Cultura

Calvin y Hobbes muestra la crítica que realizan los niños al mundo

El primer volumen de la tira cómica de Bill Watterson se publica en español. Es una reflexión sobre la amistad, las relaciones humanas, la tecnología, las guerras…

El dibujante Matt Groening, creador de Los Simpsons
El dibujante Matt Groening, creador de Los Simpsons El dibujante Matt Groening, creador de Los Simpsons (La Crónica de Hoy)

“¿Por qué jugamos a la guerra y no a la paz? Porque no tenemos ejemplos de eso”, “¿Cuándo seas viejo, desearías tener más recuerdos que esta basura (los programas de televisión)? Sin duda”. O “Tus índices de popularidad cayeron esta semana: el índice de ‘desempleo general como papá’ fue particularmente bajo”, ésas son algunas de las críticas que el caricaturista Bill Watterson (Estados Unidos, 1958) hizo el siglo pasado en las páginas de periódicos estadunidenses a través de su tira cómica Calvin y Hobbes, que a partir de este mes se puede encontrar en las librerías del país.

“Bill Watterson es un estadunidense que comenzó a publicar Calvin y Hobbes después de haber hecho varios intentos de crear su primera tira cómica, hizo varias tentativas y a mediados de los años 80 del siglo pasado inventó a estos dos personajes: un niño (Calvin) y un tigre (Hobbes), que de inmediato se convirtieron en un éxito por la extraña mezcla y originalidad con que los plasma”, destaca Luis Bernardo Pérez, editor de la colección Travesía de Océano, a propósito del lanzamiento en español del volumen 1 de Calvin y Hobbes.

Watterson publicó su tira en casi 60 periódicos de Estados Unidos y gracias al buen recibimiento por parte del público, empezó a traducirse en diversos idiomas, como el español. En el caso de México, apareció en diarios de circulación local como los editados en Monterrey.

—¿En qué radica el éxito de esta tira cómica?

—En que es una exploración de la condición humana a través de la niñez, es un homenaje a la amistad y también es un cuestionamiento sobre el mundo, todo eso platicado a través de caricaturas muy graciosas y llenas de sabiduría.

“Calvin es un niño neurótico, imaginativo, travieso y curioso que tiene como amigo a un tigre, lo extraño del caso es que el resto de las personas lo ven como un simple tigre de peluche, y Calvin es el único que lo ve como un ser vivo con el cual dialoga, discute y con el que vive muchas aventuras”, añade el editor.

A través del dibujo, Watterson cuestiona —en este volumen— la muerte, la responsabilidad de los padres, la amistad, las relaciones humanas, la tecnología, las guerras, la educación, el amor y la vida adulta.

“Es un experto de la sátira, se burla mucho de la sociedad, de los valores establecidos en las grandes instituciones. Tanto Clavin como Hobbes tratan las contradicciones de la época, ponen en tela de juicio los valores sagrados como la guerra, la autoridad o la nacionalidad; y demuestran que la libertad se puede ejercer todos los días”.

—¿Por qué es tan vigente esta tira cómica?

—Aunque en aquella época no existía el uso continuo del internet y de las computadoras, ya estaban presentes los medios electrónicos, la sociedad de consumo y muchas de las cosas que conocemos hoy permanecen vigentes. En lo que se refiere a la crítica social que es muy aguda, los personajes hablan de esa realidad contemporánea que los manipula, que los tiene controlados pero que al mismo tiempo es motivo de humor y crítica. Son personajes tratando de escapar de ese control mediático y la forma para hacerlo es a través de la fantasía y libertad loca de sus aventuras, las cuales ocurren entre la civilización y la barbarie.

“Es un volumen conmemorativo. Cuando se cumplieron los primeros 10 años de Calvin y Hobbes, el propio autor eligió lo que consideró sus mejores tiras, aquellas que representaban el esfuerzo, el compromiso con los lectores y la lucha continua con los periódicos en su afán de cortar y quitar espacio, porque a pesar de que las tiras tenían un enorme éxito comenzaba la crisis de las ediciones impresas que para meter un anuncio quitaban una historieta”, precisa Luis Bernardo Pérez.

En los siguientes volúmenes, la editorial reunirá las tiras cómicas de Watterson en orden cronológico. “Por el momento, retomamos la edición conmemorativa en la que el también caricaturista Garry  Trudeau (Estados Unidos, 1948) ayudó en la selección. Sucede que Watterson dejó de hacer las historietas porque no quería caer en la repetición, por eso pidió ayuda de los editores para publicarlas en forma de libro”.

—¿Por qué Watterson no quiso comercializar Calvin y Hobbes?

—Hizo un gran esfuerzo para evitar que se convirtieran en objetos de consumo, eso representaba renunciar a ganancias muy jugosas, aunque sí le ofrecieron dinero para reproducir sus imágenes en peluches, tazas y demás artículos, él dijo que de aceptar, el contenido de sus historietas se iba a perder porque la gente iba a pensar que eran caricaturas superficiales. Él quería conservar el carácter inteligente de sus creaciones.

“Eso no limitó el surgimiento de productos piratas. Pero es una guerra que mantuvo mientras creó el personaje y que hasta la fecha mantiene, de ahí la que exista una diferencia evidente en términos de popularidad con Charlie Brown y Mafalda”, concluye Luis Bernardo Pérez.

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