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“Ponme a los turistas para secuestrarlos”: el nuevo cobro de piso…

Lourdes Montoya, organizadora de excursiones, aceptó la cita en un parque público, pero se cortó el cabello, se lo pintó de un color distinto y modificó su peinado. Requiere terapia psicológica desde aquel secuestro masivo: 45 personas a su cargo, a bordo de un autobús.>>

Autobús lleno de pasajeros
Grupos de excursionistas han sido víctimas de la delincuencia. Grupos de excursionistas han sido víctimas de la delincuencia. (La Crónica de Hoy)

Veía para todos lados. Lo hacía con miedo. Por momentos, su respiración se agitaba.

Lourdes Montoya, organizadora de excursiones, aceptó la cita en un parque público, pero se cortó el cabello, se lo pintó de un color distinto y modificó su peinado. Todavía requiere terapia psicológica. Su vida cambió desde aquel secuestro masivo: 45 personas a su cargo, a bordo de un autobús.

No sólo fue el trance de más de cuatro horas de plagio, sino la intranquilidad de haber entregado todos sus datos personales y familiares durante la denuncia, al final arrumbada por las autoridades.

A principios de julio de 2024 organizó una excursión a Puerto Escondido, Oaxaca. Era apenas el segundo día de vacaciones cuando un sujeto se le acercó en el lobby del hotel para ofrecerle un paquete para conocer el proceso de elaboración del mezcal.

-¿Señora Lourdes? Por ahí me enteré que andan buscando un tour, ¿cuántos son? Tengo descuentos para grupos -fue el gancho.

El precio, la amabilidad del guía y la soltura con la cual se movía por el hotel convencieron a los viajeros. Pero el día de esparcimiento se vistió de zozobra.

Minutos antes de partir, cuando ya todos se encontraban en el autobús, una mujer uniformada -muchos la relacionaron con el hotel- le hizo señas al chofer, como queriendo entregarle algo. Era un celular, con una videollamada activa. “Cierra las puertas y avanza”, fue la orden insistente entre palabras altisonantes. Al teléfono, un tipo se presentó como integrante de un cártel de la delincuencia organizada y habló de tener pistoleros a su servicio para matar a todos en cualquier momento. “Están secuestrados, si no obedecen, los vamos a masacrar”.

El chofer y el supuesto guía operaron la recolecta de celulares y la toma de fotografías, mientras el tipo en la videollamada, por medio de amenazas, obtenía los números de familiares, quienes luego eran contactados para exigirles dinero por el rescate. Horas de tortura, como las relatadas en la primera historia de este trabajo. Y un modo de operación casi idéntico…

También en este caso se consumaron algunos depósitos. A diferencia de la primera narración, el falso guía, pistola en mano, pidió ser bajado en un punto del trayecto con extensa vegetación, donde era fácil perder el rastro.

“Les vamos a dejar sus teléfonos en la bolsa, porque rateros no somos”, dijo el hombre por el altavoz con un cinismo inaudito.

“Cuando el supuesto guía se bajó, después de cuatro horas de terror, no supimos qué hacer. ´No muevan nada, sabemos todo de ustedes´, dijo. Quedamos atontados. No sé si pasaron 5 o 10 minutos para que empezáramos a buscar nuestros celulares en la bolsa. Unos pidieron ayuda a los teléfonos de seguridad, otros llamaron a sus familias para avisar que estaban bien y con vida. Para mala suerte, algunas ya habían depositado. Yo llamé a uno de mis hijos, y luego al dueño del hotel, tenía su número porque con él había negociado el cupo y precio de las habitaciones”, relató doña Lourdes.

“Era la primera vez que nos hospedábamos ahí: es más grande y tiene pocas escaleras, está más cómodo para los abuelitos. En excursiones anteriores nos habíamos quedado en otros hoteles de mayor confianza. Fue un grave error cambiar. ´Nos pasó esto´, le dije al dueño. ´¿Cómo cree doña Lourdes?, aquí no pasan esas cosas. No se preocupe, yo los apoyo´., dijo. Cuando llegamos a la fiscalía para denunciar, él ya estaba ahí”.

Sólo algunos se presentaron a declarar en la Vicefiscalía Regional, donde el chofer fue arrestado como sospechoso, pese a las declaraciones confusas e inciertas de las víctimas.

-¿Quién había sido la mujer que entregó el teléfono al chofer? -se le preguntó a doña Lourdes.

-Hubo un empleado del hotel que se me acercó después de lo sucedido. ´Yo sé quién fue, es de aquí mismo del hotel´, me dijo. Le di las gracias, pero era tanto el miedo que ya no quisimos moverle más. Sólo le comenté: ´mejor váyase, nosotros nos vamos a ir de aquí, pero usted se queda, no sea que pierda su trabajo y le vayan a hacer algo´.

-¿No le cuestionó eso al dueño del hotel?

-Sí, pero volvió a negarlo: ´¿cómo cree?, está usted equivocada, no puede ser´.

Comenzó a investigar por su cuenta. Tenía contactos de confianza en diversos hoteles. Antes de volver a la Ciudad de México se entrevistó con el dueño de otro hotel, ya conocido.

“Las cosas están muy mal aquí en Oaxaca, principalmente en la costa”, le confió él.

“A muchos dueños los están extorsionando, y ahora ya no les piden dinero, sino gente. Eso se ha comentado en reuniones de hoteleros”.

-¿Gente? -le preguntó ella.

-Sí, como pago de cuota. Antes era tal cantidad por semana o por mes, para poder trabajar en paz. Ahora es, ponme a los turistas; pero determinado perfil: las excursiones donde vienen muchos adultos mayores, les interesan, porque son más vulnerables; o grupos de mujeres solas. Para algunos se ha convertido en la forma de dar la cuota.

Doña Lourdes comentó lo investigado en la fiscalía local. “Esto es nuevo para nosotros, no conocemos de otros casos ni tenemos denuncias de los hoteleros. Aquí no pasa eso”, le dijo el fiscal.

-¿Cómo dice que no pasa, si nos pasó a nosotros?

-Pero ustedes ya venían marcadas, los pusieron desde la Ciudad de México, gente de allá.

El chofer, único detenido por los hechos, salió libre pronto, aunque con dinero de por medio.

“A los 20 días lo soltaron. Estaba muy molesto, porque dice que nadie lo defendió cuando él también actuó bajo amenazas. En las declaraciones hubo gente que describió todo, tanto lo realizado por él como por el guía-secuestrador”.

-¿En qué circunstancias salió?

-No lo sé, pero le sacaron mucho dinero.

-¿Sabe cuánto?

-Fueron 300 mil pesos. Eso le pidieron en el MP para dejarlo ir. Las únicas que siempre salen ganando son las autoridades, y no hacen nada. ¿Por qué nunca nos hablaron para seguir con la investigación? Obtuvieron lo que ellos querían: dinero, y archivaron el asunto.

-¿Ha sabido de otros casos en el medio del turismo y las excursiones?

-Sí, a una amiga que también se dedica a esto le pasó en Veracruz. Algo muy similar, en el autobús que había rentado. A otra pareja de amigos, ya de la tercera edad, también le fue mal. Estaban en un hotel de Acapulco, alistándose para salir a la playa, cuando a él se le ocurrió ir a sacar dinero. ´Ahorita vengo, voy al cajero en lo que terminas´, le dijo a mi amiga. Se va y a los pocos minutos le tocan la puerta a ella, haciéndose pasar por un servicio del hotel. La retuvieron ahí y la obligaron a llamarle al esposo: ´si no entregas todo el dinero, me van a matar´. Otro fulano había seguido al señor y le vació su saldo.

Lourdes canceló todas las excursiones en puerta, una actividad a la cual se había dedicado más de 20 años de manera ininterrumpida.

“Allá en Puerto me aguanté porque era la responsable del grupo, pero ya aquí me quebré. Mi esposo me tuvo que llevar al doctor para que me inyectaran un tranquilizante. No podía ni dormir, tenía pesadillas y miedo de salir, me asomaba por la ventana y me ponía a llorar. Tuve que ir con el psicólogo, y desde entonces estoy en terapia. Hace unos días comencé a salir a la calle, pero con un cambio de look, siento aún que me persiguen”.

Para octubre tiene contemplado retomar los paseos, en una excursión hacia San Luis Potosí. “La psicóloga me dijo que ya es hora de enfrentar los miedos, de lo contrario, me quedaría en el hoyo. Aunque con miedo, lo voy a hacer, pero ya no puede ser lo mismo”.

-¿Qué será diferente?

-Las medidas de seguridad con los turistas: hay que estar más alertas desde el momento de subir al autobús, no dejarse enganchar por gente extraña. Ya en el destino, nunca salir solos y, en los trayectos, compartir con nuestras familias la ubicación en tiempo real. El presidente habla de abrazos, de acusar a los delincuentes con sus abuelitas. No contamos con él ni con el gobierno, estamos solos…

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