Opinión

Adolescentes, vulnerabilidad y violencia

Adolescentes, vulnerabilidad  y violencia

Adolescentes, vulnerabilidad y violencia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Para vislumbrar la vulnerabilidad y violencia en que viven miles de jóvenes mexicanos es necesario escuchar sus historias. Cada una explica las condiciones en las que tuvieron que crecer y las direcciones que han tomado. La Comisión Nacional de Derechos Humanos presentó el Informe Especial, “Adolescentes: vulnerabilidad y violencia”, que plantea numerosos testimonios de adolescentes privados de su libertad que se desarrollaron en un entorno hostil. También ayuda a entender el panorama de justicia o injusticia que reina en el país. Muchos de ellos cometieron delitos  y otros, no queda claro si son culpables o inocentes.

Una de las historias narrada es la de Lisa, una joven oaxaqueña, de 15 años, de origen indígena, su lengua natal es el chinanteco. Lisa fue abandonada y luego adoptada por una comerciante. Estudió hasta tercer año de primaria. Se salió de la escuela porque un niño le cortó un dedo con las tijeras. Fue abusada por el esposo de su hermanastra y culpabilizada y echada de la casa. Comenzó a drogarse y, robar. Quedó embarazada de su pareja, que conoció en la calle. Él la golpeaba y maltrataba. Los dos fueron detenidos por robo a un transeúnte. Robaron un perro, un teléfono celular, 60 pesos y unos lentes de 25. Fueron detenidos en el acto. No ha sido liberada porque el transeúnte no se ha presentado a declarar.

Wilfrido, indígena mixteco de 21 años, cursó hasta la primaria porque no entendía bien el español. Era campesino como sus padres y hermanos. Se encuentra en un penal del Estado de Oaxaca, tiene que cumplir una condena de 9 años. Apenas lleva 4 años. Fue acusado de homicidio. Relató para la CNDH que él trabajaba en un terreno con su mamá. Al lado mataron a un vecino y a él lo acusaron porque “siempre estaba en el terreno”. Una de las pruebas, según relató, fue que un niño de 7 años lo vio. La jueza dijo que era él porque el niño lloró cuando lo vio, pero “no era eso, sino que el niño hablaba mixteco y lloraba porque no entendía lo que decían”.

Sus familiares no pueden visitarlo tan seguido porque el Centro de Rehabilitación está lejos de su localidad y no tienen recursos suficientes para transportarse. Ya no le desagrada tanto estar en el centro porque está completando sus estudios. Al salir le gustaría poner una panadería. Él insiste en que es inocente y espera que revisen su caso nuevamente en menos de un año.

Tanto Lisa como Wilfrido vivieron condiciones de vulnerabilidad y exclusión social por ser indígenas. A Lisa habría que sumarle que es mujer y enfrentó además agresiones sexuales.

Otra de las historias es la de Alexis, tiene 20 años y es originario de la Ciudad de México. Lleva dos años internado en el Estado de México y le faltan tres años más. Se vinculó al grupo delictivo de la Familia Michoacana. Desde los 12 años comenzó a trabajar como ayudante de mecánico y albañil. Conoció al jefe de plaza y lo integró como narcomenudista.

A los 14 años se convirtió en escolta y coordinador de la misma. Se alejó por completo de su familia. Fue detenido cuando secuestró a una persona por órdenes de su jefe, un exmilitar, al que “sólo obedecía”. Alexis ya había sido detenido anteriormente pero siempre era liberado gracias a la extorsión de su jefe con los policías. El joven pensó que esa vez sería igual, pero el jefe de la plaza fue asesinado y Alexis tuvo que cumplir su condena.

El caso de Alexis es emblemático. Es uno de los 460 mil menores que participan en actos delictivos con el crimen organizado, según datos de Alfonso Durazo, próximo secretario de Seguridad del  gobierno de Andrés Manuel López Obrador y podrá estar entre los jóvenes que reciban amnistía.

@wendygarridog

wengarrido@gmail.com