Claudia Sheinbaum Pardo tendrá para el inicio de su administración un nuevo panorama político favorable. Por una parte, contará con un apoyo en los estados en por lo menos 24 de las 32 gubernaturas, una presencia muy importante en los congresos de las 32 entidades federativas; una mayoría en el Congreso de la Unión, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, y la recuperación de la Ciudad de México, como un bastión electoral y político, en el que claramente se observa una recuperación de alcaldías y de los espacios legislativos en el congreso de la ciudad. Morena y sus aliados ganaron 27 de las 33 diputaciones de Mayoría que estaban en disputa.
Como contraparte, la nueva presidenta, encontrará una oposición casi desmantelada, debilitada y sin un proyecto alternativo que en el futuro cercano le brinde a la ciudadanía alguna posibilidad de alternancia político electoral en el país. En otras palabras, una oposición incapaz de hacer un auto análisis que le permita identificar las causas objetivas que consolidaron el triunfo en las urnas de la Dra. Claudia Sheinbaum con una diferencia de más de 30% frente a su adversaria, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz. Dato que desmonta el mito de la polarización y de la división del país y dos bandos distintos.
En esta coyuntura, posiblemente seremos testigos de la construcción de un nuevo mapa político, con la aparición de nuevos partidos y fuerzas electorales que deberán reconstruir lo que queda de la oposición. No obstante, desde mi punto de vista, esta nueva configuración representa un reto importante, también para la nueva Presidenta, porque tendrá que construir puentes que le permitan dialogar con las otras opciones que no fueron favorecidas en las urnas, pero que representan a sectores importantes de la sociedad mexicana.
Nuestro país enfrenta problemas estructurales muy complejos desde hace varias décadas. La pobreza, la desigualdad, la crisis de derechos humanos, la seguridad pública y las asimetrías sociales; pero también, lo es la corrupción sistémica, la presencia del crimen organizado en todo el territorio nacional, la constante migración y el desplazamiento de comunidades enteras dentro de México y de América Central que, sumado a la compleja situación en el mundo conforman una agenda amplia que deberá atender la primera mujer que desempeñará el cargo de Presidenta de la República.
La Dra. Sheinbaum no tendrá un camino sencillo y su tarea principal deberá enfocarse en la consolidación de los pasos dados en el sexenio que termina para mantener los indicadores macroeconómicos estables, las finanzas públicas sanas y la cantidad de recursos necesaria para seguir apoyando los programas sociales y las transferencias de recursos para reducir la pobreza en la que vive un tercio de la población en el país.
También, deberá consolidar los proyectos estratégicos, como el Tren Maya, continuar la operación de la refinería de Dos Bocas, profundizar la construcción de infraestructura ferroviaria y consolidar el crecimiento del AIFA.
La Presidenta electa, deberá impulsar proyectos específicos que permitan mitigar el creciente impacto del cambio climático en un país con sequías y escasez de agua; pero al mismo tiempo, deberá administrar de manera adecuada la compleja relación con Estados Unidos que ha mejorado significativamente en los últimos años, pero con su llegada al poder, coincidirá con la campaña electoral en Estados Unidos, el principal socio comercial de México, con el que compartimos más de 3,000 km de frontera, en el marco de la posible reelección del demócrata Joe Biden o el regreso del republicano Donald Trump el próximo 5 de noviembre.
Finalmente, aunque existen otros temas, la presidenta Sheinbaum deberá enfrentar la lucha contra los cárteles y el crimen organizado con una interrogante vinculada con el lugar y el papel que los militares, la Marina y la Guardia Nacional jugarán en el proceso de transición política, después de las elecciones y de la salida en escena del presidente López Obrador. Sumado a lo anterior, que sin duda constituye un hecho histórico, de que una mujer haya llegado a la Presidencia de la República --y eso en sí mismo, ya es motivo de celebración--, resultará fundamental que la sociedad en su conjunto no construya sesgos de género, pues eso nos impediría valorar de manera ecuánime, su gestión al frente del Poder Ejecutivo en esta nueva etapa de la vida nacional.
Su llegada es una señal de madurez para el sistema político y electoral, que abre la posibilidad de que las mujeres puedan seguir participando en el espacio de la política de manera importante y que se rompa la brecha de género y techo de cristal al que se enfrentan las mujeres en el mundo laboral, en el mundo profesional, y en el mundo de la política.
* Académico investigador del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la IBERO e integrante del Consejo Electoral Local del Instituto Nacional Electoral (INE) en la Ciudad de México.
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