Escenario

Arcade Fire, el efecto Black Mirror y un carnaval de sintetizadores

Tras el encore, los músicos regresaron al escenario con chaquetas de México is the shit, para complacer a sus fanáticos con “Put your money on me”, con temas más sombríos como “We don't deserve love” y “Everything now (Continued)”.

Banda de música tocando en vivo en un concierto.
Banda de música tocando en vivo en un concierto. Banda de música tocando en vivo en un concierto. (La Crónica de Hoy)

La banda canadiense Arcade Fire, desde hace más de una década, ha mantenido la reputación de ser una de las más importantes de la escena indie rock del nuevo milenio. Apenas un año después de su venerado disco debut Funeral (2004), fueron tocados por la mano santa de David Bowie cuando subió al escenario de los Rock Fashions, en Nueva York, el 9 de septiembre del 2005 en donde les regaló un momento de gloria al tocar con ellos sus canciones “Life on Mar’s” y “Five”.

El Duque Blanco había bajado del pedestal para darle la bendición a esta banda que ya establecía un fenómeno de la música moderna, que han sabido consolidar con sus discos siguientes, movidos por la búsqueda de sonidos menos fúnebres de su primer álbum, y así llegaron los ritmos espectrales de su disco Neon Bible; su exploración de un estilo más eléctrico en The suburbs y la fusión de ese sonido con ritmos haitianos en Reflektor, hasta que este año decidieron dejarse llevar, con Everything now, por la experimentación en su disco más crítico al estilo de vida de la actualidad pero lanzado con un carnaval de beats eléctricos producidos por Thomas Bangalter, media parte del dúo Daft Punk y Steve Mackey, quien tocaba el bajo en Pulp.

Su más reciente disco es una apuesta musical a lo que se ha visto de manera ingeniosa en la serie de televisión Black mirror, con su dura crítica hacia la influencia de vicios de las nuevas tecnologías, la cultura del consumo, la instantaneidad de lo cotidiano y su sátira a la banalidad, en un intento moderno por imitar lo que en su momento hizo The Clash. Bajo este panorama de la banda llegó Arcade Fire a México la noche de ayer en el Auditorio Nacional, en donde conectaron con el público mexicano gracias al carnaval de sintetizadores en sus temas.

La llegada de los músicos al escenario del Coloso de Reforma podría verse como una extensión de la burla hacia la banalidad o como un gesto amistoso sacado de la chistera entre lo más cliché de los conciertos en México. El escenario se notaba la forma de medio cuadrilátero, como el que se usa en la lucha libre mexicana, al frente de los instrumentos de los nueve músicos que estarían en escena. En las pantallas se veían los músicos esperando el acto de entrada que no fue otro sino una tormenta de extractos de canción desde música clásica hasta temas como “A hard day’s night”, de The Beatles, que nos recordaba un poco al “Revolution #9”, de esta última banda.

El chiste concluyó cuando Chumel Torres, conductor de un programa mexicano de televisión al que días antes Arcade Fire le dio una canción para el intro de su nueva temporada, fungió de presentador de lucha libre y anunció la llegada de los músicos con un micrófono que no se escuchaba. La parte de abajo del Auditorio Nacional, que regularmente tiene butacas, esta vez prescindía de ellas y el público se movía de pie a la salida de los músicos que pasaron a sus espaldas en el pasillo que delimitaba esa parte general con la zona de butacas, la música llegó se fusionó con una parte del intro de su “Everything now (continued)” hasta que el primer sencillo de su aún incomprendido disco contestatario comenzó a sonar con los nueve músicos en escena.

El recibimiento fue eufórico. “Every inch of space in your head / is filled up with the things that you read”, dice el coro y se canta con tanto optimismo que poco podemos percibir que se trata de una canción sobre la sobrecarga de información de la era de internet. Unidos a un solo coro y con saltos de los espectadores en todo el recinto marcan la pauta de la velada: enérgica, complaciente y sin riesgos.

La banda está formada alrededor del matrimonio del compositor texano Win Butler y la múltiple instrumentista canadiense Régine Chassagne. El resto lo integran el guitarrista y percusionista Richard Parry, el bajista Tim Kingsbury, el multi instrumentista Will Butler, hermano de Win, y otros músicos, especialmente los de la sección de cuerdas, que rotan con frecuencia. Entonces sigue el ambiente festivo con más temas del nuevo disco como “Sings the life”, que nos muestra esa fusión de la música disco y el funk con una letra sobre unos chicos que buscan vencer el aburrimiento. Todos bailaron en medio de luces neón azules y rojas.

Como muchos críticos lo han dicho antes, Everything now es un disco que también conecta fácilmente con su anterior Reflektor, por lo cual no fue sorpresa escuchar como siguiente tema “Here comes the night time”, que mantuvo el ritmo de euforia con su juego de instrumentos in crescendo y volvieron a su disco actual con “Chemistry”, que provocó que decayeran los ánimos con sus sonidos de reggae, pero sin parar de tocar volvieron a poner a saltar a los suyos con “Haïti”, que llegó precedido de un baile de Régine y su voz como un dulce arrullo lanzando aullidos coreados por los presentes. Este es el Arcade Fire más alabado, el de Funeral, y su melancolía idílica.

Win Butler se tomó unos minutos para dar unas palabras de aliento para los damnificados de México por el sismo y luego dijo que parte de la taquilla será donada. Acto seguido dieron vida a “No cars go”, de oscuro álbum Neón bible, que brilló particularmente por el juego entre el violín, el acordeón y los sintetizadores. Luego regresaron a ritmos ochenteros de música disco con un tono más ecléctico en “Electric blue”, de su nuevo material, con una virtuosa rotación de instrumentos.

Bomba Estéreo fue la encargada de abrir el concierto, con canciones como “Soy yo” y “Fuego”, y antes de tocar “Intervention” les agradecieron su participación, que también puso a bailar, pero que no cautivó tanto como el final de “Ocean of noise” en la cual recurrieron al toque de cerrar la canción con la presencia de unos mariachis que no sabían cuando participar y salieron sobrados.

Un momento emocionante también llegó de la mano con el recuerdo de Funeral, cuando el piano marcó la tonada de “Neighborhood #1 (Tunnels)”, que de a poco se apoderó del recinto y vibró aún más en gritos fanáticos cuando Butler bajó del escenario y llegó hasta las gradas.

La banda le dio su propio espacio al disco The suburbs cuando le dio un bloque completo de cuatro canciones del disco, comenzó con la que le da título al álbum; continuó con “The Suburbs (Continued)”, “Ready to start” y concluyó con “Sprawl II (Mountains beyond mountains)”, con el vocalista cantando acostado en el escenario con más cansancio que acto de euforia.

La recta final del concierto llegó con más derroche de energía que emotividad. Cantaron “It's never over (Oh Orpheus)”, del Reflektor, que legó con el detalle de que no la habían tocado en vivo desde hace tres años; de ese mismo disco sonó la canción homónima que fue otra de las más cautivadoras de la noche, y de ahí en adelante soltaron lo más esperado por los mexicanos como “Afterline”, que cerró el bloque musical de su anterior disco; “Rebellion (Lies)”, uno de sus primeros temas emblema del Funeral y “Creature Comfort”, del Everything now, que es una oda a los fracasados.

Tras el encore, los músicos regresaron al escenario con chaquetas de México is the shit, para complacer a sus fanáticos con “Put your money on me”, con temas más sombríos como “We don't deserve love” y “Everything now (Continued)” para cerrar con ese himno de la música indie que es “Wake up”, a la que el mismo Bowie alabó. En este tema volvió a aparecer el mariachi, sin tanta gracia, pero qué más daba, el público salió complacido.

ijsm

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