
El pasado jueves 20 de julio, el cantante Chester Bennington se quitó la vida. Fue encontrado ahorcado en su residencia de Palos Verdes Estates, cerca de Los Ángeles. En un curioso caso, la muerte del vocalista de Linkin Park coincide con el cumpleaños de Chris Cornell, quien se quitó la vida de la misma forma el 18 de mayo pasado.
La curiosidad tiene mayor trasfondo si tomamos en cuenta que la fecha en que se suicidó Cornell, vocalista de emblemáticas bandas como Soundgarden y Audioslave, coincide también con el día de la muerte de Ian Curtis, líder de la banda británica Joy Division, quien también se suicidó ahorcado en 1980. Crónica recuerda las muertes de rockeros que han decidido quitarse la vida.
La relación entre Bennington y Cornell fue de grandes amigos, al grado de que el primero fue el padrino de los dos hijos del vocalista de Soundgarden. Cuando fue el funeral de Cornell, Bennington cantó una melancólica versión de “Hallelujah”, original de Leonard Cohen, y también el vocalista de Linkin Park escribió una carta de despedida a su amigo, que heló la sangre del mundo en la red.
“Tu voz era diversión y dolor, cólera y perdón, amor y desamor, todo mezclado en uno. Supongo que eso es lo que todos somos (…) No puedo imaginar un mundo sin ti en él. Rezo para que encuentres paz en la próxima vida. Envío mi amor a tu esposa e hijos, amigos y familia. Gracias por permitirme ser parte de tu vida”, decía el escrito publicado en la página oficial de Chris Cornell.
Los músicos compartieron el escenario en algunas ocasiones. De hecho, en el 2008, compartieron gira y en algunos conciertos Cornell invitó a Bennignton a cantar “Hunger strike”, de Temple of the Dog que curiosamente era un augurio de desesperanza suicida. Este año ambos fallecieron de la misma forma, ahorcados. El vocalista de Soundgarden tenía 52 años; el de Linkin Park, 41.
Ambos músicos vivieron en la depresión. Por un lado Chris Cornell siempre la asumió, así como tampoco negó sus adicciones a las drogas por más de 25 años. La familia del intérprete fue una de las afectadas por la depresión económica; sus padres se separaron y en la adolescencia sufrió su primer profunda depresión al no salir de su cuarto por largos periodos y comenzar sus adicciones al alcohol y sustancias ilícitas. Su estado depresivo se plasmó en sus letras y gracias a ellas alcanzó la gloria como exponente del grunge, hasta que se quitó la vida después de dar un concierto en Detroit.
Por su parte, Bennignton también tuvo una infancia dolorosa. Comenzó a consumir drogas con asiduidad a los 11 años, tras el divorcio de sus padres; declaró también haber sido objeto de abusos sexuales por parte de un hombre adulto desde los siete años en un infierno que duró cinco años más: “Cuando pienso en ese momento en que era realmente joven, el momento en que era molestado, el momento en que todas esas cosas horribles estaban sucediendo alrededor mío, me estremezco”, contó en diciembre de 2016.
Chester pensó varias veces en suicidarse y no tenía problemas en decirlo. Una vez cayó en un acantilado y tuvieron que darle 47 puntos en la cabeza. Un accidente durante su primer matrimonio también lo sumergió en una profunda depresión. “Tuve que pagarle a una persona que ya no me quería tener cerca. Me quería matar. Fue algo horrible lo que viví”, indicó tiempo después de divorciarse de Samantha. El jueves pasado se ahorcó.
Otros grandes músicos de la historia del rock también han optado por el suicidio. Como ya se mencionó, Ian Curtis, de Joy Division también se ahorcó. A este músico bastante reflexivo y poeta, siempre le fascinó el tema de la muerte. A unos días de iniciar su primera gira en Estados Unidos, se suicidó siguiendo un ritual: se tomó una jarra de café, vio la película Stroszek, de Werner Herzog (sobre un aspirante a músico callejero que se suicida), terminó una botella de whisky, escuchó The Idiot de Iggy Pop y se colgó de un viejo tendedero que tenía en la cocina. Era el 18 de mayo de 1980.
El cantante británico punk John Richtie, más conocido como Sid Vicious, fue encontrado sin vida en su apartamento de Greenwich Village, de Nueva York, el 2 de febrero de 1979, según versión de la policía, la muerte le sobrevino por sobredosis de droga, posiblemente de heroína. Era una noche de viernes y el músico de Sex Pistols había organizado una fiesta para celebrar su puesta en libertad, que se había producido unas horas antes, acusado de haber asesinado a su novia, Nancy Spungen.
Después de ser incinerado, su madre encontró una nota: “Hicimos un pacto de muerte, yo tengo que cumplir mi parte del trato. Por favor, entiérrenme al lado de mi nena. Entiérrenme con mi chaqueta de piel, vaqueros y botas de motociclista. Adiós. Con amor, Sid”.
En abril de 1994 el vocalista y líder del grupo Nirvana fue encontrado sin vida en su propia casa. Un sujeto extremadamente sensible que desde los siete años de edad comenzó a sentirse infeliz por el divorcio de sus padres. En su juventud tuvo problemas de adaptación, luego en su vida adulta tuvo peligrosos momentos con las drogas y que intentó titular el último disco de su grupo con I hate myself and I want to die (“Me odio a mí mismo y quiero morir”). “Por favor, Courtney (su mujer), sigue adelante. Por Frances. Por su vida, que va a ser mucho más feliz sin mí. Los quiero”, decía una nota que dejó en un pequeño jarrón de flores. Al lado del cuerpo se encontró una escopeta.
Finalmente, tenemos el caso de Michael Hutchence, un australiano mujeriego y cantante de INXS (“In Excess”). La versión oficial señala que se ahorcó con su cinturón colgándose de la puerta de la habitación 524 del Ritz Carlton Hotel en Sídney, donde el cantante, junto con su banda, se alojó en días previos una gira. En su cuerpo encontraron un cóctel de fármacos, tales como el Prozac.
Otros músicos que se han quitado la vida son Tommy Marth, de la banda The Killers, que se disparó en abril del 2012; Graham Bond, considerado uno de los padres fundadores del boom del jazz-blues británico de los años 60 se lanzó a los rieles del metro de Londres, en 1974; Phil Ochs, cantante estadunidense de folk, eterno rival de Bob Dylan, se ahorcó en 1976; Ronnie Montrose, guitarrista de hard-rock, luego de conocer que tenía cáncer de próstata se suicidó de un disparo el 3 de marzo de 2012; y Bob Welch, miembro de Fleet-wood Mac, se suicidó de un balazo en el 2012.
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