Opinión

El nuevo coronavirus: situación actual y prospectiva

El nuevo coronavirus: situación actual y prospectiva

El nuevo coronavirus: situación actual y prospectiva

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Carlos F. Arias*

El surgimiento en la población humana de otro nuevo padecimiento de origen viral es un ejemplo más de los cambios en las condiciones planetarias que hacen que la probabilidad de que estos casos ocurran sea cada vez mayor y que subraya la importancia de mantenerse alerta y preparados. El crecimiento de la población mundial, la invasión de regiones previamente no pobladas en búsqueda de lugares para vivienda y cultivo que nos ponen en contacto más cercano con insectos y animales silvestres, la globalización comercial, la acelerada y facilitada movilización de personas en el mundo, aunado a la velocidad con que los virus modifican su material genético como resultado de su proceso natural de replicación, generan las condiciones perfectas para el surgimiento de estos nuevos brotes.

Los coronavirus infectan de manera natural a una gran variedad de especies animales, incluyendo al hombre. Son virus que usualmente restringen su infección a una sola especie animal así, por ejemplo, hay coronavirus de cerdos, de caballos, de murciélagos, de humanos, entre otros, produciendo en ellos diversas patologías o en ocasiones multiplicándose sin causar ninguna enfermedad. Estos virus tienen un material genético compuesto por RNA y, por lo tanto, al igual que otros virus de RNA, como los virus de la influenza, del zika, del dengue y los poliovirus, entre muchos otros, tienen una maquinaria para replicar su material genético que es propensa a generar errores (mutaciones). En la gran mayoría de las ocasiones estas mutaciones no tienen ningún efecto sobre las propiedades del virus y con mucha frecuencia los cambios son deletéreos para el virus. Sin embargo, ocasionalmente las mutaciones pueden favorecer que un virus que estaba limitado a infectar un animal, adquiera la capacidad de infectar a humanos. Esta infección puede ser limitada y restringirse a la persona que estuvo en contacto con el animal; sin embargo, cuando la capacidad de infectar a humanos se complementa con su capacidad para ser transmitido eficientemente de persona a persona, se producen epidemias como la que estamos observando con el nuevo coronavirus que asola a China, llamado hasta ahora 2019-nCoV.

En el caso de la presente epidemia por 2019-CoV se sospecha, aunque aún no está comprobado, que el pangolín —único mamífero con escamas, que se trafica ilegal y ampliamente en Asia, muy preciado como fuente de comida exótica y por sus escamas, que son utilizadas como remedio medicinal—, haya sido el hospedero intermediario que facilitó la transmisión del virus, todo indica que desde los murciélagos, al humano. Se piensa que esto ocurrió en un mercado de la ciudad de Wuhan, China, a mediados de diciembre del 2019, y que de ahí se haya iniciado una cadena de transmisión humano-humano. Estas conclusiones se basan en el parecido del material genético (que se puede considerar como una huella digital de muy alta resolución) que tiene el virus 2019-nCoV con coronavirus de murciélagos y con un coronavirus aislado de un pangolín.

La epidemia que azota a China, y particularmente a la provincia de Hubai y a su capital Wuhan, y que amenaza distribuirse ampliamente por el mundo ha causado, al 10 de febrero, más de 40,000 casos (99% en China), con un saldo de más de 900 muertes. Fuera de China los casos han sido limitados (135 casos en 27 países), con sólo dos fallecimientos, y en su mayoría han sido casos importados llegados directamente de la zona más afectada; en estos países la dispersión del virus se ha contenido hasta ahora de manera exitosa. La situación epidemiológica es muy dinámica y estos números se modifican constantemente; por otro lado, la tendencia de la curva de las personas infectadas, que hasta ahora parece seguir mostrando un incremento exponencial, sugiere que la epidemia en territorio chino se encuentra todavía en franco crecimiento. Con base en el análisis de la información epidemiológica reportada hasta ahora, se calcula que el número de personas afectadas se duplica cada 6.4 días y que el número de reproducción básico del virus, R0, está alrededor de 2.68. Esto quiere decir que una persona infectada puede a su vez, en promedio, infectar a 2 o 3 personas más que sean susceptibles a la infección. Hay que tomar este número (R0) con precaución, ya que puede ser diferente en cada país y puede también modificarse en función de la efectividad de las medidas que se tomen para contener la dispersión del virus, lo cual incluye no sólo las medidas oficiales que se adopten, sino también, y de manera importante, el comportamiento de la sociedad ante las recomendaciones emitidas para limitar su contagio: 1,2,3,4.

Es importante tener en cuenta que los datos disponibles hasta ahora indican que, aunque el coronavirus 2019-nCoV se contagia más fácilmente que sus primos, el virus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV) y el virus asociado al síndrome respiratorio de oriente medio (MERS-CoV), presenta una menor mortalidad. Se estima que aproximadamente el 15% de las personas infectadas evolucionan a casos graves y que la mortalidad por la infección es de alrededor del 2%. Estos cálculos están probablemente sobreestimados y pueden estar muy alejados de los reales, debido a que no contemplan las infecciones asintomáticas ni los casos más leves de la enfermedad, que no son registrados por el sistema médico, y que pueden pasar de­sapercibidos, particularmente en los meses fríos del año, en que ocurren infecciones respiratorias frecuentes por diferentes virus. El periodo de incubación del 2019-nCoV, esto es, el tiempo que pasa desde que se infecta una persona hasta que se manifiestan los primeros síntomas es, en promedio de 5 a 6 días, aunque se ha encontrado que puede ser de hasta 14 días.

La posibilidad de que el nuevo coronavirus llegue a México en un tiempo corto es alta. En este sentido, nuestro país cuenta con estrategias claras de preparación y contención del virus, así con los métodos diagnósticos más modernos para detectar a los pacientes infectados y para seguir la evolución molecular del 2019-nCoV, que puede dar información relevante acerca de su dispersión en nuestro territorio y para la toma de medidas adicionales de salud pública. Como una de las medidas de preparación, la Secretaría de Salud ha integrado un grupo de trabajo interdisciplinario y multinstitucional que se encuentra en sesión permanente para afinar los detalles de las estrategias antes mencionadas. Este grupo, coordinado por el Dr. Gustavo Reyes-Terán, comisionado coordinador de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, ha funcionado hasta ahora de manera comprometida y, desde mi punto de vista, eficaz. Sin embargo, y dicho lo anterior, el escenario de que el virus se distribuya ampliamente al interior de diferentes países, incluido el nuestro, no es descartable debido a sus características epidemiológicas. En el escenario de un número alto de personas infectadas, la cantidad de pacientes que pudieran evolucionar a casos graves y requerir de cuidados especializados aumentaría, lo cual pudiera comprometer en la mayoría de los países la disponibilidad de insumos, así como la infraestructura hospitalaria existente para su atención.

¿Qué podemos esperar del progreso de esta epidemia? Se pueden prever dos posibles escenarios. El primero es que el virus pueda ser contenido a nivel mundial, restringiéndose, como hasta ahora, el mayor número de infecciones a China y con una disminución, con el tiempo, de los casos en ese país, cuando un porcentaje de la población adquiera una inmunidad protectora, a la par que los casos que se presenten en otros países puedan ser contenidos localmente, hasta que la circulación del virus pudiera abatirse, como sucedió con el virus del SARS en 2003. Alternativamente, si el virus se distribuye ampliamente a nivel mundial, con epicentros de alta contagiosidad en diferentes países, como ocurre actualmente en China, sería muy difícil controlarlo, produciéndose una pandemia. En este escenario, el virus podría convertirse en el mediano-largo plazo en un virus endémico en diferentes regiones del mundo, esto es, que permanezca en la población, quizá con virulencia disminuida, causando brotes anuales, como en el caso del virus de influenza A/H1N1, que causara la pandemia en 2009-2010 y que actualmente circula de manera permanente y estacional en la población humana. El primer escenario sería el deseable, y el final de la temporada fría en el hemisferio norte, que favorece las infecciones respiratorias, podría ayudar, sin embargo, las características clínicas y epidemiológicas del coronavirus 2019-nCoV sugieren lo contrario. La información actual es limitada para poder prever hacia qué lado se inclinará la balanza; lo que ocurra en las próximas semanas podrá darnos alguna pista sobre esto.

Por lo pronto, es importante insistir en que, además de las medidas y estrategias de preparación y contención que se están adoptando en nuestro país, la población debe contribuir a detener su dispersión ajustándose a las reglas básicas de higiene recomendadas1,2,3,4. Es muy importante también no caer en alarma y pánico ante información imprecisa y aun falsa, resultado de la infodemia a la que hemos estado y seguiremos estando sujetos. Este tipo de información genera temor, desconfianza y confusión en la sociedad, lo que a menudo se traduce en acciones erráticas, especulativas o de malas prácticas que debilitan y hacen ineficientes las acciones preventivas promovidas por las autoridades del sector salud. Para evitar esto es necesario recurrir a fuentes confiables de información, como la Secretaría de Salud,1; la Organización Mundial de la Salud, 2,3, y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los EUA,4.

*Coordinador del Proyecto Nacional Estratégico de Investigación e Incidencia en Virología del CONACyT.