
Juzgada por movimientos feministas como un texto obsoleto donde no hay igualdad entre hombres y mujeres, la llamada “Epístola de Melchor Ocampo” fue criticada y descalificada con la llegada del siglo XXI. Cuestionada por diversos grupos políticos y algunos legisladores, acabó por entrar en la clasificación de “texto machista” o “sexista”, y en lo que constituye una actualización del procedimiento establecido por el Estado hace 157 años, ha desaparecido de la mayor parte de los juzgados de lo civil del territorio mexicano para dar paso a exhortos para la vida en común en un marco de igualdad.
La “Epístola de Ocampo” aún es, sin lugar a dudas, el documento heredado de la Reforma Liberal de 1859 más conocido por los mexicanos, y no porque forme parte de su educación básica, sino porque, a fuerza de contraer matrimonio “por lo civil” o asistir a una de estas ceremonias, durante muchos años fue ineludible escuchar ese discurso, escrito por el político michoacano Melchor Ocampo (1814-1861) y que empieza diciendo: “Que es este el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y de suplir las imperfecciones del individuo” y que, más que un documento independiente de la ley, era, en realidad, el artículo 15 de la Ley del Matrimonio Civil, ta como lo dejó listo para firma de Benito Juárez, hace más de siglo y medio.
Los cuestionamientos más severos al texto se refieren a la idea del matrimonio entre hombre y mujer como la “única” manera de integrar una familia, circunstancia que la apertura social mexicana ha rebasado por completo.
Es cierto que el texto de Ocampo fue objeto de lecturas poco cuidadosas, que lo juzgaron como la enunciación de la primacía del varón sobre la mujer sin mayor profundidad. En realidad, frases como “el hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección… con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil”, se escribieron conforme al más avanzado pensamiento liberal de aquella época.
Los movimientos feministas criticaron durante años pasajes como “la mujer… debe dar y dará al marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende…” y Melchor Ocampo terminó tachado de “machista” o “sexista”, en una incomprensión histórica casi brutal.
Si los críticos de la “Epístola” la hubieran leído completa, se habrían encontrado que contiene llamados a no insultarse mutuamente, a no “maltratarse de obra”, a “corregir amistosamente y de manera mutua sus defectos” y a convertirse en el mejor ejemplo posible para los hijos, cuestiones todas ellas a las que nadie se opondría en este 2016.
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