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Guanajuato, villanos a la medida

A partir del primero de octubre, Rosa Icela Rodríguez será secretaria de Gobernación. Entre sus tareas tendrá que llevar la relación del gobierno con los estados de la federación, entre ellos Guanajuato. No será nada fácil, mucho menos después de decir que los altos niveles de violencia en esa entidad se deben a la aplicación del modelo neoliberal y la complicidad del gobierno panista con el Yunque, la organización católica de extrema derecha, semiclandestina, que sus integrantes dicen que existe.

Una explicación innovadora, eso sin duda, sobre todo en la parte de la aplicación del modelo neoliberal. ¿Qué modelo siguen estados como Chiapas y Guerrero con problemas seguridad todavía más graves? ¿El modelo populista autoritario también genera violencia? Si eso es raro, todavía más extraño resulta meter al Yunque en el tinglado. Tal parece que se le considera un cartel ultracatólico que se dedica a la autoflagelación y al huachicol al mismo tiempo. Latigazos y ejecuciones. Peculiar combinación.

Los expertos dicen otra cosa. La doctora Rocío Rosas, especialista de la Universidad de Guanajuato, dijo que la escalada de violencia en la entidad la genera el narcomenudeo, los enfrentamientos entre diferentes carteles del crimen organizado en pugna por el control territorial y la extendida práctica del huachicoleo. Nada del modelo neoliberal ni del Yunque. Añadió que un elemento extra que es el fácil acceso a las armas en la entidad.

Crimen organizado, robo de combustible y tráfico de armas son delitos federales, acaso por eso la señora Rodríguez prefirió dejarlos en un lugar secundario. Han llegado a la entidad contingentes de la Guardia Nacional, pero según las autoridades estatales pasan más tiempo en los cuarteles que patrullando las calles y las carreteras. Se creyó por años, antes de escuchar la lúcida explicación sobre el neoliberalismo y el Yunque, que el origen de la violencia era el robo de combustible salido de la refinería de Pemex en Salamanca.

El cartel de Santa Rosa de Lima dio con ese negocio y se dedicó a saquear la paraestatal en complicidad con empleados de Pemex que desde adentro daban información confidencial a sus compinches. El jugoso negocio, que dejaba más ganancias que la cocaína, abrió el apetito de bandas delictivas de otras latitudes como el CJNG que mandaron sicarios a Guanajuato. De hecho, se han detectado células de Sinaloa y del cartel del Golfo en la entidad.

Guanajuato ya no es el estado con más problemas de huachicoleo, pero las bandas siguen disputándose localidades para extorsión, venta de drogas y robo a transportistas. Hay por supuesto causas sociales como una evidente desigualdad en los ingresos, justo como sucede en el resto del país.

Claro que policías municipales y estatales y la fiscalía del estado no han estado a la altura de las circunstancias. No son parte de la solución sino del problema, pero achacar la violencia a los conservadores o neoliberales es un acto de proselitismo político para lavarse las manos, no una explicación real de lo que pasa.

Glifos

En Sonora los ganaderos están decididos a no dejar pasar un hecho más de violencia. El asesinato del productor Alejandro Morales, en Querobabi, fue la gota que derramó el vaso. Decidieron reunirse y llevar su queja al gobierno del estado. Los rancheros, según la prensa local, están asustados y frustrados. Son gente de paz, dedicados a la producción ganadera, pero ya hay voces que claman por crear su propia seguridad para enfrentar la extorsión. Las familias ya no viven tranquilas y comienzan incluso a salir de la entidad. Se dice que una banda conocida como los Licenciados, que forma parte del Cartel del Pacífico son los que controlan esa parte del centro del estado. La ausencia del Mayo se resentirá por aquella zona.

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