Cultura

“Felguérez abrió muchas puertas y dimensiones”

“Su obra planteó un desafío práctico a la ortodoxia del arte público social-realista” con sus murales de orden experimental, señala Cuauhtémoc Medina. A sus 91 años tenía vitalidad, fuerza y ánimo…

Monumento a la Madre
Monumento a la Madre Monumento a la Madre (La Crónica de Hoy)

Manuel Felguérez era el retrato de La Ruptura, con su muerte, México pierde una energía que desafiaba la noción de longevidad. “Manuel tuvo una vida muy plena, así como una producción extraordinaria y, en los últimos años, insistió en su capacidad de pintar y de trabajar en mayores dimensiones”, expresó el académico de la UNAM, doctor en historia y teoría de arte, Cuauhtémoc Medina.

“La última vez que lo vi, a principios de febrero, Felguérez estaba rompiendo el entresuelo de su estudio porque quería tener una altura de 10 metros para pintar. Es extraño decir esto de alguien que tiene 91 años, pero su muerte fue prematura en relación con el vigor y energía que demostraba; sin duda, hay un periodo de florecimiento final que lamentablemente cesó”.

En los últimos años, añadió, Manuel adoptó la costumbre de apostar por tener exhibiciones importantes en museos significativos cada 10 años y ésa fue la intención con la que se acercó al MUAC. Durante la inauguración de la muestra Trayectorias, el artista zacatecano realizó una invitación a celebrar sus 100 años —en 2029— en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, lo cual destaca el también curador en jefe del MUAC, no era una broma.

“Esta idea apunta algo que está implícito. El trabajo de artistas como Felguérez no ha adquirido una importancia internacional suficientemente grande y él ambicionaba el momento en el que pudiera ver ese despegue fuera México. No era una broma, era un plan de batalla”.

A Felguérez no se le recuerda melancólico, algo que no es la norma en los artistas de su generación; “él despedía un gusto vital profundo. No fue un transgresor, sino el artista al que se le recuerda por su intensidad, misma que está retratada en la novela en clave que hizo Juan García Ponce de 1968, en la que los actores llegan buscando el nombre Carlos Aluminio y van a reconocer a Manuel Felguérez”.

“Su obra planteó un desafío práctico a la ortodoxia del arte público social-realista porque los murales de orden experimental, particularmente el Mural de hierro del Cine Diana, así como la pieza el Canto al océano, fueron una provocación a la retórica del arte público en sus propios términos, es decir, en proponer una pintura de observación casi paisajística que, además, buscaba contener la pregunta: ¿qué sería una modernidad de los espacios sociales en México?”.

“Felguérez era un artista inquieto que siempre estaba experimentando, buscando. Un ejemplo de esto es que él fue de los primeros en México en experimentar con computadoras para hacer obras y diseñar esculturas”.

Era un gran artista y un buen amigo, recuerda Alberto Castro Leñero. “Yo lo visitaba y él visitaba mi casa. Es una pérdida grande pero también hay que pensar que marca un cambio de ciclos para la creación artística en México. Deja un legado muy grande y ahora nos deja enmedio de muchos cambios en nuestro país y en el mundo”.

El presidente del Seminario de Cultura Mexicana (SCM), el arquitecto Felipe Leal, señaló que el SCM tenía la intención de otorgarle a Manuel Felguérez la medalla José Vasconcelos. “Hizo mucho por la cultura de México, por la renovación, por incorporar visiones de arte contemporáneo y moderno. Fue un hombre que abrió muchas puertas y dimensiones. Siempre fue una persona con libertad creativa y con pensamiento tridimensional”.

Este pensamiento era extraordinario y puede verse reflejado en espacios abiertos y cerrados, así como en espacios públicos, tal es el caso del deportivo La Bahía, donde se encuentra el famoso mural Canto al océano, así como en el patio interior y en las rejas del Museo Nacional de Antropología (MNA), explicó.

La escritora, crítica literaria y académica de la UNAM, Margo Glantz, recordó las rejas del MNA como una de las obras de Felguérez a las que le tiene mayor afecto. “Me acuerdo también de cuando el Cine Diana se inauguró, así como cuando éramos estudiantes en París y me regaló unas estatuitas que hizo para un nacimiento, para un 6 de enero en París”.

“Manuel Felguérez es una persona muy importante de mi generación y me da mucha pena porque nos estamos extinguiendo todos”. Su muerte es una gran pérdida, añadió. “Ha hecho cosas importantísimas para la cultura de México y el arte en general”.

Sobre su amigo, a quien conoció en París de 1953 cuando ambos eran becarios, compartió que era un hombre polifacético y humanista. “Lo vi por última vez hace cinco meses, estaba muy bien y colaboró en un consejo de cultura organizado por las Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Cultura, tuve la ocasión de darle un abrazo. Le mando mis condolencias a Meche, su compañera de casi toda su vida, y a sus hijas”.

Por otra parte, en la CDMX algunas de sus esculturas se encuentran en la vía pública, tales como: Puerta 1808, 2007, creada para los festejos del Bicentenario. Se ubica en el cruce de Reforma, Av. Juárez y Bucareli, representando la entrada el Centro Histórico, acompañada por Fuente de la República, 2007 del mismo artista, y puesta en diálogo con El Caballito de Sebastián.

En el corredor escultórico de Miguel Ángel de Quevedo, en Coyoacán, está la pieza Geometría suspendida, 2003, que también incluye obra de Vicente Rojo y Fernando González Gortázar, y en el Auditorio Nacional se encuentra Teorema inmóvil, 2002, que conmemora el 50º aniversario del recinto.

En 1964, Felguérez, junto con otros artistas, fue invitado a colaborar con Pedro Ramírez Vázquez en la creación del Museo Nacional de Antropología. Diseñó una celosía en forma de serpiente que evita la entrada de luz directa y evoca la ornamentación de la arquitectura Puuc.

En el mismo recinto, con motivo del 50º aniversario del museo, Felguérez creó Muro de calaveras, un tzompantli mesoamericano —altar donde eran exhibidas las cabezas de los cautivos sacrificados— que mide 400 m y funciona como barda perimetral.

Además, se puede encontrar obra suya en el histórico edificio que ocupa la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la calle Argentina del Centro Histórico, conocida como Ecuación en acero, 2010; y en las instituciones educativas UAM e IPN donde realizó respectivamente Puerta al tiempo, 2003 y Líneas cruzadas, 2006.

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