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Industria tabacalera promueve consumo de dispositivos electrónicos con engaños

Especialistas del INER advierten que es falsa la idea de que dichos dispositivos ayudan a dejar de fumar y disminuyen daños. Se trata de una concepción sin fundamento científico para eludir su responsabilidad

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Especialista del INER señaló que pese a contar con políticas antitabaco en el país, la industria siempre ha intentado sabotear los procesos legislativos

EFE

Justino Regalado Pineda especialista del Departamento de Investigación en Tabaquismo y EPOC del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) “Dr. Ismael Cosío Villegas”, resaltó que pese a contar en México con políticas públicas robustas en contra del consumo del tabaco, la industria tabacalera siempre ha intentado sabotear los procesos legislativos.

Refirió que la industria tabacalera promueve la falsa creencia entre la población de que el uso de dispositivos electrónicos ayuda a dejar de fumar, disminuye los daños a la salud, y apela a la responsabilidad personal. “Esta es una concepción inventada por la industria tabacalera para eludir su responsabilidad en la fabricación, manipulación de publicidad y venta de sus productos altamente adictivos”.

Lo anterior, pese a que el artículo 5.3 del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT de la OMS), señala que a industria tabacalera (IT) no debe participar en ninguna fase de las políticas públicas para el control del tabaco; esto incluye desde de la concepción hasta su aplicación.

Es importante mencionar que datos de la Encuesta Global de Tabaquismo en Adultos (GATS) 2023 refiere que, 14.5 por ciento (tres millones) de la población adolescente y adulta joven de 15 a 24 años es fumadora.

Las personas que fuman diario consumen en promedio 6.8 cigarrillos por día; 50 por ciento consume menos de cinco unidades al día y la edad promedio de inicio de consumo diario es de 18 años; pero siete por ciento empezó antes de los 15.

Las personas fumadoras ocasionales consumen 5.5 cigarros por semana y 60 por ciento, menos de cinco. Este sector cree erróneamente que por fumar poco no es fumadora, pero necesita tratamiento y consejería para abandonar el consumo.

Resaltó que esta población vulnerable tiene mayor exposición al humo de tabaco de segunda mano en lugares públicos como restaurantes, bares, discotecas, universidades y escuelas, lo que señala que se deben desarrollar estrategias prioritarias en centros educativos. También es necesario evitar la exposición al humo de tercera mano en los hogares.

En su oportunidad, Luz Myriam Reynales Shigematsu, titular del Departamento de Investigación sobre Tabaco del Centro de Investigación en Salud Poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), resaltó que en la actualidad existe gran variedad de productos de tabaco, entre los cuales los más populares son los combustibles cigarros manufacturados, puros y pipas.

Además de productos de tabaco sin humo en forma masticable, en polvo o en bolsitas como el snus y productos de tabaco calentado (PTC) que son cápsulas de tabaco que se calientan en un dispositivo electrónico y generan un aerosol que contiene la nicotinam.

Estos dispositivos electrónicos que liberan nicotina (cigarros electrónicos o vapeadores) son productos que utilizan batería para calentar los líquidos y producir vapores y aerosoles que contienen nicotina.

Ante el riesgo que corren principalmente niños y adolescentes de convertirse en los nuevos fumadores de estos productos de las industrias tabacaleras se resaltó la importancia de difundir la Ley General para el Control del Tabaco (LGCT) a través de campañas de comunicación en bares, restaurantes, así como en establecimientos educativos, deportivos y culturales.

En cuanto a las advertencias sanitarias con pictogramas, la especialista indicó que 85 por ciento de las personas fumadoras de 15 a 24 años le presta atención (lee), pero únicamente el 31 por ciento piensa en no encender el siguiente cigarro.

Sobre la política fiscal, el incremento sustancial de los precios de los productos de tabaco ha contribuido a disminuir el número de fumadores en los grupos de ingresos bajos; por lo tanto, las muertes prematuras evitadas y los años de vida ganados favorecen a este grupo de población.