Opinión

Coalición dominante

Javier Santiago Castillo
Javier Santiago Castillo Javier Santiago Castillo (La Crónica de Hoy)

En otro artículo analicé la construcción de la coalición dominante por parte de Manuel López Obrador con vista a la campaña electoral presidencial. Vale la pena refrescar algunos argumentos. Las dos elecciones presidenciales anteriores dejaban claro que la fuerza de un solo partido y el carisma del candidato no eran suficientes para triunfar. Por eso era necesario buscar aliados, más allá de su propia visión, lo cual implicaba sin duda alguna abandonar o atemperar, al menos, el discurso político polarizante. Además, requería reconciliarse con actores sociales y políticos que habían sido sus detractores o adversarios en el pasado.

Las acciones emprendidas se deslizaron para que se amalgamara una coalición dominante, que iba mucho más allá de Morena y de los partidos PT y PES. El acercamiento a los empresarios fue cuidadoso y, por medio de interlocutores que les fueran confiables. Por otra parte, se supo aprovechar las fracturas que se dieron en otros partidos. De manera particular sectores importantes del PRD, cuando se acordó realizar la coalición con el PAN, se transvasaron a Morena por convicción o conveniencia.

Posteriormente, la utilización de las candidaturas federales y locales para atraer liderazgos locales o regionales del PRI, del PAN y del PVEM, permitió ampliar su presencia política en regiones que otrora estaban fuera de su alcance. Mención aparte requieren los acuerdos con viejos sectores de la clase política priista desplazada de espacios de poder desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Ejemplo claro son los casos de Manuel Bartlett y Esteban Moctezuma. Este tema requiere un mayor espacio de análisis para encontrar los hilos del tejido de alianzas de los antisalinistas con el proyecto de López Obrador.

Un paso importante fue la tarea, nada fácil, de consolidar las coaliciones a nivel nacional. El partido más aventajado en este tema fue MORENA al lograr consolidar la coalición MORENA-PT-PES en 29 entidades de las 30 que tuvieron elección, incluidas las 9 que tuvieron cambio de gobernador. La coalición PAN-PRD-MC sólo se logró consolidar en 21 Entidades, 4 con cambio de gobernador. La coalición PRI-PVEM-NA únicamente se concretó en 9 entidades, 2 con cambio de gobernador.

Traigo a colación estos antecedentes, porque denotan la dificultad e incapacidad de algunas fuerzas políticas, para consolidar sus alianzas electorales a nivel nacional, pues muestran el fracaso de una línea estratégica definida por todos los partidos como fundamental en la competencia por la Presidencia de la República.

La elección del 1 de julio arrojó como resultado un reacomodo de las fuerzas políticas, de ciento ochenta grados. Esta situación ni los ganadores la esperaban. El 1 de septiembre tomaron protesta los senadores y diputados integrantes de la LXIV legislatura. Según las páginas del Senado y de la Cámara de Diputados, la Cámara alta está conformada de la siguiente manera: MORENA 59 escaños; PAN 24; PRI 14; PRD 6; PT 6; PVEM 5; MC 7; PES 5 y Sin Grupo Parlamentario, 1. Por su parte, la Cámara baja quedó integrada así:  MORENA 254 escaños; PAN 79; PRI 47; PVEM 11; PT 29; PES 30; MC 28; PRD 20; Y sin partido 2.

La coalición dominante para el proceso electoral se ha encaminado a la construcción de una coalición dominante en el ámbito legislativo. En un primer momento Morena desplegó la estrategia de incrementar el número de legisladores en sus bancadas. El INE inicialmente le asignó 55 senadores y 191 diputados. En el Senado incrementó su bancada con 4 legisladores y en la Cámara de Diputados con 63.

Para transformar una coalición mayoritaria en dominante, es necesario tener la mayoría calificada de dos tercios, en cada cámara, para realizar modificaciones a la Constitución. La coalición Juntos Haremos Historia suma en el Senado 70 legisladores y la mayoría calificada es de 86. En la Cámara de Diputados tiene 313 y la mayoría calificada es de 334.

Como coalición mayoritaria Juntos Haremos Historia no encontrará obstáculos para realizar reformas de carácter legal, pero en el caso de modificaciones constitucionales será indispensable la ampliación de las convergencias parlamentarias. Dados los últimos acontecimientos todo parece indicar que el PVEM respaldará las iniciativas de la Juntos Haremos Historia. Esa suma es insuficiente para alcanzar la mayoría calificada en ambas cámaras.

El escenario en el cual el PAN se sume a respaldar iniciativas de reforma constitucional de Morena se ve lejano. Lo que se perfila es una coalición dominante flexible, que estará integrada por diversos partidos según el tema que esté sobre la mesa para reformar la Constitución.

Con la suma del PVEM a la coalición mayoritaria quedaría integrada por cuatro partidos. Para convertirse en coalición Dominante tendrían que sumarse otros partidos en ambas cámaras. Si se sumarán el PRD y MC, esa coalición lograría la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, pero no en el Senado. Para construir la Coalición dominante es indispensable la suma del PRI.

Éstos son escenarios básicos e hipotéticos, porque existen factores que los pueden modificar. Por ejemplo: el número de legisladores presentes en una sesión se puede volver un factor determinante para aprobar o no una propuesta de modificación constitucional o las divisiones sobre temas específicos en las diversas bancadas, que permitan el voto diferenciado.

 Lo que queda claro es que para lograr cambios constitucionales que modifiquen aspectos esenciales de los sistemas económico y político será indispensable el acompañamiento de los grupos parlamentarios o de núcleos importantes de legisladores del PRI. En este momento no es clara la posición que tomaría en asuntos cruciales como la reforma energética o volver a concederle al Estado el papel de rector en la economía.

Después del impacto por el triunfo abrumador de la coalición Juntos Haremos Historia no se vislumbra un camino terso para la modificación de la Constitución. La construcción de los acuerdos requerirá de un arduo diálogo que a la larga tiene que ser fructífero por el bien del país. Ésa y nada más ésa, es la responsabilidad de los nuevos legisladores.

Profesor UAM-I

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