A los morenistas se les hizo bolas el engrudo en su operativo para asumir el control de la CNDH.
Todavía con las manos manchadas de agua y harina, emprendieron una nueva intentona expansionista, incluso más ambiciosa, meterse en el INE.
Quieren remover al actual presidente consejero, Lorenzo Córdova, y buscar uno más a modo, que vele por los intereses del partido en el poder en el 2021 y sobre todo en el 2024, año para el que tienen planes muy ambiciosos.
La defensa de la democracia es una responsabilidad de todos y si no cumplimos con ella, la democracia se nos puede ir de las manos.
Morena no quitará el dedo del renglón, compete a todos resguardar la autonomía del instituto electoral.
La velocidad con la que evolucionó el domingo la situación en Bolivia arrolló al gobierno mexicano. Durante la jornada siempre fue un paso atrás.
El presidente y el canciller quisieron hacer pronunciamientos en tiempo real pero cuando comenzaban a difundirlos las condiciones YA habían cambiado.
Lo primordial, era y es, velar por la integridad de los mexicanos que están en el país andino.
Ya se verá este lunes, con la ayuda del paso del tiempo, si el gobierno mexicano puede establecerse ante los hechos, pero no hay necesidad de asumir un liderazgo declarativo hasta no saber a qué atenernos.
No se crea que con Romero Deschamps fuera de la jugada se acabaron los vicios al interior del sindicato petrolero.
Al contrario, se multiplican las denuncias de compra de votos, acoso, chantajes, para que los petroleros entreguen su voto.
La idea es ventilar al sindicato y que no quede en el grupos de siempre. Las autoridades están avisadas, no pueden argumentar desconocimiento.
El caos se apodera del proceso interno de Morena para elegir a su nuevo dirigente nacional.
Las instancias de mando partidista, el Comité Ejecutivo Nacional y el Consejo Nacional están confrontadas y su conflicto se anuda.
Ambas instancias están en ruta de choque. Van derecho y no se quitan.
El único que puede enderezar el entuerto es López Obrador, que ofreció no meter las manos pero si no pone orden se verá obligado a cumplir su ofrecimiento de que si el partido se descompone, tal y como está sucediendo, mejor lo abandona y les pide que le cambien de nombre.
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