Cultura

“Aún se ofician misas por personas que fallecieron en el siglo XVIII”

En países como España, se pagaron siglos de capellanías, señala Abraham Villavicencio, académico de la UNAM. En la era novohispana se pagaban misas por hasta 500 años porque el paso por el purgatorio era lento

“Aún se ofician misas por personas que fallecieron en el siglo XVIII”

“Aún se ofician misas por personas que fallecieron en el siglo XVIII”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La concepción de la muerte en la época novohispana era completamente inversa a la nuestra, pues morir lenta y dolorosamente permitía expiar en vida, lo que ayudaba a mermar la estadía en el purgatorio, así como a evadir el infierno, explicó Abraham Villavicencio García, académico de la UNAM y curador en jefe del museo Franz Mayer.

“Hoy entendemos el bien morir como una muerte rápida y no dolorosa que no merma la calidad de vida, todos aspiramos a eso, pero en el periodo novohispano era al revés, para ellos lo ideal era una muerte lenta porque con el sufrimiento del cuerpo se podían expiar las culpas, entonces mientras más durara este marchitamiento y agonía, el moribundo podía arreglar sus asuntos en vida, especialmente los de la fe”.

En ese sentido, había muchos ritos asociados a asistir al muerto en un bien morir, algunas prácticas que siguen vigentes como la misa del cuerpo presente, el novenario y los rosarios. Abraham Villavicencio destacó que, en la Nueva España, como un reino que formaba parte de una monarquía católica, el catolicismo era la religión oficial y ellos determinaban los ciclos de la vida humana.

En ese sentido, algunos de los primeros ritos que se pueden identificar en las pinturas son: la aplicación de los santos óleos, el momento del juicio individual, el camino de las ánimas al más allá, las misas de ánimas, así como las piras funerarias, entre otros.

La aplicación de los santos óleos o la extremaunición, uno de los sacramentos dentro del cristianismo católico, representaba al moribundo acostado sobre una cama y cerca de él un sacerdote para asistirlo; alrededor se pintaban a las personas que rezaban por su descanso. Algunas órdenes que se dedicaban a asistir a los muertos también fueron representadas como la orden de San Camilo de Lelis.

“Este tema de premonición, el momento de la muerte y los acompañantes llorando, se puede apreciar en obras muy importantes como El político de la muerte que está en el Museo Nacional del Virreinato o el retablo de ánimas de la parroquia de Santa Cruz en Tlaxcala”.

En las representaciones del juicio individual suelen estar presentes un ángel y un demonio, agregó, ya que el primero intentará abogar por el alma del muerto y el demonio tratará de agregar culpas o revelar si hay faltas no confesada para ganar el alma.

“En estos episodios regularmente el alma sale del cuerpo —a veces infantilizados, desnudos o vestido de blanco— y se ve al tribunal presidido por una representación de Jesús resucitado y sentado en un arcoíris. Estos elementos provienen de la tradición apocalíptica, de la forma en que se representa la segunda venida de Jesús al mundo, propiamente el juicio final”.

Posteriormente, el alma sería conducida a diversos sitios en el más allá los cuales también están representados ya que finalmente el juicio determina a dónde se van las ánimas, explicó. “Casi nadie se imaginaba que se iba directo al cielo, había un temor a la justicia divina y había también una duda acerca del deudo, decir que alguien automáticamente alguien se iba al cielo sería casi pecar de soberbia, así que casi todo el mundo aspiraba llegar a él vía el purgatorio”.

“Estos episodios tienen una escena del purgatorio, un sitio del más allá que formaba parte de los círculos del infiero al formar parte de la tierra, sin embargo, es un lugar de purgación en donde el fuego haría que los pecados y las faltas, quedaran limpias”.

En la concepción novohispana el paso por el purgatorio era prolongado, había gente que pagaba misas por 500 años o 300 años, algunas de las cuales aún se ofician y que quedaron representadas en retablos. “Hasta el día de hoy, en países como España, se siguen ofreciendo misas por personas que fallecieron en el siglo XVIII y que pagaron siglos y siglos de capellanías o que pagaron la perpetuidad”.

Por otra parte, en un templo de Tamazulapan, Oaxaca, se pueden encontrar representaciones de las piras funerarias. “Monumentos piramidales, escalonados, de madera y tela; las más ricas eran decoradas con pintura al óleo y se llenaba de velas. Era una suerte de capilla ardiente con la cual se expresaba el camino al cielo y a través de la cual se demostraba el afecto hacia el muerto”.

“Estas pinturas nos permiten conocer las piras para la gente común, sin embargo, las piras por excelencia se construían tras la muerte del rey. Antes de que la catedral de México se levantara, se hacían en la capilla de indios de San José de los naturales donde la primera pira que se realizó fue para el emperador Carlos V”.

Actualmente, estos ritos y la concepción de la muerte se ha ido modificando, así como la construcción de valores. “Para México fue muy importante la transformación de los gobiernos liberales tras la república restaurada”.