Todas las preguntas posibles sobre nuestro origen y destino se hacen aquí, en la sierra de San Pedro Mártir, en Ensenada, Baja California. A más de 2 mil 830 metros de altura.
Y no podía ser otra la fábrica de tantos asombros y curiosidades… Sólo la UNAM y, esta vez, una de las instituciones de mayor impacto nacional e internacional en materia de investigación científica y desarrollo tecnológico: el Observatorio Astronómico Nacional.
La obscuridad de este cielo bajacaliforniano y la calidad de las instalaciones universitarias lo han convertido en uno de los sitios más atractivos en el mundo para observar las estrellas y otros cuerpos celestes.
Un promedio de seis investigadores, entre mexicanos y extranjeros, llegan cada semana para realizar aquí sus proyectos.
Pero su aporte al país y a la ciencia traspasa el cosmos y deja huella en la vida comunitaria y en la cotidianeidad de las personas…
El OAN es una de las entidades científicas más antiguas en México: nació en 1867. Peregrinó entre Palacio Nacional, Castillo de Chapultepec y Tacubaya hasta su incorporación en 1929 a la Universidad, cuando esta adquirió su autonomía.
En 1967 se sumó al recién creado Instituto de Astronomía y se eligió como sede definitiva a Ensenada, donde en 1971 se instalaron los primeros dos telescopios y en 1979 el telescopio de 2.1 metros, uno de los mejores del mundo en su clase y el más grande disponible en el país para observaciones astronómicas.
Como ha ocurrido con otros entes de carácter nacional, fundamentales para el país (y de los cuales se ha dado cuenta cada lunes en estas páginas), no pudo tener mejor resguardo: la Máxima Casa de Estudios, hoy asediada por el poder.
“Llegamos a San Pedro Mártir huyendo de lo que llamamos contaminación lumínica, que básicamente es la luz de las ciudades que se dispersa en la atmósfera y no permite ver las estrellas, como pasa, por ejemplo, en la Ciudad de México. Los astrónomos siempre andamos en la búsqueda de lugares especiales, con buenas condiciones atmosféricas y sin nubes. Esta es una zona muy árida, con problemas muy fuertes de falta de agua, pero para nosotros es una bendición”, cuenta a Crónica el doctor Mauricio Reyes, jefe del Observatorio.
Para llegar a su bóveda de sueños habrán se cruzarse 240 kilómetros por carretera: 125 kilómetros en línea recta desde Ensenada. Es como un pequeño pueblo aislado, con sus propios sistemas de generación eléctrica y potabilización de agua. Travesía obligatoria para todos aquellos apasionados por los secretos del universo: dos veces al año se abren convocatorias para la materialización de proyectos de investigación.
“Tenemos una vocación muy importante de servicio nacional, y dadas las características de San Pedro Mártir, nos hemos consolidado como un observatorio internacional, porque un gran número de países realizan proyectos en conjunto con la UNAM. Lo que hacemos es estudiar todo aquello que está más allá de la atmósfera de la tierra, investigación astronómica, desde preguntas fundamentales como el origen del universo hasta el monitoreo de objetos que potencialmente pudieran chocar con nuestro planeta”, dice Reyes, quien siendo preparatoriano se enamoró de la astronomía cuando un amigo lo invitó a conocer el OAN: decidió estudiar Física en la Universidad Autónoma de Baja California, una carrera formada por profesores de la UNAM.
Porque eso también es la Universidad: remo de la educación y la academia en México, donde se coordina el programa de posgrados afines a la astronomía para estudiantes de todo el país; donde se crean nuevas carreras, como Física, en Baja California, o nuevos organismos, como el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada o el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica de Tonantzintla, Puebla.
-¿Cómo beneficia el trabajo del Observatorio a la colectividad? -se pregunta al científico.
-En cosas inmediatas, porque los telescopios y demás dispositivos que utilizamos son, en su gran mayoría, hechos a la medida y eso repercute en el desarrollo tecnológico de la región. Tenemos algunas patentes derivadas de nuestras investigaciones, que se utilizan en otros ámbitos como el pulido de superficies ópticas. El sello de la UNAM es realizar actividades gratuitas en beneficio de la población.
-¿Cuál sería un ejemplo?
-Nuestra labor requiere una conexión de internet muy rápida y el manejo de una gran cantidad de datos para observar simultáneamente decenas de miles de estrellas, lo que nos ha llevado a desarrollar tecnología para otros: actualmente impulsamos un proyecto para dotar de internet a las comunidades aledañas al Observatorio, nos interesan mucho las escuelas y los centros de tele-educación, es la función social de la Universidad.
CURIOSIDAD. El OAN se conforma de unas 60 personas, la mitad ingenieros encargados de mantener los telescopios y apoyar a los observadores provenientes de diversos puntos geográficos.
Observar, coinciden los astrónomos, incita la curiosidad, una capacidad esencial en los seres humanos y la cual termina por generar conocimiento. El Observatorio busca fomentarla entre la población en general, en especial niños y jóvenes. Por más de 30 años ininterrumpidos el primer viernes de cada mes se organizan charlas astronómicas y los asistentes pueden hacer observaciones telescópicas. La institución también es partícipe de la noche de las estrellas y de un programa de recorridos diurnos. En la actualidad está en marcha la construcción de un observatorio exclusivo para el público, donde los visitantes podrán acceder a un telescopio profesional para hacer observaciones; el proyecto se materializa con el respaldo del Parque Nacional San Pedro Mártir y del gobierno estatal.
“Es fascinante ver en un telescopio algo que jamás habías imaginado: una galaxia, una nebulosa, algún planeta como Saturno o Júpiter. Mi concepción de la vida cambió cuando se hizo realidad lo que en mi época de estudiante se creía imposible: descubrir planetas alrededor de otras estrellas. Me tocó observar el tránsito de un planeta frente a su estrella y se me puso chinita la piel. Es un sentimiento de asombro que te lleva a cuestionar qué pasa en esos lugares”, describe el jefe del OAN.
VANGUARDIA. La UNAM, el Instituto de Astronomía y el Observatorio conforman un trinomio de vanguardia tecnológica: han implementado un software para operar telescopios de manera remota, desde las casas o centros académicos de los investigadores. La idea es brindar servicio a quienes, por cualquier razón, no pueden trasladarse a Ensenada.
Y a la par, han desarrollado una nueva generación de telescopios robóticos, en los cuales es posible programar observaciones.
De los 3 telescopios construidos en los años 70´s, sólo uno sigue requiriendo una operación presencial; otro, evolucionó a remoto y uno más funciona a través de un robot.
En los últimos seis años se crearon siete telescopios más: uno en coordinación con astrónomos suizos e ingleses; tres con tailandeses, uno con españoles y dos con tecnología de casa, universitaria, para un total de 10. Y continúa el diseño de más prototipos.
“Con la pandemia, el sistema a distancia o por medio de nuestra plataforma permitió seguir con las investigaciones. Siempre hemos ido a la cabeza en conectividad: aquí en Ensenada tuvimos el primer enlace satelital con astrónomos de todo el mundo”, cuenta el doctor Reyes.
Los proyectos albergados en el OAN permiten no sólo desarrollar tecnología en el terreno de la computación, sino en otras ramas como la electrónica, la óptica y la mecánica de precisión.
“La astronomía tiene un alto grado de excelencia en México y nuestro Observatorio un alcance comparable a los mejores del mundo, por el sitio en el que se encuentra, un regalo de la naturaleza”.
Los astrónomos miden el alcance no por la distancia, sino por el brillo de los objetos. Desde San Pedro Mártir brillan infinidad de estrellas y planetas, casi con la misma intensidad con la cual brilla la Universidad Nacional…
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