La enfermedad cardiovascular se ha convertido en un problema de salud pública, sobre todo para las mujeres en determinada etapa de la vida, ya que en ellas hay una prevalencia hasta 12% de fallecer por una enfermedad del corazón que por cáncer de mama.
Datos de la Secretaría de Salud señalan que, al cierre del 2021, a nivel nacional alrededor de 220 mil personas fallecieron por enfermedades cardiovasculares, de las cuales 177 mil ocurrieron por infarto al miocardio, el cual puede ser prevenible, si se evitan o controlan factores de riesgo como el tabaquismo, presión arterial alta (hipertensión), colesterol elevado, así como pacientes que viven con diabetes mellitus procurar mantener en control sus niveles de glucosa en sangre.
Otro dato revelador, de la importancia que cobra para las personas el cuidado de la salud, es que el 78%, de los 220 mil muertos registrados en el 2021, fueron por infartos del corazón o cardiopatía isquémica, aunado al hecho de que alrededor de 30 mil personas murieron por complicaciones asociadas a la hipertensión, señala la dependencia.
Ante tal panorama, la doctora Alexandra Arias Mendoza, especialista en Cardiología Clínica del Centro Médico ABC, precisó que en el caso específico de la hipertensión arterial, conocida como "la enfermedad silenciosa", se ha posicionado como uno de los factores de riesgo más relevantes en el desarrollo de enfermedades cardíacas.
Ello, debido a su capacidad para dañar los vasos sanguíneos y aumentar la carga sobre el corazón, con lo que “el aumento en la presión arterial puede provocar el estrechamiento de las arterias, dificultando el flujo sanguíneo y aumentando el riesgo de formación de coágulos, desencadenando eventos cardiovasculares graves como infartos”, de ahí la importancia, sostuvo, de evitar factores de riesgo, así como mantener un adecuado apego a los medicamentos prescritos por un profesional de la salud.
La especialista sostuvo que datos oficiales señalan que cada 5 minutos una mujer en México muere por problemas cardiovasculares, y la buena noticia, resaltó, es que hasta en el 80% de los casos se trata de condiciones que pueden ser prevenibles.
Aclaró que cuando se trata de condiciones genéticas o de nacimiento, lamentablemente no se pueden corregir, sin embargo, los hábitos de vida y alimenticios que ponen en riesgo la salud y la vida de las personas, esos sí se pueden y se deben cambiar, de preferencia “desde edades tempranas para reducir el riesgo de estas enfermedades”.
La doctora Alexandra Arias señaló que nueve de cada 10 mujeres presentan más de tres factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, siendo el infarto agudo al miocardio, la condición que registra una mayor incidencia en los fallecimientos en mujeres, resaltando así la urgencia de abordar los factores de riesgo asociados.
En este sentido, señaló que uno de los factores de riesgo a los que inevitablemente las mujeres se enfrentan y que aumenta su vulnerabilidad a las enfermedades cardiovasculares, es la menopausia temprana, aquella que se registra antes de los 40 años así como el tabaquismo, el sobrepeso y la obesidad, el consumo de alcohol, así como la exposición a la contaminación ambiental.
Para ello, sostuvo, es fundamental, lograr que todas esas mujeres comiencen a procurarse estilos de vida saludable, dejar de fumar si lo ha hecho, o evitarlo si todavía no se inicia, mantener una alimentación balanceada, limitar el consumo de azúcar y sal, así como realizar ejercicio físico de intensidad moderada durante al menos 150 minutos semanales son acciones fundamentales para promover una óptima salud cardiovascular.
Además de estos hábitos, recomendó, se debe realizar la supervisión regular de los niveles de colesterol y el control de enfermedades como la diabetes e hipertensión son cruciales.
Resaltó que acudir a consulta de manera periódica con el especialista no solo permite la detección temprana de posibles problemas cardiovasculares, sino que permite contar con orientación respecto de medidas preventivas específicas y que en conjunto: la prevención, monitoreo regular y tratamiento adecuado “constituye un enfoque esencial para reducir la incidencia como el impacto de las enfermedades cardiovasculares”.
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