
La comunidad judía internacional está celebrando el Pesaj (salto o paso), es decir, la Pascua o liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto, cuando estuvo bajo el yugo del Faraón, luego de más de 200 años. Estos acontecimientos son relatados en el libro del Pentateuco del Antiguo Testamento, y en gran medida marcan su identidad.
Los festejos en México iniciaron desde el atardecer del pasado 22 de abril y se prolongarán hasta el próximo 30 de abril. Esta celebración también marca el inicio de la primavera, razón por la que inicia en la noche de luna llena después del equinoccio de verano y en Israel, los jóvenes acostumbran disfrazarse.
En el calendario hebreo, esta festividad inicia el día 15 del mes hebreo de Nisán y durante la celebración se hacen oraciones especiales, cesan las actividades laborales y se hacen comidas festivas caracterizadas por la prohibición de alimentos derivados de los cereales: trigo, cebada, centeno, avena y espelta fermentados. Desde hace más de tres mil años, se acostumbra consumir pan ácimo y yerbas amargas como el apio, la lechuga o el rábano, cuya simbología se relaciona con el éxodo y con el mandato del Levítico, en las sagradas escrituras.
La Pascua cristiana no tiene una fecha fija, pues ésta se establece con una mezcla de los calendarios lunar y solar. La Pascua cristiana siempre será el primer domingo, después de la primera luna llena del equinoccio de primavera, lo que la ubica entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
La separación de rituales entre ambas religiones se hizo oficial durante el Primer Concilio de Nicea, en el año 325 d. C. donde suprimieron algunas costumbres hebreas, entre ellas, los rezos propios y las costumbres gastronómicas.
Los antecedentes de la comunidad judía en América podrían remontarse al descubrimiento del continente, pues algunos de los judíos “conversos” pasaron al Nuevo Mundo, para tratar de salvaguardar sus tradiciones y alejarse de la Inquisición, pero el Tribunal del Santo Oficio comenzó a actuar oficialmente en 1571. La Inquisición fue suprimida en 1834.
En 1860, Benito Juárez, con las Leyes de Reforma, estableció mayor tolerancia religiosa, y los primeros judíos en manifestarse abiertamente en México fueron los sefaraditas, procedentes de la zona mediterránea europea, y los que venían de Medio Oriente, sobre todo los de Damasco y Alepo, ciudades sirias. Éstos llegaron desde finales del siglo XIX y su inmigración aumentó en la primera década del siglo XX a causa de las guerras y revoluciones en sus países de origen. Se incorporaron sin mayores problemas a la vida económica y social en México.
De acuerdo con información del Diario de la vida judía en México y en el mundo, en 1949 el Comité Central Israelita de México llevó a cabo un censo de los judíos que vivían en México lo que arrojó un resultado de 3 mil 988 familias.
De éstos, 7 mil 313 eran inmigrantes y 7 mil 637 nacidos en el país; 11 mil 726 ya eran ciudadanos mexicanos, incluyendo los nacionalizados y los nacidos en el país. La mayoría eran originarios de Polonia 2 mil 441; Rusia mil 189; Lituania 467. De Alemania, Austria, Hungría y Rumania el grupo era menor y de Estados Unidos 109 personas. Los judíos establecidos en provincia eran 3 mil 700 y las comunidades más numerosas estaban en Guadalajara y Monterrey. En total había 21 mil judíos en México que representaban el 0.1 por ciento de la población.
Para 1991, se llevó al cabo otro censo que reveló la presencia de 42 mil 200 personas, de las cuales, en el Distrito Federal vivían 22 mil 900 y en el Estado de México 15 mil 800.
Felicidades a la comunidad judía en nuestro país.
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