Al menos 70 especies de plantas silvestres que dieron origen a cultivos de amplia demanda como la vainilla, algodón, aguacate, maíz, chile y papa están al borde de la extinción, de acuerdo con un estudio multinacional, en el que participaron científicos mexicanos de Conabio y de INIFAP. Los datos fueron presentados el pasado 6 de septiembre en Marsella, Francia, durante el Congreso Mundial de la Naturaleza, de la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Las especies vegetales que enlista el estudio son originarias de México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Ellas resguardan recursos genéticos que son necesarios para producir en el mundo cultivos más resilientes al cambio climático, las plagas y las enfermedades, y para mejorar además su rendimiento.
Este estudio es el resultado de la colaboración entre la UICN y siete entidades asociadas, entre las que se cuentan dos mexicanas: la Comisión Nacional para Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas y
Pecuarias (INIFAP). También colaboraron el Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA), el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal “Enrique Álvarez Córdova” (CENTA) y la Universidad de Birmingham. Las 70 especies más amenazadas forman parte de un conjunto más amplio de 224 parientes silvestres de especies cultivadas que fueron evaluados. Todos ellos figuran ahora en alguna de las clasificaciones de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.
“Dado que Mesoamérica es centro de origen y domesticación de cultivos es de importancia mundial, en el contexto del calentamiento global, la preservación de los parientes silvestres de cultivos de la región y de su diversidad genética, puesto que estas plantas han evolucionado en condiciones ambientales muy variadas,” dijo el doctor José Sarukhán, Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y
Uso de la Biodiversidad (Conabio).
“La población local usa tradicionalmente la diversidad de especies de la región como alimentos y medicinas, y numerosos grupos culturales tienen papeles centrales que desempeñar en su preservación. Es fundamental conocer el riesgo de extinción de las especies silvestres emparentadas con los cultivos para desarrollar estrategias de
conservación locales, nacionales y regionales”.
Los resultados mencionados aquí no se limitan a la región. Otros parientes silvestres de cultivos alimentarios como el plátano, la manzana, la ciruela y el jengibre también están amenazados, según la Lista Roja de la UICN.
“En el mundo actual que se transforma rápidamente, la diversidad genética es esencial para que nuestros cultivos resistan al cambio climático. Necesitamos biodiversidad para garantizar la seguridad alimentaria y medios de vida para la población creciente del planeta, como se demuestra en este estudio,” dijo el doctor Bruno Oberle, director general de la UICN. “Estas conclusiones ponen también de manifiesto la urgente necesidad de un sólido marco global de conservación de la biodiversidad que establezca metas medibles y
basadas en datos científicos, para construir un futuro resiliente”.
Los grupos de plantas silvestres que corren el mayor riesgo de extinción son en primer lugar Vanilla, cuyas ocho especies presentes en la región están clasificadas como En peligro crítico o En peligro en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICNTM, seguido por el 92 por ciento de las especies de algodón (Gossypium) y el 60 por ciento de las de aguacate (Persea), que se encuentran amenazadas. En dos grupos emparentados con el maíz, Zea y Tripsacum, respectivamente el 44 por ciento y el 33 por ciento de las especies están amenazadas.
El 31 por ciento de las especies de frijol, una de cada cuatro especies de chile, 23 por ciento de las especies de papa, 12 por ciento de las de tomatillo y el 9 por ciento de las de calabaza están asimismo amenazadas de extinción.
Por lo menos dieciséis especies que fueron incluidas en este estudio, han sido utilizadas para obtener cultivos más resilientes al cambio climático, fenómenos meteorológicos extremos y otras amenazas, por ejemplo calabazas resistentes al frío, maíz capaz de producir rendimientos superiores y papas resistentes a la sequía y al mildiú o tizón, enfermedad que históricamente devastó los cultivos de papas en Europa. “Estas conclusiones implican consecuencias que pueden ser críticas para los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria”. dijo Bárbara Goettsch, autora principal del estudio.
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