Opinión

El Debate. Super Tazón de la política estadounidense

El Debate. Super Tazón de la política estadounidense

El Debate. Super Tazón de la política estadounidense

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En el calendario político de las campañas presidenciales de este país, no hay evento más grande para los electores que los debates entre los candidatos de los dos partidos. Evento que solo es superado en importancia por las convenciones demócrata y republicana. Y si bien los debates son con frecuencia fuertemente criticados, por su estilo y falta de substancia, de todas maneras juegan un gran papel en cómo y a quién, eligen los estadounidenses para gobernarlos.

Los debates son financiados por contribuciones privadas así como por la institución donde el evento se lleva acabo. En el caso de este, el primero de tres, la sede fue la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland, Ohio, con un público presente de solo 70 personas, todas con tapabocas y a las que, por aquello del coronavirus, se les tomó la temperatura antes de entrar. Por lo mismo Donald Trump y Joe Biden no se saludaron de mano, como es la tradición.

El intercambio duró noventa minutos y se estima que tuvo una audiencia televisiva de 84 millones de personas, sin contar quienes lo vieron a través de internet o en bares y restaurantes, de acuerdo con Nielsen Media. Sin embargo y a pesar de que los debates son de suma importancia para los electores, eso no necesariamente significa que los votantes esperan el debate para decidir por quien van a votar. La mayoría lo sabe desde antes.

Con escasas cinco semanas para las elecciones y cuando en varios estados la votación temprana ya se inició, el consenso general de los analistas es que al presidente Trump se le vino el tiempo encima y llegó a este primer debate encarando tres problemas: el coronavirus, la popularidad creciente de Biden y el calendario. Todo eso aunado a la bomba que hizo explotar el diario The New York Times el domingo, al revelar que el mandatario no ha pagado impuestos en diez de los últimos quince años.

Trump, que ansiosamete busca reelegirse para quedarse cuatro años mas en la Casa Blanca, mostró como es costumbre, hábitos oratorios frecuentemente vistos en otros demagógos, tales como ser repetitivo y palabras que demuestran una mente muy simple, que no va de acuerdo a su cargo.

En el pasado, otros debates presidenciales han tenido momentos dramáticos que han pasado a la historia, como ocurrió en el primero que se trasmitió por television, entre John F Kennedy y Richard Nixon en 1960, que se dice, fue donde este último perdió la elección, al versele sudando fuertemente, inseguro y nervioso, mientras Kennedy, a quien le ayudaba ser guapo, estuvo siempre calmado y nunca perdió la clase.

Despúes de ese, durante 16 años no hubo debates, pero estos regresaron en 1976 y desde entonces no habido elección sin ellos. Tan pronto como empezaron de nuevo, empezaron también las anécdotas: en una de las más conocidas, el presidente Gerald Ford aseguró que la ahora ya desaparecida Unión Soviética, no dominaba a Europa del Este, justo en momentos en que todos los países que la integraban estaba bajo la Cortina de Hierro. Eso le costó la reelección.

En 1984 abundaban los que estaban preocupados por la edad de Ronald Reagan y consideraban que tal vez estaba demasiado viejo para continuar como presidente. Muy listo, Reagan, que debatía contra Walter Mondale, hizo reír y dejó perplejos a todos, cuando al iniciar el debate declaró que “no pienso explotar con propósitos políticos, la juventud e inexperiencia de mi oponente”.

Por cierto, Trump, que solo tiene tres años menos que Biden, quien cumplió 77, con frecuencia trata de describir a su contrincante como un anciano que carece de la capacidad necesaria para arrebatarle el puesto. Sin embargo, parece que nadie le advirtió que no desestimara la habilidad y los años debatiendo del ex vicepresidente.

Para Biden, el problema no solo es enfrentarse a un “bully” o peleonero como Trump, sino que se esta enfrentando a un individuo que no tiene verguenza ni conciencia, un metiroso empedernido, que con frecuencia altera la realidad. Alguien que muchos consideran tiene un desorden mental y de personalidad.

En su más reciente libro “Rage” o Rabia, el famoso periodista del Washington Post, Bob Woodward, asegura que al paso del tiempo, historiadores y académicos analizando nuestra era, se preguntarán “qué diablos fue lo que le pasó a Estados Unidos”. Lo que le pasó fue Donald J. Trump.

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