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Atrapan sonidos de aves con el empleo de la bioacústica

Reportaje * Esaú Toaki Villareal, académico de la UNAM, desarrolla su propia tecnología para captar el sonido de aves entre la espesura de los bosques de la capital. Con otros colaboradores prepara una guía acústica de los sonidos de las aves de la Ciudad de México

Reportaje * Esaú Toaki Villareal, académico de la UNAM, desarrolla su propia tecnología para captar el sonido de aves entre la espesura de los bosques de la capital. Con otros colaboradores prepara una guía acústica de los sonidos de las aves de la Ciudad de México

Atrapan sonidos de aves con el empleo de la bioacústica

Atrapan sonidos de aves con el empleo de la bioacústica

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Amanece en el Parque Ecológico Los Dinamos, la luz del día aún no se asoma y el paisaje es coloreado por un cielo azul oscuro, quizá gris. Parece que será un día nublado. Es una buena hora para ascender el camino boscoso en una región lateral del parque, aislado de la zona donde los visitantes hacen sus picnics o van a almorzar fritangas o truchas.

Sin embargo, es por este camino conocido y asfaltado por donde, seis horas después, Esaú reencontró su camino hace algunas semanas tras haber sufrido una caída en una vereda y haberse perdido bosque adentro. Arruinó parte de su equipo y se llevó tremendo golpe, no obstante, esa incursión tenía una recompensa.

Fue la primera vez que escuchó y pudo grabar el sonido de una codorniz coluda transvolcánica (Dendrortyx macroura), conocida popularmente como “gallina”, la cual parece invisible entre la espesura vegetal; muchos lugareños dicen haberla escuchado, son pocos quienes las han visto. Pero su canto y llamados son menos escurridizos y pueden escucharse, incluso a simple “oído”.

Esaú Toaki Villareal es colaborador académico del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, donde lleva a cabo múltiples investigaciones y realiza proyectos de realidad aumentada, entre otras actividades. Biólogo de formación, egresado de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, realiza además estudios de campo con apoyo de la “bioacústica”, enfocada a la grabación y discriminación de sonidos de interés. En su caso, una de sus pasiones: las aves.

No debe haber muchos biólogos trabajando en el IIMAS, menos aún realizado trabajos de robótica, por ello Esaú es atípico en el instituto y aunque en el laboratorio de Hernando Ortega lo quieren volver ingeniero (bromea), él sólo combina sus ho­bbies y pasiones cada vez que hay oportunidad.

TRABAJO DE CAMPO. El joven científico siempre ha tenido gustos e inquietudes por los seres vivos, pero también por la invención y construcción de cosas, refiere en entrevista. Ahora, combina ambas cosas y crea dispositivos o tecnología útil para los biólogos, quienes en trabajo de campo, acota, pueden tener varias carencias de equipo. 

Ese biólogo de campo, explica, es aquel que va detrás el rastro de animales, identifica plantas, analiza vegetación, suelos, agua… “Este tipo de biólogo tiene pocas herramientas o son costosas”. Esaú identificó esta situación, porque él mismo la vivía, y la vio como un área de oportunidad o nicho de mercado por explotar.

Después de realizar su tesis, a Esaú le quedó claro que el área en la que se enfocaría tendría que relacionarse con los sonidos, los cuales en la biología tienen muchos beneficios, tanto para la divulgación de la ciencia y en la toma de conciencia, así como para fines científicos, apunta. “Imaginemos que estamos en una selva y vamos a contabilizar las especies que hay, pero la vegetación es densa. Será muy difícil observarlas y diferenciarlas, pero cada pájaro, por ejemplo, tiene su propio lenguaje o patrón de silbido con el que se puede identificar. Es ahí donde el sonido es una potente herramienta porque quizá el ave está muy lejos, pero se puede grabar y obtener evidencia de que ahí hay algo, quizá el ave que estamos buscando”.

Cuando Toaki Villareal se refiere a las cualidades de divulgación de la ciencia se refiere a la vez de la toma de conciencia de las personas sobre la riqueza natural que existe en países como el nuestro que es megadiverso, pero incluso se puede realizar de forma local.

“Las poblaciones humanas crecen sin parar, cada vez hay zonas más urbanas y ruido, por lo que es muy raro escuchar el sonido de la naturaleza, de la cual nos hemos alejado”. Sin embargo, los sonidos pueden mostrarnos, por ejemplo, cómo suena una guacamaya en peligro de extinción. La “gallina” que escuchó en Los Dinamos, menciona, sólo se distribuye en el Eje Neovolcánico Transversal y es endémica de México, y en la capital existen poblaciones de éstas y pueden ser escuchadas, al menos, o vistas si se corre con mucha suerte.

“Son especies sobre las que hablas con gente que vive por allá, las cuales nunca han visto, pero al mostrarles el sonido dicen ‘¡ah, sí! Las hemos escuchado’. Se sorprenden, creen que son sonidos de especies exóticas de otros lugares, pero no, son de aquí”.

BURBUJA DE SONIDOS. En una incursión menos accidentada en Los Dinamos, Esaú lleva consigo su equipo de audio y grabación. Uno de estos sistemas consiste en una parábola —que él mismo fabrica y comercializa mediante su empresa Ornitronik— para grabar cantos y llamados focales, éstos son los sonidos captados de manera aislada, donde la grabación se enfoca en el ave. “En ésta, uno se tiene que acercar lo más posible al ave cantando, mínimo 15 metros, para que la grabación quede en primer plano". 

El biólogo señala que lleva consigo el equipo y graba, lo escucha en vivo para después, idealmente grabar a las aves de forma aislada para identificarlas bien. “Identificas y apuntas, tratas de eliminar sonidos y te enfocas, depende de la técnica. Si el objetivo es grabar un perico vas sobre él y usas un tipo de micrófonos que se enfocan donde todo lo demás se escucha de forma secundaria”.

El segundo de los sistemas que emplea es un conjunto de micrófonos omnidireccionales (es decir, que captan todo lo que hay alrededor) de los cuales coloca dos o tres regularmente en diferentes posiciones para grabar el paisaje sonoro; posteriormente, procesa las grabaciones en el estudio y realiza una imagen acústica estéreo para que el audio suene bien. “Con ambos sistemas utilizo algo que se llama preamplificador, que sirve básicamente para darle mayor ganancia  (volumen) a mis grabaciones, reduciendo el ruido natural de los micrófonos y dándole una mayor claridad a la grabación”.

Emplear la parábola es apuntar hacia un objetivo, en este caso hacia el sonido lejano proveniente de la espesura boscosa, es un arma con mirilla para cazar los sonidos de las aves. Por otro lado, utilizar los micrófonos omnidireccionales es como una “bomba” sonora: al ponerse los audífonos un mundo de sonido se abre, el incipiente riachuelo metros abajo suena como potente río, el canto de los jilgueros (Myadestes occidentalis) es casi ensordecedor, y el mínimo murmullo de los compañeros de viaje se escucha con intensidad. La sensación de este sistema es como encerrarse en una burbuja de sonidos, donde en esta región apartada de Los Dinamos se funden el canto de las aves con el sonido de un viento tenue y un río que no es río, pero su sonido sólo lo aparenta.

En algunos puntos del recorrido escuchamos cantos de un saltón de cabeza verde (Arremon virenticeps) que además vimos volando entre los matorrales; en algún momento escuchamos a las famosas gallinas. Esaú nos explica la diferencia entre sus cantos y sus llamados, pero él ya los tiene bien identificados, como muchos otros sonidos del lugar con los que ya está familiarizado. Escuchamos diversos sonidos de aves, vemos un campo de colibrís, entre ellos observamos un garganta azul (Lampornis clemenciae), aunque lo mejor vendría al final del recorrido. Entre tanto y sin saberlo —Esaú me lo escribiría días después— escuchamos más aves de las que identificamos o percibimos, cerca de una decena, además de tres especies de colibrís. Me dice que identificó los sonidos de un capulinero gris (Ptiliogonys cinereus), de un gorrión cantor (Melospizamelodía), de un sastrecillo (Psaltriparus minimus), de mirlos dorso canela (Turdus rufopalliatus) y de un mirlo primavera (Turdus migratorius), entre otros.

PARÁBOLAS. Es con esta última ave con la que Esaú desarrolló un software para identificar su canto, fue de los primeros que desarrollaron este tipo de tecnología en el país, hoy más difundida para ésta y otras aplicaciones. Fue con ella que Ornitronik inició, pero no ha sido sino hasta hace algunos meses que la empresa ha tomado mayor impulso, pero ahora con el desarrollo de sus parábolas de sonido.

En estas parábolas el sonido captado por su radio rebota y lo envía al mismo punto, donde lo amplifica. El problema con estos platos, señala el biólogo, es su alto costo —alrededor de mil dólares— y en Latinoamérica se importan regularmente de Europa y Estados Unidos, por lo que sólo algunos grupos de investigación pueden tener acceso a éstos. “Quizá esta sea una razón por la que la bioacústica no ha podido crecer mucho en Latinoamérica”. Por ello, Toaki comenzó a realizar su investigación para hacer sus propias parábolas, las cuales inició a comercializarlas en febrero de este año a un costo mucho menor al del mercado.

Ahora diversas universidades han adquirido equipo de Ornitronik, pero su pedido más reciente no proviene del sector académico y tiene una interesante historia relacionada con la conservación y esa toma de conciencia de una comunidad sobre su entorno. “Se trata de una comunidad de un ejido de Milpa Alta donde se juntaron para cuidar la zona de zacatonales de la parte alta de la región. Ahí habitan conejos endémicos y una ave que se llama gorrión serrano, en peligro de extinción”. Los lugareños se dieron a la tarea de monitorear y salvaguardar el sitio y ahora tienen el plan de sembrar de nuevo matorrales, debido a que las poblaciones de especies decrecieron por la mancha urbana que menguó los zacatonales.

Como parte de su estrategia de conservación, y para convencer a la propia población sobre la importancia de mantener el ecosistema, relata el universitario, han tomado fotos y video para difundirlos entre ésta. A ello han sumado los sonidos de los cantos y llamados de las especies de aves, como el gorrión serrano y un pájaro carpintero. “Han reconocido la importancia del sonido en este proyecto de conservación”.

Si bien Esaú se ha enfocado a la caza de sonidos de aves, apunta además que la bioacústica y la utilización de estos sistemas de grabación pueden utilizarse para el estudio de mamíferos, insectos o anfibios como las ranas, quienes también tienen su propio patrón de sonidos. Incluso, casi por accidente, ha grabado el sonido de ardillas en momentos de hostilidad, en respuesta a la defensa de su territorio.

Esaú lleva a cabo otros proyectos, junto con otros especialistas, para hacer un compendio de grabación de los cantos y llamados de aves de la Ciudad de México, el cual esperan esté listo para el próximo año, y que incluye a las aves migratorias que llegan a la capital, entre ellas una especie de colibrí proveniente de Alaska, refiere.

UN ELEGANTE FINAL. Ya en el final del recorrido en Los Dinamos, una sorpresa pulula entre un árbol no muy alto. Se trata de una hembra y un macho de aves de la especie eufonia gorra azul (Euphonia elegantissima), que parecen encontrarse en un cortejo; el macho, regordete, posee el plumaje más bello: vientre y pecho color amarillo y sí, su gorrito azul. Esaú no está seguro de que sea la especie mencionada, la fotografía y observa, prepara el equipo de sonido, sin embargo, se ha agotado su batería. Sólo queda seguir observando, fotografiando y no hacer ruido para no perturbar la vida social de las aves.

“Es una pena”, referiría ya en el almuerzo Omar Páramo, quien ha publicado en la Gaceta de la UNAM una historia sobre el trabajo de Esaú en el desarrollo de dicho software de identificación de cantos de aves, y quien se unió a la incursión. Después de confirmar que efectivamente observamos esa ave, lo cual es excepcional y muy difícil de lograr a tan corta distancia, Páramo repara en la etimología griega del nombre Euphonia: excelencia de tono, elegantissima: muy elegante. Será en otra ocasión cuando Esaú obtenga la grabación de ese canto. Al menos ese día, las aves despidieron a un entusiasta de ellas, un viejo conocido que volverá, el cazador de sonidos.

Macho de eufonia gorra azul (Euphonia elegantissima) captada por Esaú.