Opinión

La cuarta transformación de México

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La cuarta transformación de México

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La democracia como forma de gobierno o sistema político ha evolucionado y es dinámica desde sus orígenes en Atenas en el siglo V a. C. La instauración como sistema para normar las relaciones sociales entre el Estado y la ciudadanía, ha sido punto de inflexión en la historia de todos los países que han decidido adoptarla.

En México, la democracia tiene sus albores con el movimiento independentista que luchaba frontalmente, y estaba en contra, de los gobiernos monárquicos. Lo cual quedó plasmado en el Acta Constitutiva de la Federación de 1824 donde se precisó en el artículo 5° que “La nación adopta para su gobierno la forma de república representativa popular federal”. El Constituyente de 1857 da un paso adelante y establece en el artículo 40 que  “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática, federativa…”. Estos principios se aprobaron y ratificaron por unanimidad en el Constituyente de 1917, y desde entonces, en nuestra Constitución se adopta a la democracia como forma de gobierno.

Es importante conocer estos hechos, porque las tres grandes transformaciones que ha tenido nuestro país –la Independencia, la Reforma y la Revolución– han tenido en su esencia los conceptos de soberanía popular y República del pueblo, que son el fundamento de la democracia.

Desde el ámbito institucional y del sistema político, la democracia ha sido la vía y el proyecto para construir leyes e instituciones que permitan el desarrollo democrático, el fortalecimiento del sistema político, la pluralidad, la alternancia, la participación ciudadana y la corresponsabilidad. Son innegables los avances que tenemos desde la expedición de la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales en 1977, el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, la creación del Instituto Federal Electoral en 1990, y la reciente reforma político-electoral de 2014 que busca dar certeza, transparencia, equidad, nuevas vías de participación, publicidad y reglas para las contiendas electorales –todas ellas perfectibles–.

Sin embargo, también es innegable que en este proceso de construcción institucional democrática se generaron muchos círculos viciosos, intereses personales y malas prácticas que causaron desencanto, apatía, desinterés, abstencionismo y poca participación ciudadana. Esta situación, en el marco del proceso electoral 2018, ha sido exacerbada y utilizada con fines personales para promover a la coalición Juntos haremos historia, por un candidato que lucha contra el “régimen político”, del cual ha vivido y ha sido parte de manera activa, a través de su participación en “casi” todos los partidos políticos.

Bajo el discurso de cambio y del inicio de la Cuarta transformación de México –sin reformas Constitucionales–, sólo alimenta la división, exacerba la violencia y el encono. La historia nos da muchos ejemplos de las consecuencias y retrocesos que genera la polarización política y hoy por hoy, con el aumento de los casos de linchamiento, violencia política, descalificaciones, amenazas e intimidaciones nos acercamos cada vez más a ese escenario.

El clima que está generando el “candidato tropical” con su doble discurso, más allá de sus confrontaciones personales, va en retroceso del avance democrático que se ha ido desarrollando en más de 194 años. Prometer la revocación de mandato –cada dos o tres años–, pone en entredicho su idea publicada en su libro El Poder en el Trópico donde afirma que “la reelección per se no es mala”. Estos dichos y hechos contradicen la lucha que dieron Miguel Hidalgo y Costilla, Benito Juárez, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas, verdaderos héroes nacionales que fueron precursores de las grandes transformaciones.

Sin duda, los políticos que pretenden resolver los complejos problemas nacionales, deben inspirarse en estos grandes hombres para dar continuidad a la consolidación de los postulados democráticos. Pero hay que tener cuidado con aquellos que se visten con piel de cordero, evocan el canto de las sirenas y exacerban el chovinismo y la polarización para instaurar una dictadura autoritaria. La Cuarta Transformación de México ya inició con el cambio de paradigma y la reingeniería institucional que han dado las reformas estructurales. Y esta se podrá consolidar en la medida en que haya mayor conciencia política y participación ciudadana. La soberanía popular reside en la ecuanimidad, en la sabiduría y en el amor a la patria, no en el discurso y la retórica.

Senadora de la RepúblicaMichoacán de Ocampo@RocioPinedaG