La foto del libro que la SEP entrega a los maestros del país fue bien elegida: es un mitin por la liberación de detenidos en el 68. Esa es, justamente, la tónica y la retórica contenidas en Un libro sin recetas para maestras y maestros, texto oficial de apoyo a los docentes de secundaria en donde todo lo hecho en materia educativa entre 1982 y 2018 son explícitamente las “raíces podridas del neoliberalismo educativo”.
El libro pretende “centrar la enseñanza como acción sustantiva de la práctica docente en cada acto político de transformación de la realidad educativa, escolar y comunitaria”. Acto seguido, pasa a reseñar la historia de los maestros como colectivo y la equipara con una historia de “resistencia”. Desde la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 1979 o una década después, cuando “se incorporó a la protesta (contra la educación neoliberal) más de medio millón de trabajadores de la educación en busca de democracia sindical y aumento salarial”, la organización magisterial está encaminada a contener los modelos neoliberales educativos.
“En estos sexenios se fue generando un colectivo de intelectuales orgánicos que legitimaban los caprichos de los políticos”, relata el libro oficial de la SEP y nombra a Adal Ramones, Jorge Campos, Germán Dehesa, Claudio X. González, Sari Bermúdez y Jorge Von Ziegler, como parte de ese conglomerado de intelectuales, artistas y otros personales legitimadores.
La década de los noventa inició con “luchas magisteriales contra los congresos sindicales fraudulentos y contra la reforma educativa y laboral”, reza el texto. Los ejemplos de esta resistencia se acumulan a lo largo del mismo.
La conclusión de este libro, del que Crónica tiene copia, no podría ser otra: “Para el magisterio, es tiempo de continuar en la batalla cultural y, con todas las voces, superar las lógicas racistas, excluyentes y de sujeción en el modo de pensar, de ser, de actuar, de tomar parte en la transformación. Es momento de despojarse de los procesos colonialistas y neoliberales que imponen la pérdida de identidades, hábitos, gustos, costumbres y expresiones artísticas que nos dicen cómo tenemos que pensar, vestirnos, alimentarnos y recrearnos”.
El texto culmina a la manera de los panfletos de una izquierda añejísima, de los años setenta del siglo pasado: “Llegó la hora de superar la crisis y hacer una pedagogía integral, humanista y emancipadora. La educación popular es el paradigma educativo que aboga por una educación para los oprimidos y desposeídos; busca la conciencia histórica del ser humano, una escuela democrática centrada en la patria y en la comunidad. Tiene una práctica pedagógica bajo la necesidad del contexto y es dialógica porque libera a ambos, tanto al docente como a los estudiantes, porque con la liberación del otro se liberan a sí mismos”.
Lo plasmado por la SEP en su libro para maestros no duda en mencionar los sexenios que antecedieron a la 4T, y señala que la “estrategia de los gobiernos de más de cinco decadas fue ocultar y actuar desde las sombras, en la penumbra; golpear con la certeza de no evidenciar el dolor, asesinar sin dejar indicios.,torturar en los cimientos del horror, desaparecer opositores para amordazar voluntades y construir en México el andamiaje de la llamada guerra sucia. Un periodo oscuro cuando no sólo se ejerció la represión con plena impunidad mediante los distintos cuerpos policiacos y de seguridad del Estado […]”.
Las ideas que expone el libro oficial Un libro sin recetas para maestras y maestros fueron impulsadas al interior de la SEP, encabezadas por Marx Arriaga, quien oficialmente debe coordinar la edición y fabricación de materiales educativos —y guiarse por los contenidos curriculares que genera otra instancia de la SEP— y quien vio frenada su intentona de aplicar este modelo “libertador” luego de que diversos pedagogos exhibieron la ausencia de bases pedagógicas de los planes y programas de estudios emanados de su escritorio.
En agosto de 2022 el Presidente de la República informó que no se aplicarían en forma generalizada, sino como un piloto en unas decenas de escuelas seleccionadas. Un mes después el plan piloto fue suspendido igualmente.
Durante el último año, se han presentado diversos recursos legales a efecto de evitar que una “teoría” de Marx Arriaga sea aplicada en todas las escuelas primarias y secundarias del país. La base para estos recursos legales es sencilla: no existe evidencia de que pedagogos la hayan realizado y está más cerca de la doctrina política que de un nuevo modelo escolar.
La propuesta de estos libros, tanto los destinados a los maestros como a los alumnos, se basan de manera ligera en la pedagogía de la liberación, al que nombra en la primera línea de Un libro sin recetas para maestras y maestros:
“Paulo Freire, pedagogo brasileño que toda su vida buscó la manera de brindar herramientas para que los marginados pudieran liberarse y emanciparse de las condiciones de dominación que se reproducían en la escuela a través de la educación bancaria, aportó una teoría que nos permite aprender los principios pedagógicos y políticos para la lucha por una justicia social. “La educación es un acto político para la transformación de la realidad, los maestros deben ser sujetos políticos que descubran el mundo como un ser político y no como un mero técnico o sabio”, señala el primer párrafo del libro.
Ahora bien, en tanto la pedagogía de Freire ha evolucionado en los últimos 40 años, en la de Marx Arriaga parece haber una mezcolanza de muchos conceptos emergidos en los años 60 del siglo pasado y algunos de reciente creación. Los especialistas señalan que no hay una sola experiencia en aulas del mundo en torno a la teoría desplegada por Arriaga.
Así, la presentación de este texto oficial para maestros es una suerte de versión Región IV o 4T de la pedagogía liberadora.
A pesar de los recursos en juzgados, los libros de texto para alumnos han estado apareciendo en las escuelas del país, sin que haya claridad sobre lo que pasó con una orden judicial para detenerlos hasta que se valorara su contenido y sin que tampoco se sepa lo que pasó después del frenazo a las pruebas piloto de este “modelo” educativo.
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