Ocho mil 73 adultos mayores se encuentran presos hoy en los diversos penales estatales y federales del país, de acuerdo con datos de Prevención y Readaptación Social de la SSP. Pese a sus largas estancias ahí, el 31 por ciento no ha recibido sentencia.
Nueve de cada diez son hombres…
“La mayoría mueren tras las rejas, en el total abandono, porque no hay atención médica adecuada, no hay medicinas ni jeringas. Ni algodón siquiera. Ni pilas para los aparatos. Menos especialistas”, refiere Román Mendoza, un septuagenario quien milagrosamente se salvó del mismo destino.
“Las imágenes que vemos ahí dentro son escalofriantes, vemos consumirse a muchos enfermos. Merecerían una oportunidad de recibir prisión domiciliaria y morir junto a los suyos, no en medio de moscas. Empezando porque muchos son inocentes y no tuvieron un proceso justo ni una defensa adecuada”.
La Ley Nacional de Ejecución Penal obliga a la autoridad penitenciaria a clasificar los espacios carcelarios siguiendo criterios “basados en la edad, estado de salud, duración de la sentencia y situación jurídica” de los reos (artículo 31). Y enarbola el derecho a recibir atención médica preventiva y de tratamiento, “atendiendo las necesidades propias de la edad” (artículo 9) y, en casos extraordinarios, mandata el traslado de enfermos a “instituciones públicas del sector salud”.
Simple letra muerta…
“Quienes tienen el control del sistema penitenciario sólo lo ven como instrumento de castigo, dejan de lado el concepto de reinserción, y problemas como la saturación y desintegración familiar, cuando se trata de delitos de bajo impacto. La libertad a adultos mayores, a quienes sufren comorbilidades o situaciones graves de salud sólo fue un discurso, una buena intención, lo mismo la amnistía del presidente”, asegura José Antonio Pérez Juárez, director general de Prevención y Reinserción Social de Jalisco, instancia involucrada en la prisión domiciliaria concedida al narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo, la cual habrá de consumarse este 23 de septiembre.
-¿Por qué lo dice? -se le pregunta.
-Ese programa sólo benefició aquí a dos reos federales, pero a nivel estatal no pudimos aplicarlo, porque tiene demasiados candados, y se direcciona a temas como subversión y disidencia social, no a delitos del orden común, donde está la mayor oportunidad. Según tienen el discurso de despresurizar los centros penitenciarios estatales, pero no hay coincidencia con el Consejo de la Judicatura federal y el de los estados, cuyos jueces carecen de la sensibilidad para analizar los casos y rehúyen el trabajo. La acción coercitiva arrastró al sistema penitenciario a la corrupción y a ríos de sangre.
Un interno en Jalisco le cuesta al estado, revela el funcionario, 400 pesos diarios, “y operar un brazalete de monitoreo 200 pesos diarios. Un interno monitoreado con brazalete es supervisado para que no vuelva a delinquir, pero en cambio en prisión está delinquiendo en el momento que se le facilita estar con pandillas o delincuencia organizada: por teléfono se hacen extorsiones, se cuadran delitos desde el interior, es un absurdo”.
A Román Mendoza, quien siempre se movió en el ámbito de seguridad (entre lo policial y lo militar), lo acusaron del homicidio de una persona en Querétaro, ocurrido en 1998. Lo detuvieron tres años después: 2001.
“Ni conocí a la víctima. No había arma, huellas o algún otro nexo causal. Me desbarataron a base de tortura. No pude contar con una defensa adecuada, porque no tenía medios para pagar un buen abogado”.
Lo sentenciaron a 53 años de prisión, en el penal de San José El Alto, Querétaro. Debía salir hasta 2054, pero el 17 de septiembre de hace tres años, en 2019, salió libre, a punto de cumplir los 70 años. Su historia es singular, inusual…
“Después de 14 años de encierro comencé a sentirme mal; tras mucho batallar me detectaron insuficiencia cardiaca. Conforme pasó el tiempo fui deteriorándome más: la piel se me hizo negra, los testículos me crecieron hasta llegar a 20 kilos y me venían hemorragias tremendas. Ya no podía respirar ni tenía fuerza para pararme. Prácticamente estaba desahuciado”.
Su única esperanza fue enviarle al juez ejecutor múltiples solicitudes para ser atendido por un cardiólogo.
“Un día, estando en el hospital, llegaron los custodios y me sacaron en silla de ruedas, porque una mujer quería verme”…
-¿Cómo está, señor Román? -le dijo.
-¿Quién es usted? -preguntó él.
-Soy su abogada de oficio.
“Me pareció increíble que apareciera después de 14 años. Me contó que el juez le había pedido visitarme. Lo único que quiero es me lleven al Hospital General para que me vea un cardiólogo, le dije. Me prometió tramitarlo, pero antes de irse, me hizo una pregunta que me dejó con la boca abierta: ´¿No quisiera que buscáramos un beneficio para que pueda pagar su sentencia en casa?´. No creía lo que me estaba diciendo”.
Román firmó la solicitud, sin mucha expectativa. Al paso de los meses se aferró a la vida, ya con ayuda de un especialista. En un retrato inverosímil el juez acudió personalmente a verificar su estado de salud y poco después acordó la audiencia de resolución para el día 17 de septiembre de 2019.
“Esa abogada que durante 14 años jamás vi se aventó una argumentación maravillosa, el director del penal la apoyó y lo mismo el jefe de seguridad, porque jamás había tenido algún problema ahí dentro. Mientras pude me dediqué a trabajar y a estudiar. Lo más increíble: la MP tampoco se opuso”.
Antes de la definición, el juzgador preguntó a Román:
-¿Usted que quiere?
-Sólo vivir un poco más…
“Comenzó a hablar sobre los derechos humanos y al final concedió el beneficio. Me quedé mudo, impactado. Dos horas después estaba en la calle. Luego concluí que ellos sabían: yo no tenía por qué estar ahí. Fue una forma decente de decir: ´la regamos, disculpa´. Salí sin brazalete ni nada. Ni siquiera me pidieron ir a firmar, fue libertad anticipada, no prisión domiciliaria, como ahora a Félix Gallardo, a quien conocí”.
-¿Lo conoció?
-Sí, por mi actividad. También a Caro Quintero. Eso es otra historia. Los vi varias veces a principios de los 80´s. Llegaban a la Ciudad de México con su familia, de compras, sabía quiénes eran y a qué se dedicaban.
-En la única entrevista que ha concedido Félix niega todo…
-Obviamente, ni modo que se va a incriminar. Sí lo vi cómo se acabó. Le cargaron mucho la mano, porque el gobierno era el que controlaba a todos ellos y les pedía cuota, pero cuando comenzaron a agarrar a todos los patrones los ratones hicieron fiesta y quisieron ser jefes, por eso el desmadre de hoy. Si Félix dijera todo lo que sabe, saldría la mugre del gobierno, la de antes y la de la 4T.
-Habló bien del presidente...
-Tenía que hacerlo, era su único asidero. De lo contrario, era morirse en la cárcel, como casi todos, como yo habría muerto sin aquel milagro.
LOS DATOS
-Número de presos mayores de 60 años: 8073 (el 3.54% de los 228,254 internos en el país).
*7,627 en penales estatales.
*446 en los 14 centros federales
*Total de hombres: 7,753 (96.03)
*Total de mujeres: 320
-Fuero común: 7,295
*5,131 sentenciados (70.33%)
*2,164 procesados.
*7,037 hombres (96.46%)
*258 mujeres
-Fuero federal: 778
*294 procesados
*484 sentenciados (62.21%)
*716 hombres (92.03%)
*62 mujeres
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