Opinión

Código genético II

Código genético II

Código genético II

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El código genético fronterizo entre México y Estados Unidos tiene su origen en la segunda migración hacia América del Norte, hace aproximadamente 13,200 años en Clovis, Nuevo México, donde se han localizado los restos humanos de la población responsable del primer invento en América: la lanza afilada para cazar mastodontes.

Empero, no fue sino hasta la llegada de las naciones europeas en que la región experimentó el choque de las civilizaciones: se estima que al norte del Río Bravo había hasta 4 millones de indígenas, organizados en 3 mil tribus nómadas y sedentarias de cazadores y recolectores, que hablaban hasta 2,200 idiomas, a las cuales tuvieron que enfrentarse los ingleses, y que dio como resultado que la mayor parte de los indígenas se dirigieran al poniente para cazar y asentarse.

Durante el periodo colonizador, los colonos de Inglaterra sacaron provecho a la tierra, mientras que los españoles sacaron provecho de la mano de obra nativa para extraer la riqueza de la tierra; esto explica porqué la región norte de México era más pobre, pero eventualmente se volvió más rica que la Nueva España.

Para inicios del siglo XIX, México y Estados Unidos eran iguales en tamaño y población, con 1.7 millones de millas cuadradas y 7 millones de habitantes respectivamente, pero México era más rico debido a sus minas de oro y plata.

Sin embargo, los conflictos durante la época de independencia de ambos países fue lo que definió el código genético de la región: por un lado, en la nación norteamericana se puso en entredicho la promesa de igualdad debido a las diferencias entre la industrialización del norte y la esclavitud del sur, que devino en una guerra civil devastadora.

Por su parte, la falta de un proyecto de nación en México, aunado a la centralización de los poderes y las malas decisiones políticas, fueron los elementos que devinieron en un desarrollo desigual entre ambos países.

La independencia de Texas en 1836 y su posterior anexión a los Estados Unidos en 1844 fueron el motivo para un nuevo enfrentamiento entre ambos países; aun cuando México tenía cuatro veces más soldados que el ejército estadunidense, éste ocupó rápidamente California y la Ciudad de México, sometiendo a nuestro país.

El resultado fue la delimitación de la frontera a través del Tratado Guadalupe – Hidalgo el 2 de febrero de 1848. En este mismo siglo, Estados Unidos se consolidó como la tierra prometida, y con la estabilidad y la consolidación de poder, buscaron moldear el mundo de acuerdo a sus valores y visión revolucionaria.

Finalmente, la experiencia binacional e internacional de ambos países a lo largo del siglo XX, que incluyó conflicto, cooperación, crisis y acuerdos, aunados al auge de la globalización, generaron una nueva visión de la frontera México – Estados Unidos, y con ello, un nuevo código genético fronterizo en el que gobiernos locales y estatales, empresas, culturas y en general las poblaciones de ambos países empezaron a conectarse, dando como consecuencia, una mayor sincronización entre sociedades, economías y políticas.

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