Los reportes médicos refieren: “Falta de medicamentos por desabasto”, o “cambio de medicamentos por falta de los indicados originalmente”. Marisela Román, de 46 años, murió el 24 de noviembre pasado en el Hospital Regional 66 del IMSS de Ciudad Juárez, Chihuahua.
“Estuvo un año en tratamiento por leucemia linfoblástica, pero nunca recibió el tratamiento indicado por el médico, siempre le tenían que cambiar medicinas porque no había. Algunas básicas como prednisona o filgrastim las surtían con mucho tiempo de retraso, ¿ya para qué?”, narra Nicolás Méndez, su esposo.
“Traigo mucho coraje e impotencia -se sincera el hombre-. En julio nos habían dicho que lo peor había pasado, pero en agosto el especialista salió de vacaciones por un mes y la institución no lo suplió. Cuando regreso, ordenó estudios de urgencia, por una recaída: ella necesitaba tratamiento inmediato, pero tuvo que esperar más de un mes. La perdí por la maldita falta de medicamentos”.
Apenas una historia, en medio de un océano de dolor. Tras la muerte de su compañera, Nicolás no sólo interpuso quejas ante la institución responsable, Derechos Humanos y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, sino una demanda ante la FGR contra quien resulte responsable por el delito de responsabilidad profesional, contemplado en artículos 228 y 229 del Código Penal Federal.
Mientras familias sufren, el flujo de medicamentos por el país se mantiene estancado…
“Los almacenes estatales están desbordados, sin espacio, por eso hay muchos rechazos. No hay capacidad logística. Tampoco se homologó documentación y trámites”, dice Carlos Ramos, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Distribuidores.
Las autoridades de Salud reconocen dilación, en especial en los 72 almacenes habilitados en los estados, a donde nueve operadores logísticos contratados por el gobierno deben depositar las cargas: “Se sobrecargaron los almacenes, con ayuda de la Sedena los estamos liberando. Se están haciendo mejoras, porque hemos visto cuellos de botella en la recepción”, admite Alejandro Calderón, titular de la Coordinación Nacional de Abastecimiento.
“Si fuera el caso que uno de los operadores no estuviera haciendo bien su trabajo, utilizaremos otros, lo que nos ha pedido el presidente es que los medicamentos lleguen hasta el paciente”, asegura Juan Ferrer, director del Insabi.
Pero justo ahí está el atorón más inquietante: en el tramo de entrega a enfermos. A principios de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la incorporación del Ejército a labores de distribución en la fase conocida como “última milla”. Ya antes había nombrado al general en retiro Jens Pedro Lohmann como director de Birmex, la otra institución abocada a transportar medicinas hasta centros de salud, clínicas y hospitales, en coordinación con los estados.
Sin embargo, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, a este trabajo sólo se han sumado tres entidades del país: Guerrero, Tlaxcala y Veracruz. Las otras 29 están pendientes por falta de flotillas de vehículos e infraestructura, en fase de planeación o han sido renuentes.
La 4T contempla abastecer 12 mil 552 unidades médicas, pero hasta ahora ha cubierto 487, menos del 4 por ciento.
En el mejor de los escenarios, aun suministrando en esas 12 mil, estaría muy lejos de una cobertura nacional exitosa, pues el propio gobierno ha hablado de 22 mil 578 sitios. Y qué decir si se toman en cuenta los 41 mil 552 lugares registrados en el catálogo de Clave Única de Establecimientos de Salud (CLUE).
Juan de Villafranca, director de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (AMELAF), afirma: “El presidente dice que si el Ejército pudo con las vacunas de COVID, también podrá con medicamentos, pero la diferencia es que desde que comenzó el proceso de vacunación han puesto 160 millones de dosis, y los medicamentos son más de 150 millones de piezas al mes, y muchos miles más los puntos de entrega. Es un gran reto para los militares”.
-¿Por qué?
-Tendrán que invertir en una bodega para manejar 150 millones de cajas, en robotización para consolidar medicamentos de diferentes laboratorios, en transporte. Tendrán que destacamentar 50 mil gentes y comprar camiones, porque no pueden llevarlos en tanques, sino en camionetas refrigeradas y, ¿dónde lo van a recibir?, ¿llevarán directamente a las clínicas?, ¿saldrá un camión con 10 cajitas a Oaxaca, Chiapas o Baja California? El presidente ordena: ´Ustedes van a distribuir´. Le contestan: ´Sí señor´, pero ni siquiera se han dado cuenta de lo que significa.
“Están entregando en los volúmenes que compran, no en las cantidades requeridas por las unidades. Hay hospitales que ni áreas de refrigeración tienen, y por eso retachan las cargas. Hay medicamentos controlados que requieren licencia de Cofepris, y unidades que no tienen esa licencia”, ilustra Carlos Ramos.
Según datos de la industria, para la conservación de medicamentos se tienen registradas al menos siete temperaturas diferentes, desde mediciones bajo cero hasta 28 grados centígrados, como máximo.
El desabasto hiere, indigna y multiplica historias de desdicha. También impacta las finanzas nacionales.
“Quien no recibió su medicamento, su quimio en tiempo y forma, entrará en complicaciones de salud y representará una carga mayor para el sistema. No hay medicina más cara que la que no se compra a tiempo”, dice Enrique Martínez, director del Instituto de Investigación y Estudios Farmacéuticos (INEFAM).
Por el giro gubernamental en la compra, la industria nacional se tambalea: 200 laboratorios mexicanos y otros 50 extranjeros con oficinas en el país. Más de la mitad de las ventas, eran para el gobierno. Algunos han reducido sus nóminas.
La materia prima para fabricar se ha encarecido, por la pandemia, el desacelere económico y el tipo de cambio. La mayoría proviene de China e India. Un contenedor de Oriente hacia Manzanillo costaba en 2019 3 mil dólares; hoy, 15 mil…
“La mayoría de nuestros empleados son mujeres: la chavita que estudió ingeniería química, la QFB de la UNAM, la chingona de la familia que gana 20 o 30 al mes. Si le pegas a la industria, esa persona que generaba dinero para su familia, terminará en un UBER. De una factura en México, al menos 90 por ciento se queda en el país. Si se compra fuera, todo el dinero se queda fuera. ¿Qué pasa con los proveedores de cajas, de plásticos, de máquinas?, ¿qué pasa con los estudiantes que contratabas, con el pago de impuestos, de Infonavit, de Seguro Social?”, pregunta Villafranca.
-¿Cuál es la solución, el reto?
-Tenemos un potencial gigantesco: México puede ser un gran exportador de medicamentos. Hoy el problema no lo resuelve el IMSS ni el Insabi, ni laboratorios o distribuidores. Todos debemos ya quitarnos prejuicios y telarañas, sentarnos y resolver en conjunto.
Grandes distribuidoras han cerrado ya. Les llegó el momento de revisar heridas y mirarse al espejo.
-Las han acusado de corruptas -se le comenta a Ramos, de la ANDIS.
-¿Dónde están las pruebas? Han pasado tres años y no hay un solo funcionario público sujeto a investigación por transas en la compra consolidada.
-Pero sí hubo quien se hizo millonario a la mala…
-Sí hubo quien ganó mucho dinero. La crítica más grande ha sido contra Fármacos Especializados, que ya la aniquilaron. Tenía más de 40 años siendo la distribuidora de la industria trasnacional.
-¿Había políticos detrás?
-Cuando nuestras empresas comenzaron, los cuates de la política que se mencionan no estaban en el poder. Es mentira, imagínate que un político venga a imponer al vendedor.
Nicolás no puede olvidar a su amada Marisela, en la cama de un hospital, en oración constante por la llegada de un medicamento. No hubo tal milagro… “Sólo espero que la CEAV y la FGR estén a la altura, para hacerle un poco de justicia a mi esposa”.
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