La biosfera se encuentra bajo creciente presión por las actividades humanas. La distribución y abundancia de la población, desde el punto de vista de la ecología, ha rebasado la capacidad de carga de la biosfera para un primate como nosotros. Además, los modos dominantes de producción y de consumo generan un inmenso despilfarro de recursos y montañas de desechos. Resultado: destrucción de hábitats naturales y pérdida de biodiversidad; modificación de todos los grandes ríos del planeta; transgresión de ciclos biogeoquímicos, especialmente del nitrógeno y del fósforo; contaminación por químicos y residuos en tierras y aguas, agroquímicos y plásticos de manera espectacularmente ominosa en el mar; acidificación de los océanos, con visible blanqueamiento de corales; adelgazamiento de la capa de ozono; y cambio climático; en un mundo en el que un tercio de la humanidad vive en la pobreza.
Durante el siglo XX la población global de Homo sapiens pasó de 1 mil 650 millones de personas a poco más de 6 mil millones; hoy día rondamos los 7 mil 700 millones. Lograr que todos dispongan de alimentación adecuada, viviendas dignas y servicios de salud y educación, constituye un desafío más allá del ingenio humano. Aunque los economistas continúen creyendo —y defendiendo— que solamente un «crecimiento sostenido de la economía» (Green Growth le llaman ahora) podrá sacar a todo el mundo de la pobreza y asegurar nuestro futuro común. ¿Cómo, en un planeta finito con recursos naturales finitos?
El calentamiento global acentúa todas estas presiones. De acuerdo con uno de los últimos informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, El cambio climático y la tierra (https://ipcc.ch/report/srccl), publicado en agosto 2019 y elaborado por 107 expertos (40% mujeres) de 52 países (53% de los autores de países en desarrollo), la temperatura media superficial del planeta se ha incrementado 1.1ºC desde el periodo preindustrial (1850) a la fecha. En muchas zonas terrestres este incremento promedio es superior.
El problema es entonces cómo mantener la productividad de las tierras para la seguridad alimentaria, en un contexto de crecimiento demográfico, desertificación y degradación de suelos, incremento de los efectos negativos del calentamiento global en la vegetación, disminución en la disponibilidad de agua y sequías más intensas y prolongadas.
Los recientes megaincendios (que cubren superficies superiores a 40 mil hectáreas) en Brasil, República Democrática del Congo, Federación Rusa y Estados Unidos se aceleran por las altas temperaturas y la sequía. Difíciles de contener, avanzan inexorablemente mientras encuentran vegetación a su paso. Durante 2019, el Global Forest Watch contabilizó más de 4.5 millones de incendios de al menos 1 kilómetro cuadrado en el mundo; 400 mil más que en 2018 y 2.5 veces más que en 2001.
Periodos inusualmente cálidos y secos han propiciado casi todos los 500 megaincendios más devastadores de la segunda década del siglo. Australia, en medio de intensas sequías y temperaturas de 40ºC o más, vive los más desastrosos. Y la temporada de incendios forestales 2019-2020 concluirá —normalmente— hasta fines de marzo. Más de 10 millones de hectáreas (100 mil kilómetros cuadrados, un área del tamaño de Inglaterra) de bosques se han consumido entre el inicio de la temporada (diciembre) y la segunda semana de enero. Miles de hogares destruidos, medio millón de personas desalojadas y aproximadamente mil millones de vertebrados consumidos por el fuego y sus secuelas.
Australia arde mientras sus autoridades se aferran a carbón. Al lado de Trump y Bolsonaro, el primer ministro australiano, Scott Morrison, se cuenta entre los más reconocidos negacionistas del cambio climático. Ahora los ciudadanos se niegan a darle la mano cuando visita lugares afectados o centrales de bomberos.
En México, el presidente López Obrador manifiesta una profunda ignorancia en materia de cambio climático. Ha apostado fuerte a reanimar el uso de combustibles fósiles y carbón para el crecimiento (que no sucede) de la economía mexicana y ha llevado a niveles alarmantes la reducción de gasto público para la protección ambiental. ¿Qué pasará durante la próxima temporada de incendios en territorio mexicano?
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