Bienestar

El efecto crujiente

Bloquear el sonido que hacemos al comer, al escuchar música o ver la televisión podría significar que comemos más de lo que queremos

Mujer joven comiendo un bocadillo
Mujer joven comiendo un bocadillo Mujer joven comiendo un bocadillo (La Crónica de Hoy)

El efecto crujiente: cómo los sonidos de los alimentos frenan el apetito

Bloquear el sonido que hacemos al comer al escuchar música o ver la televisión podría significar que comemos más de lo que queremos, según un nuevo estudio publicado en el Food Quality and Preference.

Aunque el sonido de cocinar – como cocer tocino o hacer palomitas—puede provocar que se nos haga agua la boca, los investigadores hallaron que los sonidos como masticar, mordisquear y crujir son más propensos a hacer que dejemos de comer.

Las investigaciones más recientes se están enfocando en los factores que llevan a la gente a elegir tipos y cantidades particulares de alimentos, mientras que estudios anteriores han tomado en cuenta sabor, textura, tamaño de la porción y selección de alimentos entre las claves sensoriales que afectan la saciedad o sentirnos satisfechos con los alimentos.

Lo salado, lo dulce, lo chicloso, el espesor y lo cremoso pueden formar expectativas de saciedad con base en el sabor y la textura.

Un objetivo de investigación en alimentos en años recientes ha sido mantener el sabor y la textura al tiempo que se limitan los niveles de energía ofrecidos, lo que ha resultado en las reconocidas variedades bajas en grasa y bajas en azúcar de una gran cantidad de alimentos.

Sin embargo, las propiedades auditivas han sido llamadas el “sentido del sabor olvidado”. Olvidado pero importante. Después de todo, ¿qué sería de una zanahoria si no fuera crujiente, o de un refresco si no fuera burbujeante?

De 140 expertos en alimentos y nutrición encuestados en un estudio del 2015, el 27% consideró que el sonido de los alimentos es “esencial” o “importante”.

La gente come más si no puede escucharse masticar

En tres experimentos por separado, los investigadores de Brigham Young University (BYU) y Colorado State University (CSU) observaron el efecto de “la importancia del sonido de los alimentos”.

Un experimento mostró que incluso invitar a la gente a pensar en los sonidos cuando comen, por ejemplo a través de publicidad, puede disminuir el consumo.

En un estudio, los participantes consumieron botanas mientras usaban audífonos que reproducían ruido a volúmenes diferentes.

Los resultados mostraron que el ruido más fuerte bloqueaba el sonido de masticar, lo que hacía que los participantes comieran más. Las personas en el grupo de los sonidos más fuertes comieron cuatro pretzels, mientras que el grupo “silencioso” comió 2.75 pretzels.

En otras palabras, entre más consciente esté una persona del sonido que hacen sus alimentos mientras come, es menos probable que coma. Los autores llaman a esto el “Efecto crujiente”.

La coautora del estudio Gina Mohr, profesora auxiliar de mercadotecnia en CSU, dice que el sonido de los alimentos es “una clave sensorial importante en la experiencia de comer”, pero que los consumidores e investigadores con mucha frecuencia ignoran este efecto.

Ryan Elder, profesor auxiliar de mercadotecnia en la Escuela de Administración Marriott de BYU, dice: "El sonido es típicamente etiquetado como el sentido del sabor olvidado, pero si la gente se enfoca más en el sonido que hacen los alimentos, podría reducir su consumo”.

Explica que bloquear el sonido del consumo, por ejemplo, al ver la TV durante las comidas, elimina uno de los sentidos relacionados con los alimentos.

Esto, explica, puede resultar en un mayor consumo de alimentos. Aunque parezca que un pretzel menos no hace la diferencia, la cantidad puede sumarse con el tiempo.

Los autores invitan a la gente a ser conscientes de no sólo observar el aspecto y sabor de sus alimentos, sino también de su sonido.

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