llevó a otro: decenas, cientos. Los testimonios se multiplicaron hasta quedar al descubierto los numerosos casos de jóvenes que no saben cómo desapareció el dinero que ahorraban en las cuentas del bienestar.
Los padres y alumnos se han organizado en grupos, algunos por escuela, otros por iniciativa de un padre o madre; grupos de 40, 50, 100 o más integrantes. El despojo es hasta ahora incuantificable.
La gravedad del caso ha escalado por burocracia o indiferencia de las autoridades involucradas: el Banco del Bienestar, cuyo director es Víctor Manuel Lamoyi; la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar -dependiente de la SEP-, dirigida por Abraham Vázquez Piceno; la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), presidida por Óscar Rosado Jiménez; y hasta el Banco Nacional de México (Banamex), porque en el 99% de caos los retiros ilegales se realizaron desde su red de cajeros.
Crónica compartió con estas dependencias los hallazgos de la investigación, pero la respuesta fue silencio y desdén. “Estamos concentrados ahora en una nueva dispersión de recursos”, señaló el Banco del Bienestar, así que el análisis de los casos que le fueron denunciados quedará para después.
“¿Para qué presumen la entrega de más dinero?, ¿también se lo robarán?, ¿quién, dentro del Banco, está facilitando esto? Siguen como si nada hubiera pasado, cuando debería ser un escándalo, por el monto y el número de afectados”, expresó a este diario Sandra José, mamá de María Paola Morales José, recién egresada de la Preparatoria 2 de la UNAM, a quien le sustrajeron más de 9 mil pesos el pasado 31 de mayo, dejándola sólo con 53 pesos.
“Presentamos una solicitud de aclaración en el Banco del Bienestar, pero concluyeron que era improcedente, porque sólo mi hija tenía el plástico y el NIP y sus tarjetas, dijeron, son infalsificables y no se pueden clonar, ya ni la burla perdonan. Hasta nos acusaron de autorobo. Mi hija me contó que, cuando los citaron en un deportivo de Iztapalapa para firmar contrato, le dijeron que no cambiaran el NIP. Ya desde entonces tramaban algo. Los mismos que dan son los que quitan. Ella quería comprarse una tableta para la carrera”.
EBULLICIÓN. Este reportero se perdió entre un mar de papeles y lamentos. Solicitudes de ayuda, llamadas, correos. Listas aquí y allá: de todas las prepas de la UNAM y Colegios de Bachilleres. Quejas y denuncias en las instancias posibles y, siempre, negativas. En una semana de investigación se conocieron algo más de 200 casos, aunque por la ebullición de historias el alcance podría ser mayúsculo.
En la mayoría de estos casos las familias presentaron quejas ante el Banco del Bienestar, donde falta un protocolo de atención, así como nula capacitación: versiones encontradas de empleados y funcionarios. Al final, la postura institucional siempre fue la misma: “Al realizar el análisis correspondiente de los movimientos reclamados, se determinó su improcedencia, debido a que en la operación hubo presencia de tarjeta de débito en el cajero automático, el tecleo correcto del NIP autorizado, el cual es de único conocimiento del cliente, así como la entrega de efectivo”.
Este argumento también fue utilizado por Condusef para archivar los expedientes y proponer, acaso, el inicio de un procedimiento conciliatorio con el Banco.
Cada chico narró su propio desencanto, cada cual con sus peculiaridades. Sin embargo, de entre los testimonios, fue posible rescatar hilos coincidentes del modo de operación: los montos hurtados fluctuaron entre 2 mil y 16 pesos; todas las víctimas cursaban el último año de bachillerato; en un gran porcentaje, los retiros se realizaron desde cajeros ubicados en municipios del Edomex, aledaños a la CDMX, en el periodo de marzo a junio de este año (casi todos de Banamex). La reacción inicial del Banco del Bienestar fue culpar al estudiante o a algún familiar. Y hasta ahora…
NO ES UN BANCO. Algunos papás, pero en especial mamás, se convirtieron en líderes de grupo, porque no se conformaron con el rechazo del Banco y tocaron más puertas. Hubo quien incluso acudió a la oficina de atención ciudadana de la Presidencia, pero nada pasó.
Doña Araceli Gómez, mamá de Emiliano Nieto Gómez -a quien le desaparecieron 7 mil 400 pesos el 24 de abril- organizó los datos de casi 40 desfalcados, cuya suma del robo supera los 250 mil pesos. Insistió con correos a la fantasmal Unidad de Atención Especializada del Banco del Bienestar y a la Coordinación Nacional de Becas. “Los afectados son jóvenes que dependen de estas becas para su educación y desarrollo académico. Es crucial abordar el problema de manera urgente. Al presentar quejas ante el Banco del Bienestar hemos sido informados de que Banamex no proporciona información sobre las transacciones”, escribió al coordinador Abraham Vázquez.
Recibió al fin una respuesta firmada por una funcionaria de nombre Sacnité Rodríguez Hernández, quien le solicitó un listado con los datos personales y escolares de los perjudicados. Fue un trabajo arduo, pero logró completar la información.
Todo quedó en un mensaje de la Coordinación: “Agradecemos el envío de la base de datos. Estamos en comunicación con el Banco del Bienestar para identificar la situación de los retiros. En cuanto tengamos información, nosotros o el banco se pondrá en contacto con ustedes”.
También se presentó de manera directa a la Unidad de Atención a Usuarios de Condusef del Centro Histórico. “No podemos hacer nada. Lo mejor es que se junten, contraten un buen abogado y presenten una demanda contra el Banco, pero ya a nivel judicial”, le sugirieron ahí.
“Le están robando todos los datos de becarios, el Banco se lava las manos y todavía culpa a los chicos: ‘es tu problema, no tuviste cuidado’, y los ladrones siguen dentro. Dicen que por ley tienen 90 días para investigar, pero a las pocas semanas concluyen la improcedencia: ‘Banamex está negando la sábana del cajero’, y mandan a Condusef. Predomina el mal trato y la indiferencia”, describió doña Araceli, “¿cómo es posible que su base de datos esté tan expuesta, a merced de criminales?, ¿cómo es posible que no puedan resguardar información sensible? No tienen control de nada. El del Bienestar no es un banco, al menos no es un banco serio”.
Ernesto Navarrete Sánchez encontró en su cuenta sólo 87 pesos. Los 9 mil para su anhelada competencia de patinaje en Jalisco, como representante del Estado de México, desaparecieron. “El presidente había dicho que era un banco seguro, y hasta podíamos meter ahí los ahorros. Imagínese. Hay quienes no tenemos para todos los gastos y era una ayuda. Hasta mandé mensaje a la senadora Citlali, me pidió el número de folio, pero no más”, comentó su mamá, María Eugenia Sánchez. “Me siento frustrado, triste, porque mis planes se vinieron abajo”, dijo él.
A Daniela Reyes le robaron más de 5 mil pesos. Fue el 1 de junio, un día antes de las elecciones. Había decidido ahorrarlos para compras personales, pero la dejaron en ceros. “Presentamos la queja y nos dijeron que (resuelven) en seis meses, puras vueltas de un lado a otro”, aseguró su mamá, doña Eugenia Peña.
“Ahí anda mi hija tristeando, cabizbaja. Ya le dije que levante la cara, que la vida es tropezar y seguir. Seguiremos peleando para que se castigue a los responsables y al menos sirva de alerta para otros estudiantes, que se pongan y listos y no se dejen robar”…
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